Una señora vota en Capachica, Puno, el 11 de abril de 2021 (El Heraldo, EFE)
Dra. Mariella Villasante Cervello
Investigadora asociada al Instituto de democracia y derechos humanos de la PUCP
Las elecciones presidenciales de 2021 marcan un hito importante en nuestra historia y en este año del Bicentenario pues, por primera vez, el racismo y el desprecio de las clases citadinas hacia las clases rurales — la “indiada”, los “cholos”, los “indios” — y hacia los “pobres” han ocupado un lugar explícito en la escena nacional. Hasta hace poco tiempo, el racismo no se mostraba en el espacio público, al menos en forma relativa pues se manifestaba en espacios nacionales como el Congreso y la televisión, y se reproducía más bien en el espacio privado (Callirgos 1993, Manrique 1996).
No obstante, en esta campaña electoral, hemos constatado que muchos peruanos (que se consideran “blancos/blanqueados” y de derecha) no temen explicitarlo en todo lugar, e incluso en modo violento. Las máscaras han caído definitivamente, la polarización se ha condensado en dos personajes que todo opone, y que representan bien los dos polos de nuestra sociedad quebrada por las divisiones de “razas”, una República sin ciudadanos, como escribía Alberto Flores Galindo (1987, en Buscando un Inca, 2008). El profesor Pedro Castillo, hombre progresista, sindicalista y rondero, encarna la esperanza de las poblaciones rurales postergadas del “Perú profundo” y de las poblaciones citadinas pobres, que cuentan con la solidaridad de las clases medias educadas y de ciertos miembros educados y con conciencia ciudadana. Al otro extremo, la hija del exdictador condenado a prisión por crímenes contra la humanidad, ella misma acusada de corrupción, ha llegado a representar (gracias a la tolerancia del Poder Judicial) a las élites “blancas/blanqueadas” dominantes y racistas del Perú que nunca ha dejado de reproducirse en nuestro país, desde hace 200 años.
En efecto, en este año del Bicentenario de nuestra independencia del yugo colonial español, se constata con tristeza que la ideología de la “superioridad racial” de los españoles/europeos, y de una parte de sus descendientes, sobre los pueblos originarios y sobre la nueva sociedad mestiza que emergió en 300 años de relaciones, sigue siendo de toda actualidad.
El racismo, la discriminación y la xenofobia de las élites y de las clases medias peruanas hacia las poblaciones “rurales, indígenas, indias, cholas”, excluidas y pobres perdura porque ningún gobierno ha asumido las tareas urgentes para reformar el sistema educativo y difundir los valores republicanos de igualdad social y de solidaridad nacional entre todos los peruanos. El racismo perdura también porque no existe una solidaridad real con las clases postergadas del Perú profundo, y porque estas clases se han demorado en afirmar la defensa de sus derechos ciudadanos y de sus derechos humanos. Es urgente comprender que la reproducción del racismo impide la emergencia de una república de ciudadanos y de una nación moderna.
Estos hechos fueron explicitados en el Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, y en su versión resumida, el Hatun Willakuy que, por desgracia, pocos peruanos conocen. En esta obra se explicitaron las causas de la guerra interna, entre las cuales el racismo estuvo muy presente, y se aportaron recomendaciones para que el Estado se reestructure y se modernice; pero ningún gobierno ha asumido esas tareas urgentes, esperemos que ello se transforme rápidamente.
Sin embargo, las leyes contra “la discriminación” existen: Artículo 323 del Código penal, 2000; Ley contra actos de discriminación n° 27.270, sanción legal de 2 a 3 años de cárcel; Ley n° 30171 que modifica la Ley de delitos información vía internet, 2014. Pero esas normas no son aplicadas correctamente ni respetadas, porque los fiscales no son capaces de reconocer las denuncias de tipo penal (Ministerio de Cultura, Discriminación étnico-racial, 2020). El primer proyecto de ley para sancionar penalmente el racismo en todas sus formas ha sido presentado recién en junio de 2020 y se encuentra a la espera de su promulgación.
El racismo desde la antropología social
He analizado el tema del racismo y la violencia contra los pueblos originarios en dos publicaciones anteriores [Violence politique au Pérou, 1980-2000, 2016 (traducción en preparación), y en mi libro Violencia política en la selva central, 2019b: Capítulo 2, Una historia brutal: de los contactos iniciales al arrinconamiento colonial y estatal]. También he publicado un artículo sobre el censo étnico peruano, donde evoco el tema racial y étnico (Villasante, 2017, Revista Ideele n° 273). Aquí presento algunas ideas expuestas en esos trabajos y en un artículo en prensa (Revista Ideele n° 298).
La asociación entre los atributos externos (color de la piel, tipo de cabello, rasgos faciales) y ciertos atributos morales (inteligencia/ignorancia, valentía/cobardía, trabajo/ociosidad) ha dado como resultado la emergencia de la xenofobia y del racismo en todas las sociedades humanas. Este término es de uso moderno y está asociado a la clasificación de las “razas humanas” y a la ideología jerárquica establecida entre ellas (el racialismo). Si el racismo puede ser considerado como un comportamiento humano ancestral de odio y desprecio ante las personas “diferentes de nosotros”, los Otros, el racialismo es una ideología nacida en Europa en los siglos XVIII y XIX. El debate sobre la antigüedad del racismo es de actualidad, Tzvetan Todorov (1989) considera que el racismo es antiguo y universal, y que en las Américas se manifestó contra los nativos desde 1492 (1982); en cambio Michel Wieviorka (1991: 71), restringe el sentido del racismo al periodo moderno posterior a la invención del concepto de “raza” en Europa. En nuestro país, Alberto Flores Galindo (1986, 2008) ha sido uno de los primeros académicos que ha subrayado la importancia del racismo contemporáneo, cuando la mayoría de los universitarios e intelectuales se negaba a tomarlo en consideración o lo minimizaba.
Las “razas” no son una realidad objetiva, fueron clasificaciones que se inventaron para justificar la colonización y la superioridad de los “blancos” europeos sobre los asiáticos, africanos y amerindios. Después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), durante la cual Hitler destruyó a los judíos de Europa, el término “raza” fue excluido del lenguaje jurídico internacional y del campo académico de la antropología social en Inglaterra y en Francia. Se consideró que no es sólo reductor de la identidad de las personas, sino que además no tiene nada de imparcial. El color de las personas, considerado central para la clasificación racial, es un factor entre otros de la identidad personal, que tiene otros indicadores como la educación, el nivel económico y el estatus genealógico. Sin embargo, el término siguió siendo empleado en Estados Unidos, en Canadá y en toda América Latina por las autoridades, las sociedades y los universitarios. En Europa occidental los únicos que hablan de “razas” y de “supremacía de los blancos” son los militantes de partidos de extrema derecha, pro nazis, antisemitas y anti migrantes. Los europeos hablan de minorías étnicas, de nacionales, de extranjeros, y de identidades locales, regionales y nacionales. En Francia, la adhesión a los valores republicanos es la base de la ciudadanía, los franceses de todo origen, de derecha, centro e izquierda, adhieren a los valores de igualdad, libertad y fraternidad instaurados en 1789. En fin, el racismo está sancionado con penas de cárcel y con multas importantes en todos los países de Europa occidental.
En el Perú el término “raza” se emplea en la Constitución (sin precisar su definición), en los documentos oficiales y en el lenguaje ordinario. Para realizar el Censo de autoidentificación identitaria de 2017, el INEI ha adoptado una clasificación “étnica” que sin embargo se confunde en la percepción ordinaria de los peruanos con una clasificación “racial”. Se crearon 8 categorías oficiales que la mayoría de los peruanos considera sin duda como “razas”: Quechua, Aymara, Nativo o indígena de la Amazonía; Otro pueblo indígena u originario; Negro, zambo, mulato, moreno, afroperuano; Blanco, Mestizo, Otro). según este censo, 60% de peruanos se reconoce Mestizo, 22% Quechua, 6% Blancos y 2,4% Aimara, los otros grupos son reducidos (INEI Censos nacionales, agosto de 2018).
Según una encuesta del Ministerio de Justicia (2013), 81% de los encuestados considera que la discriminación es constante y nadie hace nada. Según una encuesta del Ministerio de la Cultura (2017), 57-60% de peruanos percibe que los andinos, amazónicos y afroperuanos son discriminados. Pero solo 8% de reconoce racista. Al lado de la discriminación “racial” persiste la discriminación de clase social, 31% de personas pobres se siente excluida de la sociedad (Encuesta nacional 2017).
En fin, debo recalcar que, en antropología social, el uso del término “razas” es obsoleto, hay una sola especie humana, las distinciones culturales entre los grupos humanos se explicitan con los términos etnias, grupos étnicos (cambiantes en el tiempo) o pueblos originarios (Lévi-Strauss 1952, Villasante 2017). Dicho esto, aunque en el marco académico no se reconozcan las “razas” si podemos reconocer el “racismo” en tanto forma de etnocentrismo extremo y universal, que clasifica a las personas y a los grupos en virtud de sus atributos físicos y/o de sus culturas, y los asocia a rasgos morales e intelectuales de inferiorización, en particular en periodos de crisis (Villasante 2019b: 43).
La pandemia y sus consecuencias terribles sobre el empobrecimiento de 54% de peruanos explica, en gran parte, la vehemencia con la cual las posturas racistas azuzadas por el partido Fuerza Popular se han manifestado en la coyuntura electoral, y también la energía renovada de las clases postergadas por defender su esperanza de acceder a un nivel de vida digno.
Propaganda racista y llamados a la exterminación de los “indios”
Durante la campaña electoral en los medios audiovisuales y en las redes sociales se ha llevado a cabo una propaganda aterradora contra los peruanos del interior del país y contra el supuesto “comunismo” de Pedro Castillo y del partido Perú Libre. El escritor Mario Vargas Llosa se ha atrevido a regresar a la política nacional desde España, su país de residencia, para apoyar a la hija del dictador que él denunció durante muchos años. No sólo es un acto inmoral y vergonzoso, sino que expresa una coherencia con las ideas racistas de este autor mal conocido en nuestro país. Debemos recordar en efecto que él presidio la Comisión de investigación de los hechos de Uchuraccay en 1983, por encargo del presidente Belaunde, y que en su Informe expresó su racismo contra los “indios salvajes e ignorantes”. Luego escribió tres novelas donde ilustró esta postura anacrónica, que data de fines del siglo XIX europeo, donde se hablaba de “sociedades primitivas, de tribus y de mentalidad mágico-religiosa”: La historia de Mayta (1984), El Hablador (1987) y Lituma en los Andes (1993). En 1996 publicó además una crítica de la obra de José María Arguedas, La utopía arcaica, donde lo presenta como un “desarraigado”, no obstante, como escribe Rodrigo Montoya (1998), Vargas Llosa no conoce los Andes. Además, menosprecia a nuestros compatriotas andinos y amazónicos, que para él son “primitivos” que no quieren “civilizarse”.
En la campaña electoral, la propaganda racista y de extrema derecha ha sido divulgada por el Grupo El Comercio que controla 80% de los medios de comunicación. Algo nunca visto en el país pues los medios masivos se han comportado del mismo modo que en los países dictatoriales (Venezuela, Nicaragua, Cuba, Arabia Saudita, Egipto, Siria, Birmania) o totalitarios (China, Rusia, Corea del Norte). Sin que ninguna autoridad estatal haya impuesto las reglas ordinarias en una “democracia”. La libertad de expresión funciona muy mal en el país porque además el Estado no regula el acceso de la libre competencia de empresarios, facilitando el acceso a los permisos para crear radios, canales de televisión y periódicos nuevos. Ese monopolio quizá sea quebrado en poco tiempo.
Pero la avalancha de propaganda de la peor especie se ha desarrollado sobre todo en las redes sociales, donde jóvenes de las élites económicas, pésimamente educados, sin moralidad alguna y sin decencia ni honor, han proferido llamados a la “destrucción” de Ayacucho, Apurímac, Cajamarca, Cusco, Puno. Han comparado los votantes de Castillo a “llamas”, “alpacas”, “cerdos y vacas”. Han llegado al extremo de lanzar llamados al “exterminio” de los “cholos/indios”, a la “violación”, a la “esterilización de mujeres”, y a la violencia contra los niños (Rospigliosi, Sudaca.pe). Nos quedamos sin voz ante tanta ignominia y oprobio, de una violencia extrema nunca vista en nuestro país. En otro video una docente de la USMP conversa con un estudiante y ambos expresan su desprecio por el profesor Castillo acusándolo de “comunista”; los “universitarios” nunca se enteraron de que el comunismo se derrumbó entre 1989-1991. Otro audio ilustra los llamados a la violencia (“tomar Palacio”) para oponerse a los resultados electorales (Wayka, 18 de junio). Y las élites extremistas han llegado al extremo de promover un golpe de Estado contra el “comunismo” y el “terrorismo” (Wayka, 15 y 16 de junio). Todo ello en nombre de la defensa de sus privilegios de clase anacrónicos y obsoletos, y de su incapacidad a aceptar que tengamos un presidente progresista, profesor rural y rondero, que para ellos es solamente un “indio/comunista”. El nivel de ignorancia de estas “élites”, sobre todo de los jóvenes, es realmente pasmoso (ver el video de Wayka, 26 de junio).
En las marchas fujimoristas se usaron también los símbolos del movimiento Alt-Right de los “supremacistas blancos” de Estados Unidos (Villasante 2019a): antorchas que recuerdan el Kukuxklán y hasta saludos nazis [ver la entrevista de G. Tuesta a José Ragas]. Este tipo de extremismo fascista supera todo lo visto anteriormente y anuncia un periodo de pérdida y/o de negación de valores republicanos de parte de las clases altas y medias jamás visto en el país.
Esos hechos implican dos cosas: en primer lugar, que los discursos de odio racial y los llamados a la violencia no son ni penalizados ni prohibidos en el país, son tolerados; y, en segundo lugar, que es inadmisible que no exista todavía ninguna instancia de regulación de la publicidad y del contenido de los medios de comunicación masivos. No obstante, el racismo ha sido denunciado en los medios alternativos (Wayka, Sudaca.pe, Servindi, etc.), y en particular por Glatzer Tuesta en Ideele Radio, lo cual es muy positivo para ampliar el debate que recién empieza.
El racismo de extrema derecha tiene portavoces que utilizan palabras de odio que merecen ser penalizadas pues son contrarias a la Constitución (Art. 2) y a la Ley n° 27.270 contra actos de discriminación. En ese marco, recordemos que el execrable programa “Paisana Jacinta”, interpretada por el actor Jorge Benavides, ha sido prohibido recién en noviembre de 2019. Y solamente en junio de 2020, el Ministerio de la Cultura presentó un proyecto de ley contra el racismo y la discriminación racial para sancionar penalmente los agravios de ese tipo, incluyendo el delito de discurso de odio étnico-racial [ver la plataforma Alerta racismo]. El Congreso hubiera podido promulgar esa ley rápidamente, pero prefirió ocuparse en vacar al presidente Vizcarra. Es una tarea urgente para el próximo Congreso, pues tenemos un gran atraso legal y penal para sancionar el racismo, la discriminación y la xenofobia (contra los venezolanos en particular).
Reflexiones finales
- La coyuntura actual, a pesar de sus angustias, de los conflictos sociales y hasta familiares ligados a la polarización política, es positiva para el inicio del proceso de construcción nacional: el proceso de toma de conciencia del racismo como fuente de división y de fraccionamiento entre los peruanos ya ha empezado, ya no podremos negarlo o minimizarlo como hemos hecho durante 200 años.
- En adelante, desde la academia, tenemos la obligación moral y ciudadana de participar en la construcción de una república de ciudadanos, de una nación peruana formada de ciudadanos conscientes de sus deberes y derechos, sin distinción de “razas”, de género o de religión; como está escrito en todas las constituciones modernas y en la nuestra. No podemos seguir siendo un virreinato con internet, tenemos que construir un Estado-nación digno del siglo XXI. Es evidente que la mejor manera de avanzar es a través de la educación y de la información sobre nuestro pasado reciente de la guerra interna, denegado por el fujimorismo, que pocos peruanos conocen, y sobre los valores democráticos y republicanos. Todo ello está contenido en el Informe Final de la CVR y en su versión resumida, el Hatun Willakuy. Este libro es central para comprender nuestra historia y nuestro presente y debe ser divulgado a nivel nacional, en los colegios, institutos técnicos y universidades, para que los niños y los jóvenes se eduquen en los valores democráticos, conociendo nuestra historia y preparando el futuro de una nación inclusiva, libre e igualitaria.
Referencias:
Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, 2003. Versión resumida: Hatun Willakuy, Lima, 2004 y 2008. Ver el sitio web del IDEHPUCP.
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Flores Galindo Alberto [1986] 2008, Buscando un Inca, Lima.
Lévi-Strauss Claude ([1952] 1993, Raza e historia, Madrid.
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Villasante Mariella, 2017, Censo étnico peruano: ¿cómo conciliar la diversidad étnica y la ciudadanía? Revista Ideele n° 273, Lima, 4 septembre 2017, https://www.revistaideele.com/2021/03/14/censo-etnico-peruano-como-conciliar-la-diversidad-etnica-y-la-ciudadania-nacional/
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— Paulina Arpasi (2001) 2017, Racismo en la participación política estatal de las mujeres originarias, Instituto de Estudios de las Culturas Andinas, https://www.youtube.com/watch?v=xE4NY4SXnLo
— Racismo ordinario en las playas del sur de Lima, Sol, playa y discriminación, Panorama, 27 de enero de 2014, https://www.youtube.com/watch?v=8Ux2_NYag2Y&t=40s
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— Wayka 26 de junio de 2021, Fujimoristas promueven discursos de odio en redes sociales, https://www.youtube.com/watch?v=0ctoiCOO2hI&t=1s
Rospigliosi Julio, 16 de junio de 2021, En el racismo hermanos, Sudaca.pe, https://sudaca.pe/noticia/informes/en-el-racismo-hermanos/
Trelles Carlos, Sudaca, 23 de junio, La derecha peruana en pantalla gigante, https://sudaca.pe/noticia/opinion/la-derecha-peruana-en-pantalla-gigante/
Tuesta Glatzer, Ideele Radio, Entrevista a Marco Avilés sobre el racismo, 11 de junio, https://www.youtube.com/watch?v=0yqeczx7Lks
— Entrevista a José Ragas sobre el racismo, 14 de junio, https://www.youtube.com/watch?v=Gn95dnAX60s
— Entrevista a Cecilia Méndez sobre el racismo, 16 de junio, https://www.youtube.com/watch?v=ZTTBEL_I1LM
Universidad San Martín de Porres (USMP), Comentarios en aula virtual, 14 de junio, https://www.youtube.com/watch?v=bgn5Vqrhvdo
Wayka, 15 de junio de 2021, Operadores fujimoristas contra la democracia, https://www.youtube.com/watch?v=qAm45ctp5Pw
Wayka, 16 de junio, ¿Por qué marchan realmente los fujimoristas? https://www.youtube.com/watch?v=461OyXXPFFk
Wayka, 18 de junio, Audios colectivo Salvemos la democracia, https://www.youtube.com/watch?v=y05oeizIgGc
Wayka, 26 de junio, Fujimoristas promueven discursos de odio en redes sociales, la UNESCO alcanzó jun informe que apunta a disminuir este tipo de violencia https://www.youtube.com/watch?v=0ctoiCOO2hI&t=7s