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El cambio en el paradigma educativo: Una reflexión desde la pedagogía estoica de Epicteto

por PÓLEMOS
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Nicole Oré Kovacs

Psicóloga y docente en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.


La idea clásica de universidad como escenario de formación del pensamiento crítico se ha desestimado a favor de un modelo educativo neoliberal. Ello ha supuesto una serie de cambios organizacionales e institucionales en los valores, las coordinación universidad-estado, las estructuras y procesos administrativos y los procesos de toma de decisiones (Bruckmann & Carvalho, 2018). Haciendo especial énfasis en el cambio de los valores, Lincoln (2018) señala que los valores de la universidad tradicional están siendo reemplazados por nuevos valores vinculados al mercado y a la cultura corporativa. Se busca, por tanto, que las facultades sean altamente eficientes, competitivas, productivas y rentables. No obstante, la metodóloga cualitativa destaca que, en el ámbito de la investigación y la vida universitaria, esto se manifiesta en una alta competitividad entre colegas, promoviendo la desaparición de la conversación e intercambio de saberes.

En una entrevista realizada en 2018, Noam Chomsky describe dos tipos de responsabilidad de los intelectuales (Spooner & McNinch, 2018). La primera se fundamenta sobre principios éticos o morales. La segunda se vincula a la demanda de las estructuras autoritarias, como el poder corporativo. Estas responsabilidades exigen la asunción de dos tipos de roles. Para el filósofo y lingüista, en nuestra época tenderemos a respetar al intelectual que apruebe, sostenga y sirva a los sistemas doctrinales y condenamos o rechazamos al intelectual crítico que se plantea preguntas respecto al ejercicio del poder. El acento se coloca sobre los efectos del neoliberalismo en los modos a través de los cuales los intelectuales se relacionan con los asuntos públicos. El modelo neoliberal aplicado en la educación superior reduce la posibilidad de los académicos para asegurar posiciones que les permitan funcionar efectivamente como investigadores y docentes. Por lo tanto, se reduce su rol a un mero gestor o difusor de conocimiento. De ahí que los intelectuales prefieran trabajar para el sistema de manera pasiva y obediente para obtener sus beneficios. De hecho, en el ámbito de la investigación académica, Busch, Tapia y Olaya (2013) subrayan que la reducción del conocimiento a una mercancía resulta en una serie de prácticas académicas preocupantes. Entre estas, se encuentra la exacerbada producción académica realizada por profesores e investigadores que no pretenden promover el avance de sus disciplinas o resolver problemas sociales, sino publicar para engrosar el currículo e incrementar el salario. Este proceder aspira a acelerar la productividad académica y reduce la práctica investigativa a una mera variable de producción.

Este problema es serio y afecta directamente a todo aquel que ha encontrado en la academia un lugar para desarrollar su vocación. Además, ilustra un importante cambio en la educación, que está ahora más orientada a una mera formación profesional. Por lo tanto, con miras a poner en cuestión estas circunstancias y proponer soluciones prácticas, resulta pertinente recuperar la antigua reflexión de la filosofía estoica, desarrollada en un periodo histórico caótico y hostil no tan diferente al nuestro. La pregunta que orienta este breve artículo es: ¿Qué propuesta educativa puede extraerse de la filosofía estoica de Epicteto y cuál es la actitud filosófica que propone? Para ello, se revisará, desde la última estoa, la propuesta pedagógica estoica a partir de la filosofía de Epicteto que se recoge en el Manual para la vida feliz[1] (2015) y las Disertaciones por Arriano (1993)[2].

La pedagogía estoica

Larivée (2021) señala que Séneca, Marco Aurelio y Epicteto compartían la concepción platónica de la sociedad como principal fuente de corrupción humana. Para la filósofa, la educación filosófica se enfoca en los individuos con el objetivo de restaurar la vida y sanar. Se trata de una reeducación que requiere aprender a vivir tras liberarse de falsas creencias, valores y conductas restrictivas. De hecho, Epicteto describe el principio de la filosofía como la percepción de la propia debilidad e incapacidad respecto a lo necesario (Diss, 2.11.1). Ello supone dar cuenta de la aplicación práctica inadecuada o injustificada para luego disponer y asegurar los cánones:

Ahí está el principio de la filosofía: el sentimiento de la contradicción mutua entre los hombres y la búsqueda de dónde se originan la contradicción y el reproche y la desconfianza del simple parecer; cierta investigación sobre si el parecer es un parecer correcto y la invención de algún canon, como para los pesos hemos inventado la balanza y para lo derecho y lo retorcido la regla. (Diss, 2.11.13)

La cita anterior esclarece la tarea investigativa y formativa implícitas en el principio filosófico. Primero, es necesario reconocer cierto sentimiento de contradicción para luego buscar dónde se origina la misma. A través de la investigación se evaluará si “el parecer” (la representación) es correcto. De no serlo, es tarea del filósofo inventar alguna teoría (canon, en palabras de Epicteto) que pueda observarse y asegurarse. Esta es una tarea eminentemente práctica. Por ello, Epicteto señala “Conténtate, por lo tanto, y en toda circunstancia, con ser un filósofo, y en cuanto a parecerlo, basta con que lo parezca para ti” (Ench, 23). Según Larivée (2021), Epicteto prepara a sus estudiantes a trasladar lo aprendido a la práctica, fuera de la escuela. Por ello, realiza ejercicios de visualización y describe escenas específicas cuya ocurrencia en la escuela es altamente probable. Así, la educación ocurre cuando los roles de profesor y estudiante se integran y cuando lo aprendido puede ser ejercido.

El interés de Epicteto por la ética es claro. En el Manual para la vida feliz, Arriano de Nicomedia describe la ética de Epicteto, fundada a partir de tres principios fundamentales: (1) el único bien es el bien moral (i.e. renuncia al placer y desinterés), (2) en la conducta humana todo depende del juicio (i.e. funcionamiento de la actividad intelectual) y (3) la naturaleza es coherente consigo misma (moral basada en una concepción de ser vivo que tienda a la conservación y que aprecia su propia existencia) (Hadot, 2015). Tras ser comprendidos, estos tres principios deben ser aplicados en toda situación de la vida cotidiana. Por ello, para el filósofo, debemos fijarnos en las cosas que “dependen de nosotros”, pues todo aquello que depende de nosotros nos pertenece. De ahí que sea necesario renunciar a todo esfuerzo de considerar como importante a aquello que nos es ajeno, pues es lo que causa dolor o sufrimiento. Al deliberar en torno a lo que nos hace bien, nos recomienda preguntarnos: “¿Debo situarla [la representación] entre las cosas que dependen de mí o entre las que no dependen de mí?” (Ench, 11). Distinguir entre lo que depende de nosotros y lo que no es uno de los caminos para alcanzar la imperturbabilidad (Braicovich, 2008). Se trata de aquello que se predica de las actividades o disposiciones mentales (desear, opinar, tener un impulso).

Como puede verse hasta aquí, la filosofía de Epicteto es de carácter práctico. La actividad de la teoría es insuficiente para vivir bien. Por ello, desde el ámbito formativo, es necesario que los estudiantes implementen lo visto en la teoría. Según Tremblay (2019), Epicteto se encuentra profundamente comprometido con el intelectualismo socrático, a partir del cual es necesario adscribirse siempre a la verdad. No obstante, esta adscripción debe ser luego llevada a un ámbito práctico. Por lo tanto, la acción debe derivarse del conocimiento o saber.

Crítica hacia el intelectualismo

En la filosofía de Epicteto puede esbozarse a la figura del filósofo con una clara inspiración socrática:

Y si, rodeado por aquellos que desconocen la filosofía, la conversación se entrara en algún principio teórico, guarda silencio. De lo contrario te arriesgas a vomitar todo lo que no hayas digerido bien. Y si en ese momento alguien te dice que no sabes nada y tú no te sientes ofendido, ten por cierto que has comenzado a realizar la tarea que te habías propuesto. Piensa que las ovejas no le dan cuenta al pastor de lo que comen trayéndole el forraje, sino, una vez digerido éste en su interior, produciendo leche y lana. De la misma manera, no hagas demostraciones de tus principios con quienes son ajenos a la filosofía, sino muéstrales las acciones que se derivan de esos principios bien digeridos. (Ench, 46)

De la cita anterior puede deducirse que Epicteto propone una actitud filosófica que no se reduce al trabajo con la teoría, sino que más bien requiere de cierta “digestión”. La metáfora digestiva, señala Tremblay (2019), ilustra el proceso de formación el filósofo. Por ello, “vomitar” implica intentar superar el nivel de progreso intelectual, diciendo más de lo necesario o intentando explicar cuestiones que aún no se comprenden del todo. Por su parte, digerir supone añadir a la teoría algo “más”, que podríamos interpretar como lo integrado a ella una vez que se pone en práctica. La digestión requiere entrenamiento, debiendo ser establecida como un hábito. Este hábito implica un compromiso genuino con la tarea filosófica e investigativa.

Epicteto dirige una fuerte crítica contra los académicos en Diss 1.5.1-10, señalando a la obstinación intelectual y moral como un problema, sobre todo cuando no se admiten opiniones o posturas distintas en un debate. Al respecto, señala que

Éste no ve la contradicción: mal está. Pero el otro, viéndola, no se mueve ni saca provecho: está aún peor. Tiene mutilados el sentido de respeto y el sentido moral, y la facultad de razonar no la tiene mutilada, pero la tiene embrutecida. ¿Y eso voy yo a llamarlo fortaleza? (…). (Diss, 1.5, 8-10).

La cita anterior nos permite recuperar el problema esbozado en la introducción del presente artículo, específicamente respecto a la actitud de los académicos de nuestros tiempos. Epicteto sentencia claramente que no valora a aquellos académicos que, detectando una contradicción, no la señalan para proponer un canon diferente. Esto es precisamente con lo que nos encontramos hoy en el ámbito académico, a saber, investigadores que se preocupan por ser altamente productivos, publicando cada vez más y más rápido, por lo que no dedican tiempo a investigaciones profundas y complejas (Edwards & Roy, 2017).

La metáfora digestiva utilizada en por Epicteto esclarece su propuesta formativa, así como también la actitud filosófica. En Diss 3.21 vuelve a utilizarla para criticar a quienes se presumen ser filósofos pero que tan solo vomitan los preceptos a sus discípulos o estudiantes. Epicteto recomienda, una vez más, la necesidad de digerirlos, cuestión que se manifiesta luego en los cambios que estos preceptos producen en la actitud y hábitos del filósofo que los aprende. Para Marsico (2021), la crítica de Epicteto a la educación centra su atención en la instrucción, la cual suele estar a cargo de docentes sin una formación o vocación filosófica. Estos, en tanto que no combinan apropiadamente la teoría y la práctica, estimulan la formación del vicio.  

Tanto en el Manual como en las Disertaciones, Epicteto se muestra preocupado por el progreso de sus estudiantes. Esta preocupación radica, específicamente, en el elitismo intelectual que se produce una vez que se aprende la teoría, lo cual desvirtúa la función formativa de la filosofía estoica (Tremblay, 2021). De hecho, la motivación de muchos radica en ser considerados inteligentes, en desmedro de ser virtuosos:

¿Cómo entonces, si estamos de acuerdo en que la virtud tiene ese carácter, buscamos y exhibimos el progreso en otra parte? ¿Cuál es el resultado de la virtud? La serenidad. Entonces, ¿quién progresa? ¿El que ha leído muchos tratados de Crisipo? ¿Pero verdad que la virtud no consiste en haber entendido a Crisipo? Porque si es eso, de acuerdo: el progreso no es otra cosa sino entender muchas obras de Crisipo. Pero, en realidad, reconocemos que la virtud produce una cosa, y declaramos el acercamiento a ella, el progreso, en otra. (Diss, 1.4.5-8)

En esta cita podemos observar una vez más una posición crítica frente a un intelectualismo que entiende al progreso como la mera adquisición de conocimientos o la comprensión de textos complejos. Aquí, Epicteto se pregunta si realmente progresa aquel que ha leído o comprendido mucho, en contraste con aquel que puede llevar a la práctica lo aprendido. Lo que debe hacer el estudiante virtuoso es, más bien, desarrollar su libre albedrío, en aquello que depende de sí mismo. De esa forma, lo aprendido movilizará al cambio de actitud frente a al sufrimiento y padecimiento de la vida.

Conclusiones

La breve revisión realizada en el presente artículo ilustra los fundamentos para una pedagogía estoica a partir de la filosofía de Epicteto. Si bien el problema esbozado inicialmente corresponde a un fenómeno eminentemente moderno, sorprenden las similitudes en torno a los valores implícitos en la tarea educativa y a las actitudes de los instructores y estudiantes. Epicteto criticaba duramente a los intelectuales que se mofaban de su saber y se contentaban con acumular meras representaciones sin proponerse a aplicarlas en la práctica. Además, se preocupaba por sus estudiantes, algunos de los cuales aspiraban a la imagen del intelectual, tan criticada por nuestro filósofo.

Asimismo, podríamos establecer algunas similitudes entre la función y principio de la filosofía con la labor investigativa. Detectar contradicciones y anomalías, ponerlas en cuestión y fundamentar nuevos cánones teóricos -susceptibles estos a ser cuestionados también- es una práctica fundamental para la tarea filosófica. También lo es para la investigación moderna, pues los paradigmas científicos se modifican movilizados por la constante puesta en cuestión de sus fundamentos epistemológicos y metodológicos. No obstante, el problema de nuestros tiempos radica en que, desde la academia, se desestiman las propuestas que critican o ponen en cuestión el canon teórico de determinada disciplina. Más aún, la investigación suele circunscribirse a la esfera académica, desestimándose así su vínculo con las demás esferas de la vida. Por ello, la pedagogía estoica desde la perspectiva de Epicteto resulta de interés para recuperar el vínculo entre la teoría y la práctica, así como también el rol de los profesores y estudiantes, ambos comprometidos en el desarrollo de hábitos prácticos que procuren alcanzar la virtud.


Referencias 

[1] En adelante, Ench.

[2] En adelante Diss.  

Bibliografía

Braicovich, R. S. (2008). La Posibilidad De La “Acción Libre” En Las Disertaciones De Epicteto. Revista de Filosofía, 64, 17–31. https://doi.org/10.4067/s0718-43602008000100002

Bruckmann, S., & Carvalho, T. (2018). Understanding change in higher education: an archetypal approach. Higher Education, 76(4), 629–647. https://doi.org/10.1007/s10734-018-0229-2

Busch, A., Tapia, M., & Olaya, L. (2013). Indexación y exclusión. Desde El Jardìn de Freud, (13), 381–397.

Edwards, M. A., & Roy, S. (2017). Academic Research in the 21st Century: Maintaining Scientific Integrity in a Climate of Perverse Incentives and Hypercompetition. Environmental Engineering Science, 34(1), 51–61. https://doi.org/10.1089/ees.2016.0223

Epicteto. (2015). Manual para la vida feliz. Madrid: Errata Naturae.

Epicteto, Arriano, & Ortiz García, P. (1993). Disertaciones por Arriano. Madrid: Gredos.

Hadot, P. (2015). Una lectura del manual. In Manual para la vida feliz. Errata Naturae.

Larivée, A. (2021). Seneca, Epictetus, and Marcus Aurelius: Education and the Philosophycal Art of Living. In A. Mintz (Ed.), A History of Western Philosophy of Education in Antiquity. Bloomsbury Publishing.

Lincoln, Y. S. (2018). A dangerous Accountability: Neoliberalism’s Veer Toward Accountancy in Higher Education. In M. Spooner & J. McNinch (Eds.), Dissident Knowledge in Higher Education. University of Regina Press.

Marsico, C. (2021). EPICTETUS ON PHILOSOPHERS AND NON-PHILOSOPHERS. The Classical Review, 71(2), 352–354. https://doi.org/10.1017/s0009840x21001074

Spooner, M., & McNinch, J. (2018). An Interview with Dr. Noam Chomsky on Neoliberalism, Society, and Higher Education. In Dissident Knowledge in Higher Education. University of Regina Press.

Tremblay, M. (2019). Digestion and Moral Progress in Epictetus. Journal of Ancient Philosophy, 13(1), 100–119. https://doi.org/10.11606/issn.1981-9471.v13i1p100-119

Tremblay, M. (2021). THEORY AND TRAINING IN EPICTETUS’ PROGRAM OF MORAL EDUCATION. Queen’s University.

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