Inicio InterdisciplinarioAntropología y Derecho Sobre las dificultades para hablar de diálogo intercultural aún en el Perú

Sobre las dificultades para hablar de diálogo intercultural aún en el Perú

por PÓLEMOS
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Mag. Gustavo Zambrano Chávez
Investigador del IDEHPUCP, Profesor Departamento de Derecho PUCP


El término interculturalidad ha tomado en los últimos años multiples significados. En Latinoamerica y el Perú, la complejidad asociada a este concepto radica, principalmente, en sus usos a traves de marcos académicos, políticos y pedagógicos. En estos marco hay diversos actores que utilizan dicho término de acuerdo a sus propios intereses. Siendo así, se requerirá una mayor articulación de las propuestas planteadas por cada uno de estos actores para llegar a consensos acerca del concepto de interculturalidad.

Lamentalemente, tales marcos no se vinculan entre sí. No ha existido mayor intercambio entre la academia, actores políticos y las políticas educativas al momento de hablar de interculturalidad. Por ello, resulta necesario resaltar la necesidad de una mayor articulación entre dichos planteamientos con la finalidad de nutrir el concepto de interculturalidad para realizar una descripción adecuada de la problemática.Sobre todo si pensamos en el diálogo intercultural, ya que no se puede hablar de este tema si es que antes no se ha aclarado qué estamos entendiendo por interculturalidad.

En primer lugar, es necesario distanciar a la interculturalidad del multiculturalismo y con ello de la multiculturalidad, términos con los cuales comúnmente se le vincula. Los tres términos ciertamente apuntan hacia la diversidad cultural. Sin embargo, se diferencian por hacer énfasis en determinados aspectos, sean descriptivos, normativos, analíticos o políticos, acerca de la diversidad cultural. Justamente, la multiculturalidad es un término de carácter descriptivo, que hace referencia a la multiplicidad de culturas coexistentes en un espacio local, regional, nacional o internacional. Este uso de la multiculturalidad suele aplicarse en Estados Unidos y Canadá, por ejemplo, con respecto a la coexistencia entre los descendientes de europeos, las minorías afroamericanas, así como a los diversos grupos de inmigrantes, como son los puertorriquenos, los italianos o los irlandeses. De igual forma se podría aplicar en Europa con respecto a la situación creada por la migración desde sus excolonias, como por ejemplo la migración argelina en Francia, entre otros casos.

Es en estos contextos donde surge el multiculturalismo. Esta es una propuesta académica y política para lidiar con las problemáticas de la diversidad cultural. El multiculturalismo apunta a una separación tolerante entre culturas. Su objetivo es lograr que las sociedades nacionales funcionen sin mayores conflictos o resistencias. De lo que se trata es de la aplicación de programas especiales -como la acción afirmativa- para responder a las demandas de grupos culturales dentro de las sociedades nacionales. En este contexto académico y político, la tolerancia es celebrada como el valor más importante para sostener en paz una sociedad multicultural.

Sin embargo, el multiculturalismo y la multiculturalidad han sido muy criticados. Aparte de haber sido pensado para los problemas de diversidad cultural de ciertos países (posibles de ser catalogados como desarrollados), el multiculturalismo suele pasar por alto la dimensión de las relaciones e intercambios entre culturas. Se concibe a las comunidades culturales como totalidades cerradas sobre sí mismas, con la consecuencia política de aislamiento en ghettos culturales-étnicos con poca interacción y diálogo. Por ejemplo, sobre este concepto se puede decir que:

“(…) tiende a concebir (y ayuda a construir) comunidades homogéneas, nítidamente demarcadas y cerradas en sí mismas. Partiendo del supuesto de que cada grupo así delimitado existe como tal antes de entrar en contacto con otros, como si fueran bloques discretos preconstruidos, su ideal es la equidad en la relación entre grupos y la tolerancia hacia los Otros, más que el enriquecimiento y la transformacion mutueos a partir de la interacción entre diferentes.” (Degregori y Sandoval 2008: 51)

Otra de las críticas al multiculturalismo es que éste no aborda el conflicto entre culturas tomando en cuenta sus contextos de asimetría de poder político y económico. En otras palabras, el multiculturalismo no estaría tomando en cuenta las causas de las desigualdades socio-económicas (Fraser y Honneth 2003) y simbólicas que imposibilitan una participación adecuada de los grupos subalternos en las esferas públicas, lo que terminaría dificultando una relación equitativa entre grupos culturales. Al no tomar en cuenta este ámbito, el multiculturalismo se termina concretizando en acciones paliativas y termina “(…) dejando intactas las estructuras e instituciones que privilegian a unos sobre otros.” (Walsh 2005: 6). Se trata entonces de un concepto perfectamente funcional al status-quo político y socio-económico, siguiendo a Degregori y Sandoval (2008).

En el caso peruano, por ejemplo, el Viceministerio de Interculturalidad del Ministerio de Cultura ha señalado que la diversidad cultural se evidencia en la interacción de los pueblos indígenas y sus culturas a lo largo de nuestro territorio (Ministerio de Cultura 2015). De esta forma, se puede afirmar que es posible encontrar provincias o distritos en el Perú en los que conviven y se interrelacionan diversos pueblos indígenas. Con ello se afirma además que no existe una predominancia de las minorías culturales a diferencia de paises europeos, como Bosnia o Yugoslavia, que mantienen pueblos altamente cohesionados (Agüero 2014). Así, lo que parece primar en el caso peruano es la multiplicidad de pueblos y lenguas .

En este contexto, aparece el término interculturalidad. La delimitación del concepto surge principalmente en América Latina, como respuesta a diversas expectativas tanto académicas como políticas, vinculadas a las particularidades históricas, políticas y sociales de su historia. En este punto marca distancia con la multiculturalidad desde que reconoce que esa diversidad ha sido constante y es parte de la historia de las sociedades. Es decir, su origen no se limita al otro que viene y hay que aceptarlo, sino al otro que siempre estuvo y con el que se convive.

Este término surge desde los debates alrededor de la educación bilingüe, y conlleva casi siempre un peso tanto descriptivo como normativo. Es por ello que asume la historia de intercambios e interacciones asimétricas entre culturas en América Latina, buscando mantener el carácter relacional de estas culturas y a la vez apuntar políticamente a eliminar la asimetría de poder en esas relaciones. Este es otro punto desde donde se distancia del multiculturalismo. Degregori y Sandoval lo plantean en los siguientes términos:

“[En América Latina] [una] larga historia de contactos, intercambios y puentes tendidos a pesar de las desigualdades de riqueza y poder entre las diferentes culturas lleva a que se imagine otra posibilidad: eliminar la desigualdad en los intercambios, más no los intercambios mismos. Eliminar la dominación sin aspirar a esa separación clara y tajante entre culturas. Surge así la noción de interculturalidad. El concepto desborda los marcos de la problemática educativa e ingresa al debate sobre diversidad cultural, ubicándose en la historia y sorteando los esencialismos, avanzando de la mera tolerancia a la posibilidad de enriquecimiento mutuo entre diferentes cada vez más conectados por la globalizacion.” (Degregori y Sandoval 2008: 51-52)

En Latinoamérica, dependiendo del énfasis, este sentido más o menos compartido del término “interculturalidad” puede partir y apuntar en una de cuatro direcciones:

• su uso en los debates educativos;
• como paradigma de investigación antropológica;
• como oferta político-normativa desde la academia; y
• como característica clave en el discurso político de los movimientos indígenas.

De esta forma, como lo hemos señalado anteriormente, estas expresiones del concepto de interculturalidad no se han podido complementar. Al no hacerlo, no han brindado herramientas teórico-prácticas para la formulación, implementación, monitoreo y evaluación de las políticas públicas, una de estas, la generación de condiciones políticas para el diálogo. Sin embargo, esto parece urgir ante un contexto en el que el Estado peruano impulsa normativas de transversalización del enfoque intercultural en todo su aparato institucional.

El punto es el siguiente. Para hablar de diálogo intercultural, debe quedar primero claro qué estamos entendiendo por interculturalidad. Luego de hacerlo, recordar que el diálogo intercultural no es la acción de conversar sino la generación de condiciones para que las culturas distintas interactúen y aprendan entre sí. Por ello, además hay que preguntarnos si esas condiciones representan espacios de encuentro y reconocimiento, donde los distintos niveles de poder no estén ausentes, sino son consustanciales a las relaciones socio históricas del contexto en particular. Es clave por ello no idealizar que son espacios de felicidad, sino de encuentro político donde el poder representa un factor clave en la interacción, ya que el objetivo es reducir esas asimetrías en pos de alcanzar acuerdos.

El concepto de interculturalidad nos plantea democratizar las relaciones sociales que han sido y vienen siendo de desigualdad social y económica dentro de la sociedad peruana. No se busca “defender” desde la academia las formas culturales, económicas y sociales indígenas, que también son influidas y articuladas con formas de mercado nacionales y transnacionales. Tampoco vender estos espacios como salvadores. Son espacios de intercambio, encuentro, negociación, poder que generan cambio a través del aprendizaje, sino ser asimilacionistas. Por ello, el cambio o la transformación culturales no son algo a rechazar per se –y en todo caso, la decisión de aceptar o el rechazar el cambio debe provenir de los ciudadanos indígenas mismos, en el caso nacional. Lo que si resulta necesario es que el Estado impulse la ciudadanía intercultural como una práctica de respeto y valoración de las diferencias culturales logrando así un dialogo y acceso a derechos en igualdad de condiciones.


Bibliografía
AGÜERO, José Carlos; Juan Ángeles y Adriana CAIRO (2014) Diversidad cultural. Capital para el desarrollo. Lima: Ministerio de Cultura.

DEGREGORI, Carlos Iván & Pablo SANDOVAL (2008) Saberes periféricos. Ensayos sobre la antropología en América Latina. Lima: Instituto de Estudios Peruano IEP, Instituto Francés de Estudios Andinos.

FRASER, Nancy & Axel HONNETH (2003) Redistribution Or Recognition? A political – philosophical Exchange. London: VERSO.

MINISTERIO DE CULTURA (2015) Política Nacional para la transversalización del Enfoque Intercultural. Lima: Ministerio de Cultura

WALSH, Catherine (2005) La interculturalidad en la educación. Lima: Ministerio de Educación.

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