Alana Cavalcante Carvalho
Máster y doctoranda en Derecho Internacional y Derechos Humanos por la Universidad Carlos III de Madrid y asesora jurídica en la organización Women Enabled International
- Introducción
La pandemia de la COVID-19 ha cambiado, entre muchas otras cosas, nuestra manera de interactuar socialmente, obligándonos a aislarnos en casa durante meses. El aislamiento, que, para la mayoría de las personas, supuso sentir una mayor protección ante los peligros de contagiarse por el virus, para muchas mujeres implicó exponerse aún más a otra amenaza, también potencialmente letal: la violencia de género. La cuestión es tan preocupante, pero tan poco abordada, que la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para la igualdad de género (ONU Mujeres) acuñó la expresión “la pandemia en la sombra”[1] para referirse a la elevada incidencia de violencia de género en 2020.
En el caso de las mujeres con discapacidad en esta situación, la invisibilidad de la violencia de género es aún mayor, aunque su situación de vulnerabilidad ante la violencia se profundice, dado que la discriminación por razón de sexo y la por razón de discapacidad interactúan de modo a crear formas únicas y profundizadas de discriminación, generando consecuencias nefastas en el ámbito de la violencia de género y convirtiendo a las mujeres con discapacidad en un blanco potencial para este tipo de violencia durante la pandemia. Este fenómeno se examina en la literatura especializada bajo la expresión discriminación interseccional, que se entiende como la interacción entre dos o más fuentes de discriminación en el mismo individuo, creando nuevas y profundizadas formas de discriminación[2].
La actualidad del asunto hace que los datos disponibles sean escasos, pero hay indicios de que el aislamiento social actúa como catalizador de la violencia intrafamiliar, debido a razones que se desarrollarán posteriormente en este artículo. Además, la situación parece ser mucho más grave de lo que los escasos datos sobre el tema indican. Antonio Guterres, secretario general de la ONU, declaró que, pese a que los datos de 2020 acerca de la incidencia de violencia de género comprueben una parte del problema, se calcula que el riesgo que experimentan las mujeres y niñas sea mucho más elevado, debido a que los esfuerzos políticos se han centrado en responder a la pandemia, en vez de priorizar la identificación, respuesta y recogida de datos sobre la violencia de género[3]. La situación se agrava para mujeres con discapacidad al observar que, en los estudios disponibles sobre el tema, no se recogen datos desglosados por discapacidad, ocultando la experiencia de este colectivo entre las víctimas de violencia de género.
Ante la escasez de información estadística y consciente de la importancia de arrojar luz a un tema frecuentemente invisibilizado, analizaré en el presente artículo las especificidades de la violencia contra mujeres con discapacidad durante la pandemia y cómo la discriminación interseccional incide en ello, hallándolas en una situación de especial vulnerabilidad ante la violencia de género.
- La violencia de género contra mujeres con discapacidad durante la pandemia
Las mujeres con discapacidad expuestas a la violencia de género en el contexto de aislamiento social enfrentan barreras tanto por el hecho de ser mujer como por ser una persona con discapacidad, experimentando consecuencias que las demás mujeres no viven al ser víctimas de violencia, como la falta de accesibilidad al intentar denunciar la violencia o la escasez de información accesible acerca de cómo hacerlo. Estas son algunas demostraciones de cómo la discriminación interseccional ha incidido sobre las mujeres con discapacidad que han sufrido violencia de género durante la pandemia. La noción de discriminación interseccional resalta las consecuencias estructurales y dinámicas del resultado de la interacción de dos o más ejes de discriminación[4] y, en el caso de las mujeres con discapacidad, la interacción entre la discriminación por razón de sexo y la discriminación por razón de discapacidad crea opresiones no experimentadas por los hombres con discapacidad y tampoco por las demás mujeres, creando barreras especificas a raíz de esta discriminación, que es el resultado de acciones de origen social, cultural, jurídico y estructural en la sociedad en que vivimos, regida por valores predominantemente masculinos y capacitistas[5].
Tal discriminación tiene múltiples consecuencias en las experiencias de mujeres con discapacidad, entre ellas en el riesgo de ser víctima de violencia de género y las consecuencias al serlo. A grandes rasgos, la violencia de género es una expresión de la desigualdad entre la mujer y el hombre a través del uso de la fuerza, del abuso psicológico, del chantaje o de la manipulación, entre otros[6]. Cuando la víctima es una mujer con discapacidad, se suma a ello la visión social negativa de la discapacidad y los mitos asociados a ellas, haciendo que el agresor tenga una imagen estereotipada de la víctima, lo que puede generar distintas consecuencias, que contribuyen al riesgo de sufrir violencia.
Durante la pandemia, muchas mujeres con discapacidad se han visto privadas de personas de apoyo profesionales y de una relación estrecha con sus redes de amistad debido a las normas de aislamiento social y confinamiento, y, por ello, muchas parejas se han convertido en sus únicas personas de apoyo. Aunque este hecho no es, en si mismo, un factor de mayor riesgo para la violencia, la posición de cuidado de la pareja –que puede generar estrés y conflictos– y la ausencia de otras redes de apoyo puede dar lugar a violencia, revictimización y a la ausencia de apoyos para denunciarlo[7].
Otro factor asociado al aumento de la incidencia de violencia de género y a una mayor dificultad de romper con el ciclo de violencia es la dependencia económica que la víctima posee de su agresor[8]. De modo general, las mujeres con discapacidad han experimentado una condición laboral y económica más precaria que las demás mujeres y que los hombres con discapacidad, con niveles más bajos de empleo y sueldo[9], pero tal situación se ha exacerbado durante la pandemia, aumentando desproporcionadamente el desempleo de las personas con discapacidad, entre ellas las mujeres. Aunque no haya datos globales sobre el tema, en Estados Unidos, una de cada cinco personas con discapacidad ha sido despedida a raíz de la pandemia, mientras que los datos de personas sin discapacidad fueron de un despido por cada siete personas[10].
En el caso de las mujeres con discapacidad que viven en instituciones, la intensa convivencia al compartir residencia o habitación con otras personas, el estrés y la presión sobre profesionales del cuidado ante el elevado número de contagios en residencias[11] y, al mismo tiempo, el aislamiento de sus familiares, han incidido en la posibilidad de que el agresor amenace o agreda la víctima y que esta no pueda recibir los apoyos de nadie durante el proceso de recuperación y denuncia de la violencia.
Denunciar un delito de violencia de género ha sido un desafío aún mayor durante la pandemia, cuando el acceso a servicios y centros de apoyo a víctimas ha estado, en muchos países, limitado debido a las medidas de aislamiento social o tales servicios han sido considerados no esenciales y temporalmente suspendidos[12]. Cuando se disponía de servicios de denuncia y apoyo, estos no siempre eran accesibles física, auditiva y cognitivamente, dejando a mujeres con ciertos tipos de discapacidad al margen. En consecuencia, muchas mujeres con discapacidad víctimas de violencia de género han sufrido en silencio ante la constante violencia física y psicológica y la revictimización durante el confinamiento.
Tales barreras no son nuevas, pero se han incrementado durante la pandemia, aumentando la incidencia de violencia de género contra las mujeres con discapacidad. Pese a ello, el tema sigue sin recibir la debida atención de los Estados, aumentando la sensación de abandono e invisibilidad que sienten muchas mujeres con discapacidad víctimas de violencia de género. Para romper con este ciclo de violencia y revictimización, es necesaria una respuesta eficiente e inclusiva de los Estados, que responda a las necesidades específicas de las mujeres con discapacidad.
- Conclusiones
El año 2020 fue marcado por la pandemia, las medidas de aislamiento social y confinamiento y el incremento de la violencia de género[13]. Pese a los meses de lecciones aprendidas y al inicio de la vacunación en muchos países, el proceso para superar los efectos negativos de la COVID-19, entre ellos el aumento de casos de violencia intrafamiliar contra mujeres con discapacidad, será largo y desafiante. Por ello, es crucial ampliar el debate sobre el tema y seguir pensando soluciones para hacer frente a la discriminación interseccional que sufren las mujeres con discapacidad durante la pandemia. En vista de ello, ONU Mujeres instó a los Estados a garantizar que se incorpore la perspectiva interseccional de género y discapacidad en las políticas públicas de respuesta a la COVID-19, entre ellas las medidas de prevención y atención a la violencia de género[14].
De modo más específico, también cabe proponer a los Estados que los servicios de prevención y atención a la violencia de género sean considerados esenciales y, por tanto, no se interrumpan por medidas de confinamiento. Igualmente, tales servicios deben ser accesibles a todos los tipos de discapacidad y sus equipos profesionales deben recibir formación adecuada en cuestiones de género y discapacidad. Asimismo, se debe incluir a las mujeres con discapacidad en el proceso de diseño e implementación de políticas públicas de recuperación post pandemia, habida cuenta de que la participación de las propias mujeres en este proceso, especialmente las que han sufrido violencia, es fundamental para garantizar que sus necesidades y propuestas se reflejen en las acciones gubernamentales. Finalmente, cabe recomendar que la recogida de datos relacionados con la pandemia incluya preguntas sobre la violencia y desglose la información por sexo, discapacidad y tipo de discapacidad, para que se disponga de un retrato de violencia de género en situaciones de aislamiento social, contribuyendo al desarrollo de políticas públicas de respuesta al problema.
[1] ONU Mujeres (2020). Violencia contra las mujeres: la pandemia en la sombra. Recuperado de: https://www.unwomen.org/es/news/stories/2020/4/statement-ed-phumzile-violence-against-women-during-pandemic
[2] Véase: Crenshaw, K (1989) Demarginalizing the Intersection of Race and Sex: A Black Feminist Critique of Antidiscrimination Doctrine, Feminist Theory and Antiracist Politics. Chicago: University of Chicago Legal Forum.
[3] Noticias de las Naciones Unidas (2020). UN chief calls for domestic violence ‘ceasefire’ amid ‘horrifying global surge’. Recuperado de: https://news.un.org/en/story/2020/04/1061052
[4] Véase: Crenshaw, K (1989) Demarginalizing the Intersection of Race and Sex: A Black Feminist Critique of Antidiscrimination Doctrine, Feminist Theory and Antiracist Politics. Chicago: University of Chicago Legal Forum.
[5] El capacitismo es la discriminación contra las personas con discapacidad. Véase en: Wolbring, G. (2008). The Politics of Ableism. Revista Development.
[6] La Parra, D. y Tortosa, J. M. (2003). Violencia estructural: una ilustración del concepto. Recuperado de http://www.ugr.es/~fentrena/Violen.pdf
[7] Ramiro, P. (2005). Igualdad y no discriminación de la mujer con discapacidad. En: Casado Muñoz, R.; De Juan Barriuso, N. Inclusión y no discriminación de la mujer con discapacidad (pp. 39-43). Burgos: Universidad de Burgos.
[8] Almeida, C.; Pereira, K. y Vasconcelos, V. (2017). A análise da dependência econômica como fator condicionante para a permanência em situação de violência doméstica. Recuperado de: https://flucianofeijao.com.br/novo/wp-content/uploads/2019/04/A_ANALISE_DA_DEPENDENCIA_ECONOMICA_COMO_FATOR_CONDICIONANTE_PARA_A_PERMANENCIA_EM_SITUACAO_DE_VIOLENCIA_DOMESTICA.pdf
[9] U.S. Bureau of labor statistics (2020). Employment status of the civilian population by sex, age, and disability status. Recuperado de: https://www.bls.gov/news.release/empsit.t06.htm
[10] U.S. Bureau of labor statistics (2020). Effects of COVID-19 Pandemic on the Employment Situation News Release and Data. Recuperado de: https://www.bls.gov/covid19/effects-of-covid-19-pandemic-and-response-on-the-employment-situation-news-release.htm
[11] Amnistía internacional (2020). Abandonadas a su suerte: la desprotección y discriminación de las personas mayores en residencias durante la pandemia COVID-19 en España. Recuperado de: https://nube.es.amnesty.org/index.php/s/yKEgPgyGHSfCpba#pdfviewer
[12] BW Healthcare World (2020). Lack of access to SRHR and health care during the pandemic. How the pandemic has impacted the SRHR and what are the immediate steps that should be taken to mitigate it? Recuperado de: http://bwhealthcareworld.businessworld.in/article/Lack-of-access-to-SRHR-and-health-care-during-the-pandemic-How-the-pandemic-has-impacted-the-SRHR-and-what-are-the-immediate-steps-that-should-be-taken-to-mitigate-it-/22-12-2020-356926/
[13] ONU ACNUR (2020). Gender-based violence on the rise during lockdowns. https://www.unhcr.org/news/stories/2020/11/5fbd2e774/gender-based-violence-rise-during-lockdowns.html
[14] ONU Mujeres (2020). Women with disabilities in a pandemic (COVID-19). Recuperado de: https://www.unwomen.org/en/digital-library/publications/2020/04/policy-brief-women-with-disabilities-in-a-pandemic-covid-19