Eduardo Herrera Velarde
Consultor e investigador en compliance penal y análisis de riesgos penales. Asesor en manejo de crisisy estrategias legales. Director de Escudo Azul S.A
En las disputas electorales es normal percibir dos tipos de propuestas, sin hablar de las intenciones que están detrás. Así, se perciben las propuestas serias y coherentes, y las que no lo son. A esta última práctica de lanzar irresponsablemente propuestas carentes de seriedad y coherencia se llama demagogia.
La finalidad de la demagogia es muy simple. Alcanzar el poder como sea posible, valiéndose de la tan infeliz frase atribuida a Maquiavelo : “el fin justifica los medios”. Si empezamos así, nos es difícil adivinar como se terminará.
Ahora, por una cuestión conceptual, y para los efectos de este artículo, debo de aclarar que una propuesta seria y coherente no solamente es la posible, sino también la eficaz.
¿A alguien le interesa la propuesta de un candidato sobre política medio ambiental? A muy pocos, porque no es un asunto central en el debate (y debería de serlo, un poco más al menos). Lo relevante, en nuestro medio es dedicarse a hablar de corrupción, generación de puestos de labor, de economía, y claro de seguridad, entre otros tópicos. Y sobre seguridad se ha dicho casi de todo; más o menos la propuesta general se decanta en una línea central : disuadir para eliminar el incentivo de la delincuencia común. Entre otras herramientas, se usa al Derecho Penal para acabar con este terrible problema.
Aunque se ha mencionado, son muy pocas las propuestas serias y concretas en términos de prevención (que es donde más se debería de trabajar). El Derecho Penal sirve de muy poco o nada, porque siempre llega tarde. Con un sistema de administración de Justicia que se ha apartado en su mayoría de lo que debería ser (de un orden normal de administrar Justicia verdaderamente), el pretender disuadir es ineficaz.
Desde la perspectiva descrita, hay propuestas ya clásicas. Una de ellas es que la que involucra aumentar penas a todo meter hasta llegar – por qué no – a la pena capital. Me pregunto entonces, si se trata de seguir una corriente drástica ¿por qué mejor no nos plegamos a penas al estilo de Estados Unidos de manera sumatoria con penas muy altas ? Es usual ver sanciones a una persona que pueden llegar a 800 años aunque parezca una burla. Digo, si vamos a hacer algo, usemos lo más grave. En el contexto descrito, en nuestro país, ya se han insertado figuras como la habitualidad, la reincidencia, se han inventado todo tipo de agravantes, se han subido penas y nada de esto dio resultado; entonces ¿no es momento de revisar entonces las estrategias? ¿al menos revisarla?
Es cierto que un sistema punitivo grave es necesario. La disuasión parte de que existan penas altas. Sin embargo, sin un sistema de administración de Justicia que funcione como debe de ser, la disuasión es solo una palabra. Agregado a esto, siempre lo repito, la prevención (adelantarse a lo que va a hacer el delincuente), es vital.
En fin, hay muchas propuestas como señale y me gustaría ver una integral que comprenda que la seguridad es un todo orgánico, como los grandes asuntos de Estado. Por ejemplo, la educación no solo es adquisición de conocimientos, involucra nutrición, ambiente familiar, medio ambiente, y hasta la concepción del niño/a. Con la seguridad ocurre igual, y no solo se trata de poner más policías en las calles, subir penas y comprar más patrulleros. El esfuerzo involucra aspectos sociológicos (por ejemplo cómo piensa el delincuente), legales, educacionales, etc. Con decepción debo de decir no he visto aún una propuesta semejante, ni al menos que entienda así las cosas.
La fase de conquista del voto, equivale al cortejo cuando uno quiere enamorar a alguien. La persona – el pretendiente – se puede presentar como sincero y decir la verdad; o también puede disfrazarse como un gran partido para lograr la conquista y esto último involucra decir lo que la otra persona quiere escuchar. Por eso, no sin algo de razón, se dice que la conquista de amor suele ser una gran estafa. Ahora, aquí nos encanta, nos fascina que nos estafen.
Albert Camus, mucho tiempo después de la frase de Maquiavelo, retrucó la misma del modo siguiente : “en política, son los medios los que deben justificar el fin”.
No te dejes estafar.