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¿Monarquías en el siglo XXI?

por PÓLEMOS
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Daniel Ramírez Martins

Estudiante de Comunicaciones de la Universidad de Lima

Hoy, nueve de septiembre de 2015, S.M. Elizabeth II marca un hito mundial y se convierte en la Reina con más tiempo desempeñando el cargo. La regencia de Elizabeth II se ha extendido a lo largo de 63 años, 216 días y unas horas más que el reinado de su propia tatarabuela, la Reina Victoria, antigua poseedora del título en mención. Son fechas como esta las que destacan el valor histórico de las monarquías en el mundo contemporáneo, pero también dejan abierta una pregunta para muchos: ¿Cómo es que algunas monarquías siguen vigentes en la actualidad?

Es importante iniciar una apreciación sobre la monarquía dejando en claro que este concepto ha evolucionado a lo largo de la historia: no sería lo mismo hablar de la imagen proyectada por el despotismo de Enrique VIII en la monarquía absoluta del siglo XVI que hablar de la idea que suscita la labor de Elizabeth II en la monarquía constitucional de los siglos XX y XXI. Las Coronas que hoy en día existen se han transformado en instituciones absolutamente distantes de lo que suele girar en el imaginario colectivo acerca de la monarquía como sinónimo de abuso de poder, opresión, autoritarismo o tiranía. Los reyes que sostienen monarquías constitucionales y parlamentarias proponen ser la más alta representación para sus países a través de la encarnación de una figura única de jefe de Estado, permitiendo así una clara división entre el Estado y el gobierno; separación que no tiene lugar en las repúblicas.

Es muy común creer que las monarquías son sistemas de gobierno onerosos y que resultan más caros que las repúblicas, pero esto resulta ser muy a menudo todo lo contrario. En gastos de la jefatura de Estado monárquica, la Casa Real británica recibe anualmente 50 millones de dólares, la Casa Real belga 21 millones y la Casa Real española cerca de 8 millones[1]mientras que los gastos en la jefatura de Estado en las repúblicas suele ser mayor, como en la italiana por la que se gasta al año 250 millones de dólares[2] o en la república francesa en la que existe una presidencia con labores que intentan simular los de un monarca que le cuesta al pueblo galo cerca de 140 millones de dólares anuales[3]. Además, en las repúblicas se suele dar pensiones vitalicias a los que dejan el cargo, pero que ya no tienen un deber de presencia ni de representación para el país. Por ejemplo, EE.UU. destina anualmente más de 3.5 millones de dólares para pagarles a los ex presidentes Bush (padre e hijo), Carter, Clinton. [4]

Por otro lado, los reyes como jefes de Estado junto a sus Casas Reales generan altas ganancias a sus países a través de su representación orgánica y su patrimonio histórico. Se ha comprobado de este modo, que las casas reales europeas reditúan muchas más utilidades para sus naciones frente al costo de su mantenimiento. Por ejemplo, la Reina Elizabeth II y la Familia Real británica constituyen el activo más importante del Reino Unido, pues están valuados en 70 mil millones de dólares, de los cuales 28 mil millones son correspondientes a las joyas de la Corona y los palacios reales, mientras que los 42 mil millones restantes representan el estimado del beneficio económico que ha aportado la Casa Real para el Reino Unido en materia de turismo e industrias paralelas.[5] Asimismo, en cuestión de cifras, se calcula que la nueva “bebé real”, Charlotte, hija de los Duques de Cambridge, al cumplir los diez años de edad, habrá impulsado la economía del Reino Unido en 112 millones de dólares.[6]

Algo característico y muy útil del modelo monárquico constitucional es el carácter apolítico que las familias reales y los monarcas deben mantener en toda circunstancia, esto quiere decir que las opiniones políticas no han de ser compartidas públicamente. Esto entra en utilidad, por ejemplo, en el caso de las relaciones internacionales, pues los reyes son considerados como los mejores mediadores en alianzas, negocios y contactos con otras naciones debido a su naturaleza neutra que les permite mantener relaciones exitosas con líderes de cualquier opinión o partido político; por supuesto, añadido a su neutralidad es imprescindible el empleo de la luenga preparación que tienen desde muy jóvenes para desempeñarse como diplomáticos una vez en el cargo.

Asimismo, en la competencia nacional, una ventaja importante de la posición apolítica de estos líderes y de su exquisita educación en urbanidad se ve evidenciada en la excelente imagen que el pueblo percibe de ellos, siendo algunos monarcas catalogados como los jefes de Estado con mayor aprobación del mundo. La Reina Elizabeth II se ha mantenido siempre en altos niveles de aprobación, en el año 2012 llegó a tener un 90% de aprobación como Reina. En otras monarquías avanzadas como Noruega, el Rey Harald tiene una aceptación del 93% y en Países Bajos la Familia Real recibió la aprobación de parte del 85% de la población. En el caso de los países con repúblicas se puede ver un panorama completamente distinto, por ejemplo, en Francia, Hollande tiene menos de 20% de aprobación según sondeos recientes[7] y en Estados Unidos, el promedio de aprobación de Obama en sus dos mandatos es de 47%[8]. Pero también han habido monarquías que han tenido altibajos por distintas razones, por ejemplo en la Corona española, la aprobación del Rey Juan Carlos I bajó más que nunca a 42% poco antes de su abdicación el año pasado. Pero, ¿por qué  imagen percibida de los políticos de las repúblicas es tan poco prometedora a pesar de no haber pasado por situaciones como las del Rey Juan Carlos I? Considero que esto se debe a dos factores:

Primero a que las cabezas de las repúblicas tienen un pasado desconocido y lo que se sabe de ellos gira solamente en torno a una corta etapa de sus vidas, por ende, la población no puede mantener un juicio real u holístico sobre los presidentes más que juzgarlos por un período corto de tiempo, en el caso de Obama durante los 7 años que viene gobernando su promedio de aprobación no abarca ni siquiera la mitad de la población estadounidense; tal vez si la población pudiera tener más tiempo junto a él podrían juzgarlo desde una perspectiva más amplia, pero en una república el cambio constante de jefes de Estado genera muchas incógnitas en el pueblo, para entender cuán corta es la estadía de estos funcionarios cabe exponer que en lo que va del reinado de Elizabeth II han habido doce presidentes distintos en los Estados Unidos. Por otro lado, en el caso de la monarquía española, el reinado de Juan Carlos I duró 38 años y tuvo un promedio de aprobación general por encima del 70% hasta que los medios armaron revuelo en el año 2012 por una expedición de cacería que realizó en Botsuana durante la crisis española; no obstante, Su Majestad mantuvo más de la mitad de la aprobación del pueblo que lo apoyaba con anterioridad porque se presume que estos españoles no juzgaban solamente la acción poco pertinente que habría realizado en aquella ocasión, pero también tomaban en cuenta todos los logros que consiguió para España a lo largo de su regencia en el trono español. Del mismo modo, en el caso británico, la Reina Elizabeth II tuvo un grave problema de imagen junto a la Casa Real Británica en 1997, debido a que no se realizó un mandato para izar a media asta la bandera en el Palacio de Buckingham para honrar la muerte de Diana de Gales, acaecida en París; “esta omisión causó indignación pública”[9] y es probable que haya sido el incidente que más ha afectado la imagen de la Reina en seis décadas; sin embargo, con el pasar del tiempo y las acciones que tomó al respecto, Elizabeth II ha recuperado totalmente la aprobación de su pueblo.

En segundo lugar, los presidentes entran al poder bajo la imagen de un partido político con intereses que dividen al país; la forma en la que llegan al poder es a través de la dictadura de las masas y la ilusión de elección. Cuando uno de estos políticos es elegido, llega al poder con una deuda a su partido político y a aquellos grupos que votaron o ayudaron a que este sea electo; existe usualmente un sector de la población considerable (podría ser hasta el 49% de la población) que no votó por aquel candidato y que, por ende, pasa a ser un jefe de Estado que no responde a los intereses esos ciudadanos, no los representa a través de su partido ni genera identificación en ellos. En el caso de la monarquía, el monarca ha de ser el rey de todos y para todos los ciudadanos, por ello mantener una condición apolítica es fundamental para crear unidad en la población y es esta es una de las claves que le dan a un monarca una valiosa imagen que genera mayor identificación en la población.

Dentro de una monarquía, el rey pasa a ser jefe de Estado, simple y llanamente porque este nace con esa función y responsabilidad. Si la democracia es la premisa, es preferible un puesto hereditario sin auspiciadores frente a un cargo que responde a intereses privados de los magnates y empresas que controlan los partidos políticos a favor de ciertas esferas de la economía y de la sociedad. Un jefe de Estado debe poder moverse como un ente neutro y así servir de moderador ante cualquier decisión importante o conflicto político en el país para garantizar estabilidad a su pueblo y justamente es esa una de las características propias de un monarca. Una vez que un rey es investido, este deber se vuelve una responsabilidad que lo acompañará idealmente hasta el último de sus días; siendo así su labor un testimonio de su vida. Como monarca podrá ver crecer las semillas sembradas en pro de su país, direccionarlo hacia las metas a largo plazo, crecer junto a él y ser un símbolo sostenido en representación de la totalidad de su pueblo.

No existe una forma de gobierno perfecta ni una que todo el mundo prefiera; no obstante, la monarquía constitucional es lo más cercano a la democracia y al progreso que existe en la práctica y las estadísticas respaldan esto: la imagen de las monarquías es percibida como la forma de gobierno más democrática, según reportes del año 2014, los dos países que lideran la lista de los países más democráticos son monarquías constitucionales (Noruega y Suecia) y en el Top 10 figuran cuatro monarquías más (Dinamarca, Nueva Zelanda, Países Bajos e Inglaterra)[10]. En los datos ofrecidos por el Fondo Monetario Internacional en el 2014, el estudio de PBI per cápita mostró que en el Top 25 aparecen doce monarquías constitucionales, diez repúblicas, dos monarquías absolutistas y una región especial (Hong Kong). Según el Informe de Índice de Desarrollo Humano 2014 del Programa de Naciones Unidas, figuran en el Top 10, dos monarquías constitucionales en los primeros  puestos (Noruega y Australia) y otras cuatro monarquías constitucionales más en la lista (Países Bajos, Nueva Zelanda, Canadá y Dinamarca); mientras que solo aparecen tres repúblicas (Estados Unidos, Alemania y Singapur) en la misma[11]. Hay que tomar en cuenta que en la actualidad se mantienen de pie tan solo 23 monarquías constitucionales en el mundo (y 16 países más que se adhieren a la fórmula, pertenecientes a la Mancomunidad de Naciones, pero todos ellos comparten como Jefa de Estado en común con el Reino Unido a S.M. Elizabeth II) y 148 repúblicas; no obstante, a pesar de ser una minoría, las monarquías constitucionales ocupan la mayor parte en las posiciones más elevadas de estos rankings que evalúan la calidad de los gobiernos por distintos ángulos.

Los cambios y mejoras correspondientes a toda nación han de ser llevados con sabiduría y coherencia. Un ícono que permaneciese como elemento conciliador y cohesionador de manera sostenida en el tiempo sería la figura óptima no solo para los cambios que involucran a su patria, sino también como un ente que genere identificación, familiaridad, representatividad y confianza en la creación de un futuro de la mano de toda su nación.


[1] Silva d’Andrea, Dario. (2011) Cuánto ganan y cómo gastan las monarquías Revisado el 28/08/2015 http://www.perfil.com/internacional/Cuanto-ganan-y-como-gastan-las-monarquias-20111231-0003.html
[2] Domenico Ferrara (2012) Napolitano ci costa 228 milioni di euro. Revisado el 27/08/2015 http://www.ilgiornale.it/news/interni/napolitano-ci-costa-228-milioni-euro-881525.html
[3] Palmer, Richard. (2013). £32million? Our Queen is no longer the dearest monarch. Sunday Express Revisado el 30/08/2015 http://www.express.co.uk/news/royal/412849/32million-Our-Queen-is-no-longer-the-dearest-monarch
[4] (2015) ¿Cuánto pagan los Estados a sus expresidentes? Revisado el 28/08/2015
http://actualidad.rt.com/actualidad/165060-sueldo-pension-expresidentes-paises
[5] Worstall, Tim. (2012). Queen Elizabeth II Is Worth £44 billion. Forbes Magazine. Revisado el 28/08/2015 http://www.forbes.com/sites/timworstall/2012/05/27/queen-elizabeth-ii-is-worth-44-billion/
[6] (2015) Princess Charlotte Worth £1Bn to Economy. Revisado el 27/08/2015
http://www.femalefirst.co.uk/royal_family/princess-charlotte-worth-1bn-economy-770557.html
[7] Frost, Lauren (2015) Hollande’s approval ratings climb off rock bottom: French poll Revisado el 27/08/2015 http://www.reuters.com/article/2015/04/18/us-france-hollande-poll-idUSKBN0N90EX20150418
[8] (2015) Presidential Approval Ratings — Barack Obama Revisado el 27/08/2015
http://www.gallup.com/poll/116479/barack-obama-presidential-job-approval.aspx
[9] MacQueen, Ken; Treble, Patricia (2012).The Jewel in the Crown. Toronto: Maclean’s.  Pp: 43–44. Revisado el 27/08/2015
[10] Pölzlbauer, Christa y otros (2014) Global Democracy Ranking Revisado el 28/08/2015 http://democracyranking.org/
[11] (2014) Informe sobre Desarrollo Humano. Revisado el 28/08/2015http://www.undp.org/content/dam/undp/library/corporate/HDR/2014HDR/HDR-2014-Summary-Spanish.pdf

 

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