Ronald Cárdenas Krenz
Profesor de la Universidad de Lima, UNIFE y ESAN en el Perú (rckrenz@gmail.com).
El artículo que está usted leyendo podría haber sido escrito por una máquina y nadie se daría cuenta. ChatGPT es un chatbot de inteligencia artificial, desarrollado por Open AI, que ha llegado en noviembre último para alborotarlo todo; es gratis y está disponible para quien quiera.
Todos sabemos que si necesitamos escribir algo sobre la revolución francesa, basta escribir ambas palabras en Google y éste nos dará una larga lista de artículos en donde se habla del tema. ¿Cuál es entonces la novedad del ChatGPT? Que ya no te da un listado para que trabajes con él, ¡te da el trabajo hecho!
No solo puede hacer tareas académicas (ocasionando dolores de cabeza a los profesores para reconocer su real autoría), también puede dar exámenes y aprobarlos (ya lo probó la Universidad de Minnesota), preparar discursos (ideal para algunos políticos), escribir correos electrónicos o crear una página web; también le puedes encargar que te escriba un cuento, pedirle consejos o que te prepare una carta de amor para disculparte con tu pareja.
El problema, aparte de la facilidad del uso de este asistente robótico para hacer trampa, es que como funciona con la información que está en la red, puede perpetuar prejuicios e ideas equivocadas, no estando libres de sesgos o de difundir información falsa o engañosa, pero lo cierto es que tiene “sus” ideas, incluso políticas y éticas.
Por ejemplo, si le preguntas si Cuba es un país libre, te dirá que “su gobierno es una dictadura comunista”. Aunque a veces puede ser evasivo, como cuando le preguntas quién es el culpable de la guerra entre Rusia y Ucrania: “no hay una sola causa o un solo grupo responsable de la guerra y es esencial considerar varios factores y perspectivas”; en cuanto al tema de Las Malvinas, no asume posición alguna y solo dice que la cuestión sobre su soberanía “sigue siendo un tema de debate y controversia”.
ChatGPT es cuidadoso a la hora de pronunciarse sobre ciertos temas delicados:
¿Quiénes son más inteligentes: los hombres o las mujeres?: “No es preciso afirmar que un género es más inteligente que otro” (…) Es importante evitar estereotipos y prejuicios basados en el género”.
¿Qué te parece la canción de Shakira sobre Piqué?: “No tengo opiniones personales ya que soy un modelo de lenguaje artificial”.
¿Messi o Pelé? “Es difícil compararlos directamente, ya que jugaron en épocas diferentes y lugares diferentes;… es una cuestión de preferencia personal”.
Pero esta i.a. tiene también sus ideas éticas. Se niega a darte argumentos a favor del nazismo o del fascismo, pero no tiene reparos en darlos a favor del marxismo leninismo.
Tomando un ejemplo que analiza James Rachels, quien le preguntó si se justificaría meter a un bebé en agua hirviendo si eso pudiera evitar que estalle una bomba en una ciudad y el ChatGPT respondió que, aunque la pregunta es difícil, la decisión correcta sería salvar a la ciudad, pues salvaríamos al mayor número de personas.
Asimismo, “piensa” que si mi padre comete un delito debo denunciarlo; que no hay razas superiores; que la orientación sexual puede estar influenciada por factores genéticos, biológicos, ambientales y socioculturales; y que a veces es justificado no decir la verdad.
Le pido que me diga en tres palabras cuál es el secreto para vivir feliz. GPT contesta: “Amor, gratitud, equilibrio”.
Le pregunto si hay lugar para la esperanza en el futuro de la humanidad, tarda algo más en contestarme, y me dice: “Sí, definitivamente”, dándome sus razones. Y yo le quiero creer, dudando en si de verdad es una respuesta racional, o si de repente la máquina (que dice que no tiene sentimientos ni emociones), ha querido hacerme sonreír.
Termino este artículo y le pido al chat sugerencias para titularlo y entonces me sugiere uno que se parece demasiado a un artículo de Oppenheimer y agrega dos más: «La AI que escribe tus trabajos y te da consejos». “El ChatGPT y sus ideas políticas y éticas: ¿Un riesgo para la información veraz?».
Me parecen buenos, muy buenos, pero al final me gana acaso la vanidad personal o el orgullo humano, y dejo nomás el que había pensado, seguro de que las próximas batallas entre la i.a. y mi pequeño cerebro serán mucho más difíciles.