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El Genocidio Armenio y la problemática en relación con su calificación jurídica

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Juan Manuel Indacochea

Máster en Derecho Internacional por la Universidad París-Nanterre y Máster en Propiedad Intelectual por el Centro de Estudios Internacionales de Propiedad Intelectual (CEIPI) de la Universidad de Estrasburgo, Francia. Ex Consultor del Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina (TJCA). Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).

Walter Abanto

Ex Asistente de Cátedra y Bachiller egresado de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).

 


En el discurso brindado a sus generales, mientras se encontraba en un breve retiro en su casa de Obersalzberg, en los Alpes Bávaros, Hitler brindó los detalles de su plan para invadir Polonia. Les ordenó “enviar a la muerte sin piedad y sin compasión” a hombres, mujeres y niños de origen y lengua polacos y concluyó recordándoles la mayor aniquilación masiva y la más fresca en la memoria humana en ese momento, la cual sin embargo había sido perpetrada con impunidad.[1]

Al analizar el caso del proceso llevado a cabo en Israel en contra de Adolf Eichmann[2], un alto oficial del régimen nazi quien fuera uno de los principales organizadores de la denominada “Solución Final” (“Endlösung”)[3], Hannah Arendt plantea la hipótesis de la “banalidad del mal”, según la cual una persona común puede volverse altamente peligrosa en caso de falta de pensamiento crítico y reflexión de sus propios argumentos. La falta de reflexión crítica volvería a las personas fácilmente manipulables por cualquier ideología frívola, banalidad que en ocasiones no ha reparado en la crueldad de sus efectos causando deportaciones e incluso genocidios. En consecuencia, al acoger sin mayor reflexión ni crítica ideologías irracionales de intolerancia, el ser humano puede caer en la peligrosa estupidez.[4]

Es justamente la estupidez humana, generada por la falta de reflexión y pensamiento crítico, que originó el primer genocidio del siglo XX, cuya impunidad impulsó a Hitler y sus generales a llevar a cabo los execrables crímenes cometidos en Polonia y países vecinos durante la Segunda Guerra Mundial.

En la actualidad, existen numerosos trabajos históricos de gran calidad que relatan y analizan el Genocidio Armenio. Esta producción científica fue necesaria dado el negacionismo turco, el cual condujo a reunir, en respuesta, las pruebas de la realidad del genocidio. En el presente artículo, no se profundizará en los detalles de los hechos, dominio propio de los historiadores, sino fundamentalmente en otorgarles una calificación jurídica.

En 1913, el partido nacionalista y reformista turco denominado “Jóvenes Turcos” (“Jön Türkler”, en turco), oficialmente conocido como Comité Unión y Progreso (“İttihat ve Terakki Cemiyeti”, en turco), alcanza el poder gracias a un golpe de Estado dando así inicio a una sangrienta dictadura. Si bien inicialmente los armenios habían sido considerados aliados del partido “Jóvenes Turcos”, al transformarse en un partido radicalmente nacionalista, sobre la base de la ideología del “panturquismo”[5] y de la nostalgia de la grandeza otomana, éstos se convirtieron en objeto del odio nacionalista teniendo en consideración sus reivindicaciones como minoría cristiana.[6]

El antagonismo entre turcos y armenios llevaría paulatinamente a una suerte de paroxismo nacionalista[7]. El nacionalismo radical del “turquismo”, fomentado por el partido “Jóvenes Turcos”, proclamaba de manera delirante la necesidad de devolver Turquía exclusivamente a los turcos. Ello habría motivado a voluntarios de la minoría cristiana armenia a apoyar al Imperio Ruso en contra del Imperio Otomano durante la invasión de 1914-1915. Esta colaboración habría sido el pretexto ideal para llevar a cabo el “Genocidio Armenio”, perpetrado entre abril de 1915 y julio de 1916.[8]

La dictadura turca, al ver amenazadas las posiciones otomanas en Anatolia producto del avance ruso y prever la Gran Revuelta Árabe en el Levante, habría entrado en pánico ante la insurrección armenia, por lo cual ordenó la deportación masiva de la población armenia de la Anatolia central y occidental (regiones cercanas al frente ruso) a Alepo, Siria, donde fuera exterminada, principalmente en Chedaddiyé y en Deir ez-Zor.[9]

El 5 de junio de 1915, el entonces cónsul de Estados Unidos en Alepo, Jesse Benjamin Jackson, afirmaba que se estaba llevando a cabo “un plan cuidadosamente preparado para extinguir completamente a la raza armenia”. Al cabo de algunos días, el embajador estadounidense en el Imperio Otomano, Henry Morgenthau, enviaba una carta al Departamento de Estado de su país informando que “una campaña de exterminio racial estaba en curso”.[10]

En la Conferencia de Paz llevada a cabo en París en 1919, por iniciativa de Nikolaos Politis, ministro griego de relaciones exteriores, quien invocaba “graves ofensas contra los derechos de la humanidad”, la “Comisión de los Quince” adoptó un primer informe el 5 de marzo de 1919 concluyendo, a propósito de las “masacres” perpetradas por autoridades otomanas, que se realizaron “crímenes cometidos contra las leyes de la humanidad”, en referencia implícita a la “Cláusula Martens”, contenida en las Convenciones de La Haya de 1899 y de 1907[11]. De esta manera, el referido informe consideraba la transgresión de las “leyes de la humanidad” como un crimen.

La “Clausula Martens”[12] ha tenido tres interpretaciones distintas a lo largo de la historia. La primera postura consiste en que esta cláusula se emplearía únicamente para interpretar los principios del Derecho internacional y sus normas[13]. El segundo enfoque señala que es importante por sí misma y comporta una fuente en Derecho internacional general a la par de un hito histórico para el Derecho internacional humanitario[14]. Mientras que una tercera perspectiva destaca su importancia en virtud de inspirar el desarrollo progresivo del Derecho internacional humanitario.[15]

Sin embargo, con anterioridad a la Primera Guerra Mundial, el Derecho internacional general solo podía ser usado por la comunidad de naciones europeas civilizadas[16]. Era un sistema muy ligado a la idea de civilización y cultura europea[17]. Por consiguiente, al ser Armenia una región del Imperio Otomano y no un Estado reconocido como tal, aun no contaba con subjetividad internacional reconocida, por lo cual no podía realizar un reclamo formal[18]. Después del golpe del partido “Jóvenes Turcos”, bajo el pretexto nacionalista y en aras de la homogeneidad étnica de la población turca, se habría buscado exterminar a varias minorías cristianas, entre las que se encontraban aquellas de armenios, asirios y griegos pónticos.[19]

Posteriormente, Grecia, al gozar de subjetividad internacional reconocida, reclamaría sanciones para el régimen turco. Así, por ejemplo, el Artículo 142 del Tratado de Sèvres[20], firmado en 1920, lo calificó de “terrorista”. Asimismo, contenía disposiciones que buscaban “reparar tanto como fuese posible los perjuicios cometidos contra personas en el curso de las masacres perpetradas en Turquía durante la guerra”. Sin embargo, el Tratado de Sèvres nunca entraría en vigor al no ser ratificado por las partes firmantes (i.e., Francia, Reino Unido, Reino de Italia e Imperio Otomano).

Teniendo esto en cuenta, ante la comisión de responsabilidades de autores de la guerra y sanciones, la delegación armenia[21] depositó, por intermediación de la delegación griega, el 14 de marzo de 1919, un informe[22] solicitando a los gobernantes aliados juzgar a los responsables de las “masacres” cometidas en contra de la población armenia. Según esta delegación, el proceso debía ser llevado a cabo ante una jurisdicción internacional establecida por los gobiernos aliados, adelantándose de esta manera a la concepción de una Corte Penal Internacional o de tribunales penales internacionales ad hoc. La delegación turca, por su parte, depositó un primer informe en el que reconocía la existencia de crímenes cometidos en contra de “connacionales cristianos”, considerando sin embargo que eran únicamente responsabilidad del partido “Jóvenes Turcos”.[23]

En lo concerniente a la delegación de Estados Unidos, ésta era más bien hostil a la noción de crímenes contra la humanidad. Tres argumentos fueron esgrimidos al respecto. En primer lugar, para los representantes estadounidenses las leyes de la humanidad constituían normas pertenecientes al ámbito de la moral y no del derecho. Para ellos, los principios de la humanidad no eran un “estándar indiscutible” y variaban según las “conciencias individuales”. En segundo lugar, sostenían que la creación de una jurisdicción penal internacional atentaría contra el principio de prohibición de aplicación retroactiva de la ley penal. En tercer lugar, para la delegación estadounidense la soberanía de los Estados impediría que los dirigentes (en particular el Kaiser) sean penalmente responsables y deban responder delante de un tribunal por el ejercicio de sus derechos soberanos.[24]

Además del problema de la calificación de los crímenes masivos perpetrados sistemáticamente contra poblaciones de cristianos armenios como crímenes contra la humanidad en virtud de la reticencia inicial de ciertos países a reconocer la existencia de crímenes contra las “leyes de la humanidad”, se debió tolerar el uso del término “masacre” o “masacres” (e.g., en la Conferencia de Paz de París de 1919) para describir las atrocidades cometidas hasta el año 1948, en que finalmente la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio.[25]

Adicionalmente, el principal argumento que se esgrime a efectos de negar el Genocidio Armenio es que las muertes de cristianos armenios habrían sido una consecuencia, nunca la intención. Sin embargo, el historiador Taner Akçam ha confirmado la autenticidad de dos cartas escritas el 3 de marzo y 7 de abril de 1915 por Bahettin Şakir, líder por entonces de la Organización Especial de las Fuerzas Especiales del Imperio Otomano en la que aseguraba que el Comité de Unión y Progreso (“Jovenes Turcos”) había tomado ya la decisión de exterminar a los armenios de Turquía en 1914.[26]

Con posterioridad a la guerra, los tribunales otomanos reconocieron la planificación de las “masacres”, condenando a los principales responsables[27]. Sin embargo, diversos responsables del exterminio lograron evitar la ejecución de la condena fugando principalmente a Alemania, que los albergó y denegó su extradición. Ante el sentimiento de impunidad, el partido Daschnak (Federación revolucionaria armenia) organizó una operación llamada “Némesis”, en alusión a la diosa griega de la venganza, con la finalidad de ejecutar las condenas a muerte dictadas in absentia por los tribunales otomanos. Así, los altos mandos turcos que habían logrado escapar de la justicia otomana fueron asesinados, uno a uno, en Berlín (Alemania), Roma (Italia) y Tiflis (Georgia), entre diciembre de 1921 y julio de 1922. En cuanto a Enver Pachá, líder de “Jóvenes Turcos”, quien fuera juzgado in absentia (por encontrarse “refugiado” en Alemania) y condenado a muerte al igual que otros altos oficiales turcos[28], fue finalmente asesinado el 4 de agosto de 1922, en circunstancias no esclarecidas, en el antiguo emirato de Bujará, probablemente por un grupo de soldados bolcheviques armenios.[29]

Es preciso explicar que los procesos llevados a cabo en el desmembrado Imperio Otomano en contra de los responsables del genocidio fueron propiciados gracias a la firma del Tratado de Sèvres[30], el cual no solo obligaba a las nuevas autoridades turcas a extraditarlos a las Potencias Aliadas, sino también a reconocer la competencia del tribunal extranjero y aceptar sus decisiones. Sin embargo, nunca entró en vigor por no haber sido ratificado por las partes firmantes y fue remplazado por el Tratado de Lausana[31], cuyo texto fue manifiestamente indulgente con respecto a Turquía. Lejos de sancionar a los responsables, el Tratado de Lausana cumplió una función inversa. En efecto, concluye con un Anexo que contiene una “declaración de amnistía” en relación con los crímenes perpetrados entre el 1 de agosto de 1914 y el 20 de noviembre de 1922, por lo que cubría asimismo aquellos perpetrados por fuerzas turcas y helénicas a partir de la ocupación griega de Esmirna en 1919.[32]

El Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP), fundado en 1979, se pronunció sobre el Genocidio Armenio con ocasión de su XI° sesión realizada en París del 13 al 16 de abril de 1984[33]. El TTP, compuesto por los más grandes especialistas en la materia (e.g., Yves Ternon, Pierre Vidal-Naquet, entre otros destacados exponentes), condenó el exterminio de alrededor de un millón y medio de personas de origen armenio, calificándolo de “genocidio”, “el peor de los crímenes de Estado que se pueda concebir” (p. 4). El Tribunal recordó que, en virtud del Artículo 61 del Tratado de Berlín, el Imperio Otomano se había obligado, desde 1878, “a dar al pueblo armenio en el interior del Imperio Otomano, un régimen que garantizara, bajo el control de la comunidad internacional, su desarrollo en seguridad” (p. 10). Asimismo, el TPP concluyó afirmando que “[l]as poblaciones armenias constituían y constituyen un pueblo” de acuerdo al derecho internacional, cuyos derechos fundamentales, individuales y colectivos, debían y deben ser respetados (p. 14).

Además de este importante pronunciamiento de un tribunal de opinión, la entonces Comisión (ahora Consejo) de Derechos Humanos de Naciones Unidas (Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías) reconoció el Genocidio Armenio en un informe de 1985[34] y el Consejo de Europa hizo lo propio en una resolución intitulada precisamente “Reconocimiento del Genocidio Armenio” de 2001[35]. A pesar de todo ello, el Estado responsable lamentablemente insiste en mantener la lamentable postura conocida actualmente como el “negacionismo turco”[36].


Bibliografía

[1] El “Discurso de Obersalzberg” de Hitler fue publicado por primera vez en la obra de Louis P. Lochner, “What About Germany?” (Nueva York: Dodd, Mead & Co., 1942), pp. 1-4. El Tribunal de Nuremberg identificó posteriormente el documento como “L-3” o “Exhibición USA-28”. Ver la versión original en alemán, “Akten zur Deutschen Auswartigen Politik 1918-1945”, Serie D, VII, (Baden-Baden: Imprimerie Nationale, 1950, 1956), pp. 171-172.

[2] Hannah Arendt, “Eichmann en Jerusalén”, 1963; publicado por primera vez en Estados Unidos bajo el título “Eichmann in Jerusalem” por Viking Penguin, división de Penguin Putnam Inc.

[3] El 31 de julio de 1941, Hermann Göring, Vicecanciller del Reich, le encomendó a Reinhard Heydrich, jefe de la Oficina Central de Seguridad del Reich (Reichssicherheitshauptamt, RSHA), la preparación de un plan general del material administrativo y las medidas financieras necesarias para llevar a cabo la “Solución Final de la cuestión judía”. El 20 de enero de 1942, Adolf Eichmann (SS-Obersturmbannführer) ayudó a Heydrich a organizar la “Conferencia de Wannsee”, en Berlín, durante la cual ambos, conjuntamente con otros 15 burócratas nazis, planearon el exterminio de toda la población judía de Europa y la Unión Soviética. A partir de la “Conferencia de Wannsee”, la principal función de Eichmann era ocuparse de cuestiones relacionadas con la “Solución Final” e, incluso, asumió el papel principal en la coordinación de la deportación de judíos de toda Europa a guetos existentes en Polonia y campos de concentración con cámaras de gas recién construidas en lugares como Sobibor, Chelmno, Treblinka y Auschwitz-Birkenau.

[4] En ese sentido, Sissi Cano Cabildo, “Sentido arendtiano de la “banalidad del mal”, en Horizonte, v. 3, n. 5, p. 101-130, Belo Horizonte, 2004.

[5] Movimiento político de finales del siglo XIX y principios del XX, que tenía como objetivo la unión política de todos los pueblos de habla turca en el Imperio Otomano, Rusia, China, Irán y Afganistán. Este movimiento inicialmente buscaba unir a los turcos de los imperios otomano y ruso contra la creciente dominación zarista rusa. Cf. Jacob M. Landau, “Pan-Turkism: From Irredentism to Cooperation” (Bloomington, Indiana: Indiana University Press, 1995).

[6] V.G. Libariadian, “L’idéologie du mouvement jeunes turcs”, en Tribunal permanent des peuples ; en “Le crime de silence, le génocide des Arméniens”, Gerard Chaliand (director) (París: L’Archipel, 2015), p. 67.

[7] S.H. Astourian, “Genocidal Process: Reflections on the Armeno-Turkish polarization”, en The Armenian Genocide, History, Politics, Ethics, R. Hovannisian (director) (Basingstoke: Macmillan, 1992), p. 53.

[8] Ver, sobre las diferentes causas del genocidio, principalmente en términos geopolíticos, Gérard Chaliand y Yves Ternon, “1915, Le génocide del Arméniens (París: Éditions Complexe, 2002).

[9] Taner Akçam, “From Empire to Republic, Turkish nationalism & the Armenian genocide” (Londres y Nueva York: Zed Books, 2004).

[10] Alberto Rodríguez García, “El genocidio armenio, entre el reconocimiento a las víctimas y el negacionismo turco”, en RT, 5 de noviembre de 2019, [https://actualidad.rt.com/opinion/alberto-rodriguez-garcia/332635-genocidio-armenio-reconocimiento-victimas-negacionismo-turquia] consulta realizada el 3 de mayo de 2020.

[11] La “Cláusula Martens” se introdujo en los preámbulos de la Convención de La Haya (La Haya II) sobre Leyes y Costumbres de la Guerra Terrestre de 29 de julio de 1899. ​Tomó su nombre de una declaración leída por Fyodor Fyodorovich Martens, delegado ruso en las Conferencias de Paz de La Haya de 1899. La “Cláusula Martens” aparece de forma ligeramente modificada en la Convención de para la resolución pacífica de controversias internacionales de 18 de octubre 1907 (La Haya IV). Además, hay que sumarle que la incorporación de la cláusula a dicha Convención fue un esfuerzo de Martens para reincorporar a Rusia al sistema civilizado de naciones. Daniel Segesser, “Unlawful Warfare is Uncivilized: The International Debate on the Punishement of War Crimes, 1872-1918”, en European Review of History 2007, pp. 215-234.

[12] Ver, sobre la “Cláusula Martens”, James Brown Scott, “The Hague Conventions and Declarations of 1899 and 1907” (Nueva York: Oxford University Press, 1915), pp. 101-102.

[13] Abi Saab, “The Specificities of Humanitarian Law”, en Studies and Essays in Honour of Jean Pictet, Ginebra: Comité international de la Croix-Rouge, 1984, pp. 265-280, esp. pp. 274-275.

[14] Bernard Roling “International Law in an Expanded World” (Amsterdam: Djambatan, 1960) pp. 37-38.

[15] Durley Lord Wright, “Law Reports of Trials of War Criminals” (Washington: Library of Congress, 1946-1949), Vol. XIII, p. 17.

[16] Martti Koskenniemi, “The Gentle Civilizer of Nations” (Cambridge: Cambridge University Press, 2004), p.47

[17] Ibidem, p. 48.

[18] Carlos Antariaman, “Esbozo histórico del genocidio armenio”, en Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Vol. 61, Septiembre–Diciembre 2016, pp. 337-363, esp. p.342.

[19] Ibidem, pp. 344-345.

[20] Tratado de Sèvres, firmado en Sèvres, Francia, el 10 de agosto de 1920.

[21] Ver, sobre la delegación armenia, Anahide Ter Minassian, “1918-1920, La république d’Arménie” (París: Éditions Complexe, 1989), pp. 157 y ss.

[22] Comisión de responsabilidades de autores de la guerra y sanciones, “Conferencia preliminar de Paz”, 3 de febrero de 1919; informe reproducido parcialmente por André Mandelstam, “La société des nations et les puissances devant le problème arménien” (Beirut: Éditions universitaires arméniens, 1970), pp. 66.

[23] Paul Mantoux, “Les déliberations du Conseil des quattre”, en International Affairs, Vol. 32(4), 1 de octubre de 1956, pp. 519 y ss.

[24] Ver, “Violation of the laws and customs of war, Reports of majority and dissenting reports of America and Japanese Members of the Commission of responsabilities”, Conferencia realizada en París en 1919 (Washington DC: Carnegie Endowment for international peace, 1919); ver también, Peter Balakian, “Le tigre en flames, le genocide arménien et la réponse de l’Amérique et de l’Occident” (París: Phébus, 2005), p. 399.

[25] Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, adoptada y abierta a la firma y ratificación, o adhesión, por la Asamblea General en su Resolución 260 A (III), de 9 de diciembre de 1948. Entró en vigor el 12 de enero de 1951, de conformidad con su Artículo XIII.

[26] Alberto Rodríguez García, “El genocidio armenio, entre el reconocimiento a las víctimas y el negacionismo turco”, Loc.Cit.

[27] Yves Ternon, Enquête sur la négation d’un génocide (Marsella: Éditions Parenthèses, 1989).

[28] Dennis R. Papazian, “»Misplaced Credulity»: Contemporary Turkish Attempts to Refute the Armenian Genocide”, en Armenian Review N° 45, primavera-verano 1992, pp. 177-178.

[29] Jean-Baptiste Racine, “Le génocide des Arméniens” (Paris: Dalloz, 2006), pp. 39 y ss.

[30] Tratado de Sèvres, firmado en Sèvres, Francia, el 10 de agosto de 1920.

[31] El Tratado de Lausana fue firmado en Lausana, Suiza, el 24 de julio de 1923, por los gobiernos de Grecia, Rumanía, Turquía, Francia, Reino Unido y Reino de Italia.

[32] Las masacres de griegos pónticos antes y durante la Primera Guerra Mundial llevaron a acuñar el término “Genocidio Griego”, el cual si bien es reconocido por algunos estados de Estados Unidos, no lo es por Naciones Unidas. Asimismo, cabe apuntar que a partir de la década de 1890, durante la Primera Guerra Mundial e, incluso, durante el período de 1922 a 1925, el Imperio Otomano llevó a cabo el exterminio masivo de la población de origen asirio, hecho conocido como el “Genocidio Asirio”. Cf. IAGS, “Genocide Scholars Association officially recognizes Assyrian, Greek Genocides”, 16 de diciembre de 2007,[https://web.archive.org/web/20120203134319/http://genocidescholars.org/images/PRelease16Dec07IAGS_Officially_Recognizes_Assyrian_Greek_Genocides.pdf] consulta realizada el 3 de mayo de 2020.

[33] Tribunal Permanente de los Pueblos, “Sesión sobre el Genocidio de los Armenios”, París, 13-16 de abril de 1984 [http://permanentpeoplestribunal.org/wp-content/uploads/1984/04/TPP_SENTENCIA_GENOCIDIO-ARMENIOS_1984-FINAL.pdf] consulta realizada el 3 de mayo de 2020.

[34] Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías de la Comisión de Derechos Humanos del Consejo Económico y Social de Naciones Unidas, XXXVIII° sesión, Ítem 4 de la agenda provisional, E/CN.4/Sub.2/1985/6, 2 de julio de 1985 [https://www.armenian-genocide.org/Affirmation.169/current_category.6/affirmation_detail.html]; ver también, United Nations SubCommission on Prevention of Discrimination and Protection of Minorities, “The UN Report on Genocide 1985: Paragraph 24 and the Armenian Genocide”, XXXVIII° sesión, 5-30 de agosto de 1985, Ginebra, Suiza [https://genocideeducation.org/wp-content/uploads/2014/08/UN-Report-on-Genocide-excerpts.pdf] consultas realizadas el 3 de mayo de 2020.

[35] Council of Europe Parliamentary Assembly Resolution, “Recognition of the Armenian genocide”, Doc. 9056. Declaración escrita No. 320, 24 de abril de 2001 [https://www.armenian-genocide.org/Affirmation.218/current_category.7/affirmation_detail.html] consulta realizada el 3 de mayo de 2020.

[36] Ver, El Diario, “Genocidio armenio, negacionismo turco, prejuicio alemán”, 30 de junio de 2015, [https://www.eldiario.es/contrapoder/genocidio_armenio_negacionismo_6_404269601.html]; ver también, RPP, “Armenia: el negacionismo turco del genocidio no encaja en siglo XXI”, 24 de abril de 2015 [https://rpp.pe/lima/actualidad/armenia-el-negacionismo-turco-del-genocidio-no-encaja-en-siglo-xxi-noticia-790741] consultas realizadas el 3 de mayo de 2020.

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