Juan Pablo López Sevilla
Egresado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México. México Sin Fronteras (MSF).
El pasado 26 de Abril de 2016 se cumplieron 30 años del accidente nuclear más recordado y trascendental del que el hombre tiene registro, la tragedia en la central nuclear Vladímir Ilich Lenin, en Chernóbil, Ucrania; ocurrido cuando el equipo que operaba en la central se propuso realizar una prueba con la intención de aumentar la seguridad del reactor. Durante la prueba en la que se simulaba un corte de suministro eléctrico, un aumento súbito de potencia en el reactor 4 de esta central nuclear produjo el sobrecalentamiento del núcleo del reactor nuclear, lo que terminó provocando la explosión del hidrógeno acumulado en su interior [1].
Lo anterior causó la muerte directa de 31 personas [2], forzando al gobierno de la Unión Soviética a evacuar a más de 135´000 personas, provocando así una alarma internacional al detectarse radiactividad en diversos países de Europa septentrional y central; siendo así el siniestro causado por el humano que más daño ha causado al medio ambiente (por si solo) y que mayor consternación y movilidad ha generado en la Sociedad Internacional, respecto a tópicos medioambientales.
Empero, a pesar de la conmoción, en primera instancia fue muy poca la información disponible que detallara la naturaleza y magnitud de la catástrofe, tomando bastante tiempo para que las autoridades responsables, tanto nacionales como internacionales, estructuraran los programas operativos con la suficiente eficacia para abordar el problema; debido en gran medida al intento por parte del gobierno soviético de ocultar toda muestra o evidencia de que tal accidente hubiera ocurrido, lo cual fue imposible dada la magnitud del mismo. Púes la verdad siempre haya la luz, y las acciones son más ruidosas que las palabras.
Por ello, en cuanto hubo suficiente información respecto a la gravedad de lo sucedido, las autoridades europeas implementaron una serie de programas de monitoreo en las zonas afectadas; seis meses después, se determinó cuál fue la mayor consecuencia generada tras el accidente.
Dicha consecuencia estriba en los radionucleidos [3] que más se concentran en la leche, los cuales causan efectos dañinos irreversibles en la salud. Una vez que se conoció la presencia de contaminantes radiactivos en el aire se comenzaron a realizar estudios en la leche, sin haber encontrado contaminación alguna en los momentos cercanos del accidente.
Semanas después se detectó el aumento de los niveles radiactivos; Irlanda fue de los países más afectados, dado que en los días posteriores al siniestro hubo una nube radiactiva que viajó a través de los países vecinos, que según los informes del Nuclear Energy Board de Dublín, fue entre el 2 y 4 de Mayo que dicha nube afectó a Irlanda, debido a la lluvia que cayó sobre ese país justo cuando se encontraba sobre su territorio [4]; entonces, la contaminación llegó a todos los alimentos cultivados y a los animales que comieron de los pastizales afectados.
Empero, a pesar de la prontitud (luego de obtenida la información) con la que reaccionaron los organismos internacionales que intervinieron en este asunto al igual que los países directamente afectados en Europa por este accidente [5], los mismos no dieron aviso a los países de América sobre las medidas a adoptar sobre todo en materia de control de los alimentos que estaban importando del continente europeo. Fue hasta seis meses después que se recibió la información técnica sobre este asunto por parte de algunos de los organismos internacionales involucrados a los Estados periféricos.
En este contexto es cuando México se vio afectado de manera directa debido a la tragedia de Chernóbil, púes éste importó de la República de Irlanda (como lo venía haciendo desde 1979), diversas cantidades de leche en polvo destinadas a cubrir las necesidades abasto en nuestro país [6].
Así, entre Junio y Octubre de 1986 llegaron a México, provenientes de Irlanda cinco embarcaciones de leche en polvo que resultaron con diversos niveles de contaminación radiactiva. De estos embarques, Irlanda no presentó certificado de niveles de radionúclidos porque el gobierno mexicano no lo exigió.
Fue hasta fines de ese año cuando se realizó la reunión internacional más trascendental relativa a los niveles de contaminación aceptables para el consumo humano, que se llevó a cabo del 1 al 5 de Diciembre de 1986 en Roma, Italia, “Codex Alimentarius”; antes de ella no existía norma alguna o especificación-técnica de alcance internacional, por lo que los alimentos que circulaban en el comercio internacional no estaban regulados de manera cabal [7].
Fue en este contexto que la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (CONASUPO) recibió el reporte de la Compañía Whayt Vales, de que le había vendido leche en polvo con una contaminación de 2700 bq/kg de cesio 137; 1000 bq/kg más de lo permitido [8].
CONASUPO entonces envió 5 muestras de esa leche al Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares (ININ), quien confirmó la existencia de Cesio radiactivo. Luego, siendo la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (CONASENUSA) el organismo especializado en mediciones radiológicas; se le solicitó su intervención, quien a su vez confirmó los estudios de ININ; por lo que se inició un programa de muestreo de la leche existentes en las bodegas de CONASUPO-LICONSA.
Durante este proceso, la Secretaría de Salud (SSA) no estaba al tanto del nuevo requerimiento. Esta dependencia desconocía lo que ocurría respecto a la leche contaminada. En cuanto la SSA de lo que ocurría, se verificó el 23 de febrero de 1987 la primera reunión de un grupo de trabajo integrado para atender el problema de importación a México de leche contaminada con Cesio radiactivo proveniente de Irlanda.
CONASENUSA recomendó a CONASUPO rechazar la leche contaminada con Cesio radiactivo para evitar los graves daños a la salud de la población que ello generaría [9]. La CONASUPO hizo caso omiso a tal petición, debido a que la recomendación de la CONASENUSA de regresar la leche contaminada no encontró cabida por los “problemas de comercio Internacional” que le acarrearía a la CONASUPO.
En Marzo de 1987, CONASUPO envió a CONASENUSA muestras de leche irlandesa que llegó en las embarcaciones Cape Matapas y Victor. Al mismo tiempo, del 8 al 21 de ese mismo mes, viajó a Irlanda el Lic. José Ernesto Costemalle, Director de CONASUPO. Para abril de 1987 CONASUPO formalizó el Convenio con la exportadora irlandesa Irish Dairy Board, que marcó que el límite total de elementos radiactivos sería de 370 bq/kg, siguiendo los estandares internacionales.
Luego, entonces, en junio, el día 3 llegó a Veracruz el barco Adventure con leche Irlandesa; el día 9 la CONASENUSA “recomendó” que todo embarque de leche de procedencia europea no rebasará los 50 bq/kg (un límite más estricto que el internacionalmente aceptado); el día 14 ingresó a Veracruz el barco Tenacious también con leche irlandesa.
La leche transportada por estos barcos fue la que suscito una gran polémica, no sólo por el desconocimiento que se tenía en esa época de lo que significaba la radiación, sus consecuencias y límites sanos para el ser humano, sino además de que se enfrentó el diferendo suscitado por la aceptación de normas técnicas internacionales y la aplicación en el país de otras medidas más estrictas para los productos importados. Esto último provocó que se celebrara el 8 de julio de 1987 una reunión en la que participaron representantes de la SSA, CONASUPO y CONASENUSA; con el objeto de discutir los problemas de carácter técnico para ver la posibilidad de diluir la leche en polvo contaminada a fin de disminuir ese nivel. Posteriormente, el 21 de enero de 1988, el Grupo de los Cien [10] en Conferencia de prensa, denunció la compra de 17,000 toneladas de leche en polvo radiactiva y exigió al gobierno su devolución al país de procedencia, Irlanda.
Después de nueve meses de discusiones, embargos precautorios en las aduanas marítimas, pruebas fallidas de reutilización de la leche contaminada, denuncias de ONGS, reuniones de alto nivel entre diversas autoridades, rumores de todo tipo sobre los efectos en la población por el consumo de leche contaminada, comparecencias de funcionarios ante la Cámara de Diputados, negociaciones con la empresa Irlandesa, etc.; el 18 de febrero de 1988 la Secretaría de Salud ordenó oficialmente la devolución de la leche en cuestión.
El 16 de marzo de 1988 salieron del puerto de Veracruz dos barcos, el Sonora y el Pheasand, con destino a Rotherdam, Holanda y Cork, Irlanda.
Finalmente, en Agosto de 1988 se publicó en el Diario Oficial la norma técnica 316 emitida por la Secretaría de Salud, en ella se fijó en 50 bq/kg el límite máximo de radiactividad para la leche producida en los países europeos, constituyéndose en una de las normas más estrictas del mundo ya que en noviembre de ese mismo año, la nueva reunión del Codex Alimentarius la fijó en 150 bq/kg.
En conclusión:
- La Compañía Nacional de Subsistencias Populares (CONASUPO) sí importó leche de Irlanda contaminada con Cesio radiactivo en 1986 y 1987.
- La Compañía Nacional de Subsistencias Populares, negligentemente importó leche contaminada con Cesio radiactivo procedente de Irlanda, en 1986 y 1987.
- La Compañía Nacional de Subsistencias Populares pudo haber evitado comprar leche contaminada con Cesio radiactivo procedente de Irlanda, ya que tenía, al menos, tres proveedores que podían suministrar leche en polvo, con calidad similar a la de Irlanda, pero sin Cesio radiactivo.
- La Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias no pudo muestrear 12,920.63 Toneladas Métricas, de un total de 28,378 Toneladas Métricas, de leche en polvo procedente de Irlanda durante 1986, porque ya habían sido comercializadas entre los meses de septiembre de 1986 y enero de 1987. De esas toneladas no se pudieron establecer niveles de radiactividad contenidos.
Referencias
[1] El País, “Los accidentes nucleares más graves de la historia”, 12 de marzo de 2011, consultado vía electrónica en: http://internacional.elpais.com/internacional/2011/03/12/actualidad/1299884412_850215.html
[2] La versión completa del informe de la OMS, adoptado por la ONU y publicado en abril de 2006, incluye la predicción de otras 9000 víctimas mortales de cáncer entre 6.8 millones de personas afectadas. Esta cifra incluye los 31 trabajadores que murieron en el accidente, y los 15 niños que murieron de cáncer de tiroides.
[3] Los radionucleidos causan diferentes problemas de contaminación según su vida media. Los de vida media corta solo supondrán un problema importante de contaminación de los alimentos cuando los niveles sean altos, como en caso de accidentes, por ejemplo. En cambio, los radionucleidos con vidas medias extremadamente largas, una vez liberados en el medio ambiente pueden considerarse permanentes. El efecto más importante de la exposición crónica a la radiación es el aumento del número de cánceres de la población expuesta, en comparación con una población que recibe menos exposición. Además, experimentos con animales indican que en las poblaciones expuestas deben esperarse efectos hereditarios.
[4] En ese sentido, en el discurso, podría pensarse que el desastre nuclear de Chernóbil fue un evento aislado en un país remoto con el cual México no tiene conexión, interés o relación alguna, y del que si se sabe nada, no pasa nada. Lógicamente, no fue el caso.
[5] El accidente nuclear y la contaminación de las diversas materias primas de los alimentos de consumo humano, generaron un grave problema de carácter internacional, al grado que las primeras reuniones estuvieron dedicadas a analizar cómo evitar la obstrucción de las relaciones comerciales de los países europeos con el resto del mundo y que los productos no estuvieran sujetos a restricciones innecesarias, toda vez que los niveles de radiación eran diversos y en muchos casos inocuos para el ser humano.
[6] En 1986, 28,174.470 Tm y en 1987, 39,000 Ton. métricas. Para 1986, México importa más de 200,000 toneladas métricas de leche en polvo; de ellas 28,174.470 Tm corresponden a leche suministrada por la Irish Dairy Board de la República de Irlanda.
[7] Proceso, Guillermo Zamora, “Leche Radioactiva, Negligencia sin Castigo”, 26 de Abril de 2014, http://www.proceso.com.mx/370752/leche-radiactiva-la-negligencia-sin-castigo
[8] Existieron intentos fallidos de diluir con leche no radiactiva para así disminuir la cantidad de contaminantes, una estrategia demasiado simple para funcionar; finalmente, a la sombra de una impunidad prevaleciente en el México desde aquel entonces, se decidió comercializar todo el producto. Esta información se mantuvo confidencial y el gobierno de Miguel de la Madrid logró controlar toda la información al respecto.
[9] La doctora Rocío Cárdenas, jefa del Departamento de Oncología del Instituto Nacional de Pediatría (INP), sostiene que la leche radiactiva fue la causante de que entre 1987 y 1997 aumentara notablemente la incidencia de cáncer infantil. “La incidencia de cáncer infantil aumentó 300 por ciento en la década que va de 1987 a 1997, al grado que se calcula que la afectación anual es de unos 900 niños de los cuales el 30% muere”.
[10] Fundado en 1985, el Grupo de los Cien es el más influyente grupo medioambiental, compuesto por más de 100 de las personalidades más prominentes de la nación en las ramas artísticas, culturales y científicas.