DOS PROYECTOS POLÍTICOS DE ATAQUE A LA DEMOCRACIA LIBERAL
Alessandro Caviglia
Dr. en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Profesor Asociado del Departamento Académico de Teología de la PUCP. Profesor de las cátedras «Ciencia, Ética y Religión» y «Ciencia, Ética y Cristianismo» en la PUCP.
En el debate político mundial contemporáneo se vienen instalándooslas dos proyectos de ataque a la democracia liberal: a) el proyecto populista-agonista y b) el proyecto «tecnofeudalista». Se trata de dos formas de entender y de hacer política que se han aparecido durante en siglo presente y que se encubren como supuestas descripciones de la realidad en vez de presentarse como proyectos políticos llevados a cabo por agentes concretos e instituciones específicas. El presentarse como supuestas descripciones de lo que sucede en la realidad resulta útil a quienes los defienden porque con ello pretenden eximirse del debate político ya que se presentan como «data pura» que se sustrae de la discusión y se coloca, más bien, como supuesto punto de partida de la misma.
1.- La democracia liberal
La democracia liberal es el sistema político que se ha articulado después de la Segunda Guerra Mundial como una forma de evitar que lo ocurrido durante la misma. Se ha creado sobre la base de una serie de instituciones que permitan la estabilidad, la libertad y la protección de los derechos de las personas en el mundo. La ONU, los DD.HH., las organizaciones del mercado global y las relaciones de integración regional (como la Comunidad Europea) han sido algunas instituciones fundamentales de la democracia liberal. Después de la Caída del Muro de Berlín y el colapso del bloque soviético, los defensores de la democracia liberal hemos ganado la convicción de que la democracia, los derechos humanos y la economía de mercado son elementos importantes que deben ser defendidos.
Ahora bien, los derechos humanos, la democracia y la economía de mercado quienes defendemos la democracia liberal tenemos nuestras diferencias. Con respecto de los derechos humanos hay quienes sostienen una interpretación dogmática de los mismos y quienes, en cambio, defendemos una interpretación reflexiva de los mismos (Forst, 2014/2011). En relación con la democracia hay quienes cargan las tintas en las instituciones y quienes defendemos la importancia de los procesos de democratización, siguiendo el punto de vista del republicanismo y de Charles Tilly (2010). Finalmente, en relación con la economía de mercado hay quienes sostienen que no es necesario hacer transformaciones a la misma y quienes sostenemos que debería encontrarse bajo el control democrático para que sea posible abrir un verdadero espacio a la justicia social (Fraser, 2008; Rawls, 2013). La diferencia de posiciones respecto de la democracia liberal abre espacio para el debate político entre la derecha conservadora moderada y la izquierda progresista moderada. La propia conciencia que los defensores de la democracia liberal tenemos respecto del carácter político de nuestras posiciones y del debate que existe al interior hace que nuestros puntos de vista no sean ideológicos y dogmáticos, sino que se encuentran abiertos al debate.
2.- El proyecto populista agonista
Desde hace ya varios años se viene describiendo la democracia en clave populista. Desde la aparición del libro de Ernesto Laclau (Laclau, 2020/2005) y los trabajos de Chantal Mouffe (Laclau & Mouffe, 2010) se ha vuelto popular una lectura de la democracia en clave de lucha agonística por el poder. Inspirados, en parte, en la concepción de hegemonía de Antonio Gramsci y de la concepción de la política como contraposición amigo/enemigo de Carl Schmitt (Arato, 2013), la concepción populista agonista de la democracia se presenta como un factum político cuando en realidad se trata de un proyecto político de la nueva izquierda radical surgida en a vuelta de siglo. Pero, dicha izquierda populista no pudo prever que también la derecha radical podría utilizar la misma fórmula para conseguir sus objetivos: anular el debate democrático en aras de la obediencia a un líder populista por parte de un pueblo supuestamente homogéneo y puro (Mudde, 2017).
Con esa estrategia el populismo agonista se presenta, pues, como un proyecto político tanto de la extrema izquierda como de la extrema derecha que tiene como finalidad el hundimiento del centro liberal democrático, y consolidar lo que llaman democracias iliberales. Con el paso del tiempo, el proyecto populista a avanzado vertiginosamente: ya a inicios del 2025 el partido populista de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) consiguió consolidarse como la segunda fuerza política en Alemania, y sus socios en Europa han conseguido avances significativos. La periodista Anne Applebaum ha sido clara al describir ese proceso de avance de las extremas derechas en Polonia, Reino Unido, Hungría y en otros países durante los últimos años (Appelbaum, 2021). La fórmula populista-agonista ha logrado éxito en un contexto marcado por la crisis económica que se ha desencadenado desde el 2007. La apelación a la «clase trabajadora» para que se enfrente a la élite cultural, económica y política (y con ello al Deep State, o a la «casta», que configura la tecnocracia estatal) ha ganado una tremenda tracción entre los votantes exhaustos por las deudas y el temor a la migración. La retórica del primer gobierno de Donald Trump ha tenido mucho de eso. Y, en otras partes del mundo, como en el caso de Agustín Laje (Laje Arrigoni, 2022), también ha tenido una gran fuerza la retórica de la lucha contra el llamado «marxismo cultural o simbólico».
En lo que va del segundo gobierno de Trump, la lucha contra la llamada «ideología woke» tiene el mismo carácter simbólico y recurre a una fórmula ya conocida. Pero, en el caso estadounidense actual, la lucha contra la llamada «ideología woke» se ha articulado con un elemento adicional, el llamado «tecnofeudalismo» (Baruphakēs, 2023).
3.- El «tecnofeudalismo»
El segundo proyecto político que amenaza a la democracia liberal y que se presenta como un hecho de la realidad es lo que Yanis Varoufakis denomina «tecnofeudalismo» (Baruphakēs, 2023). Con ello se pretende describir un. Supuesto fenómeno de reemplazo del capitalismo por un gobierno de las grandes empresas tecnológicas de Silicon Valley (las llamadas MAGA). Ese supuesto reemplazo colocaría el poder global en las grandes empresas tecnológicas que tienen redes trasnacionales y capacidad de influir en las políticas estadounidenses. Pero aquello que se presenta como un fascinante fenómeno de la realidad actual no es más que un proyecto impulsado por oligarcas tecnológicos estadounidenses quienes han encontrado en Donald Trump un socio adecuado. Estos oligarcas tecnológicos son los pares de los oligarcas rusos socios de Vladimir Putin. A decir verdad, que los gobiernos que tienen proyectos autoritarios busquen el apoyo y establezcan alianzas con grandes oligarcas no tiene nada de novedoso ni de fascinante. Tal vez, lo nuevo en escena es la presencia de los avances tecnológicos, pero el caso de la China contemporánea también tiene ese mismo componente, pero de manera más discreta.
4.- Consideraciones finales
El hecho de que las democracias liberales que surgieron después de la Segunda Guerra Mundial se encuentren hoy en día en crisis y con muchas dificultades no implica que el discurso que viene del populismo agonista y de los defensores del tecnofeudalismo tenga un asidero en la realidad, en tanto hecho de la realidad global actual. Su realidad proviene de que consiste en proyectos políticos llevado a cabo por agentes específicos y que tienen una finalidad ideológica: la de ganar hegemonía discursiva. Ello so significa que la democracia liberal no se encuentre en una profunda crisis y que es necesario repensarla y defender sus instituciones debidamente reformadas. Las transformaciones políticas, sociales y tecnológicas a las que estamos asistiendo no deben confundirnos y llevarnos a ver fenómenos reales allí donde hay simplemente proyectos políticos en acción. Sin duda, también es cierto que los promotores de tales proyectos tienen la capacidad de incidir en la realidad, lo importante es poder distinguir qué tanto lo hacen de hecho y que tanto quieren que creamos que lo hacen.
Referencias bibliográficas:
Appelbaum, A. (2021). El ocaso de la democracia. La seducción del autoritarismo. Pinguin Random Hause. Publicado originalmente en 2020.
Arato, A. (2013). Political Theology and Populism. Social Research, 80, 143-172.
Baruphakēs, G. (2023). Technofeudalism: What killed capitalism. The Bodley Head.
Forst, R. (2014). La justificación de los derechos humanos y el derecho fundamental a la justificación. Una argumentación reflexiva. En Justificación y crítica. Perspectivas de una teoría crítica de la política (pp. 55-90). Katz. Publicado originalmente en 2011.
Fraser, N. (2008). Escalas de justicia. Herder.
Laclau, E. (2020). La razón populista. FCE. Original publicado el 2005.
Laclau, E., & Mouffe, C. (2010). Hegemonía y estrategia socialista: Hacia una radicalización de la democracia (Tercera edición. Primera reimpresión). Fondo de Cultura Económica. Publicado originalmente en 1985.
Laje Arrigoni, A. (2022). La batalla cultural: Reflexiones críticas para una nueva derecha. HarperCollins México.
Mudde, C. (2017). Populism. An Ideaciational Appoach. En The Oxford Handbook of Populism (pp. 46-70). Oxford University Press.
Rawls, J. (2013). El liberalismo político. Cátedra. Publicado originalmente en 1993.
Tilly, C. (2010). Democracia. Akal. Publicado originalmente en 2007.