Ursula Patroni Vizquerra
Doctoranda en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú). Magíster en Derecho y Administración Local por la Universidad de Almería (España). Magíster en Administración de Empresas por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (Perú). Magíster en Derecho de los Negocios por la Universidad Francisco de Vitoria y el Colegio de Abogados de Madrid (España). Profesora investigadora, responsable del Grupo de Investigación de Derecho Administrativo del Instituto de Investigación Científica de la Universidad de Lima.
I. Introducción:
El cambio climático, como concepto, hace referencia a las variaciones que se producen en las temperaturas y patrones climáticos en un plazo determinado. Nuestro planeta ha experimentado estas variaciones de manera natural producidas por la actividad propia del sol y por las erupciones volcánicas a lo largo de la historia. Sin embargo, estas variaciones tienen hoy una causa artificial producida por aquellas actividades humanas que generan emisiones de gases de efecto invernadero y que están acelerando este proceso de variación de temperaturas.
Los gases de efecto invernadero (en adelante GEI), como son el Dióxido de carbono (CO₂), Metano (CH₄), Óxido nitroso (N₂O), Gases fluorados y Vapor de agua (H₂O), que absorben y emiten radiación infrarroja, retienen el calor proveniente del sol, lo cual impide que el calor se libere al espacio y genera como consecuencia el aumento de la temperatura global.
A partir de ese aumento en la temperatura global, se experimentan consecuencias no deseadas y que ameritan la implementación de mecanismos de toma de decisiones responsables y colectivas. Al respecto, es importante señalar que la variación climática es connatural a la existencia del planeta tierra y que esto siempre ha generado consecuencias. Que ahora sean catalogadas como no deseadas, pasa por dos factores que se encuentran relacionados entre sí.
En primer lugar, tenemos el factor tiempo. Antes que las variaciones se efectuaran por causas artificiales, el cambio en las temperaturas globales se desarrollaba de una manera lenta que permitía la adaptación de la biodiversidad a las nuevas temperaturas. Por lo cual, las consecuencias no necesariamente eran consideradas como adversas.
Ahora y dado el cambio acelerado que estamos viviendo producto de las causas artificiales producidas por las actividades humanas, luchamos por limitar el aumento a los 1,5 grados Celsius hasta finales de este siglo, pues sobre pasar ese límite físico puede implicar fenómenos meteorológicos con mayor impacto para los seres humanos.
En segundo lugar, dada la aceleración del tiempo en las variaciones climáticas, se hace evidente una falta de capacidad para adaptarnos al cambio. Esta falta de capacidad no solo es predicable de los seres humanos, sino de toda la biodiversidad, que no está preparada para adaptarse en tampoco tiempo a un hábitat diferente. Si recordamos a Charles Darwin, la evolución de las especies ha tardado millones de años y, entre otras cosas, se ha producido por la necesidad de adaptarse a su entorno.
El día de hoy, el tiempo para adaptarse es escaso lo cual genera una imposibilidad para que se preserven vía la adaptación, las especies, incluidos los seres humanos. Esto es lo que hace que tengamos una percepción negativa del cambio climático y de sus consecuencias, no por las mismas, sino por la cercanía de sus efectos, pues aún no somos capaces de frenar la vorágine del cambio para lograr una adaptación natural al mismo.
II. Los límites planetarios:
Los límites planetarios fueron propuestos por primera vez por el ex director del centro Johan Rockström y un grupo de 28 científicos de renombre internacional en 2009. Estos límites miden los nueve procesos críticos para mantener la estabilidad global, la resiliencia y las funciones de soporte vital.
Según el Planetary Health Check (2024) “estos límites representan los límites operativos seguros para cada proceso, más allá de los cuales aumenta el riesgo de causar cambios ambientales graves y potencialmente irreversibles. Mantenerse dentro de estos límites ayuda a garantizar que el sistema Tierra permanezca estable y capaz de sustentar la vida y el desarrollo humano” (p. 6).
A continuación se presentan tres de los nueves límites planetarios, los cuales van a ser analizados de manera posterior, para conocer la situación de nuestro país respecto de cada uno de ellos:
- Cambio climático: cambio en la relación entre la energía que entra y sale de la Tierra, causado por el aumento de los gases de efecto invernadero y los aerosoles. Una mayor radiación atrapada provoca un aumento de las temperaturas globales y altera los patrones climáticos.
- Cambios en el agua dulce: la alteración de los ciclos del agua dulce, incluidos los ríos y la humedad del suelo, afecta las funciones naturales, como el secuestro de carbono y la biodiversidad, y puede provocar cambios en los niveles de precipitación.
- Integridad de la biosfera: la disminución de la diversidad, extensión y salud de los organismos vivos y los ecosistemas amenaza la capacidad de la biosfera para co-regular el estado del planeta al afectar el equilibrio energético y los ciclos químicos de la Tierra.
III. Las perspectivas para el Perú
III.1 Cambio climático:
Entre los años 1990 y 2022, las emisiones globales de GEI se incrementaron, hasta llegar a total de 105 139 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente por año (Mt CO2eq/año).
Durante este periodo, en el Perú los sectores de la industria eléctrica y el transporte experimentaron incrementos significativos en sus emisiones de GEI, con aumentos del 300% y 262%, respectivamente. Asimismo, se observaron incrementos relevantes en la combustión industrial y los procesos, que registraron un aumento del 156%, así como en la explotación de combustibles, que mostró un crecimiento del 120%. Por su parte, el sector de la construcción presentó un aumento más moderado, alcanzando el 30%, mientras que las actividades agrícolas y la gestión de residuos reportaron incrementos del 57% y 62%, respectivamente.
El Ministerio del Ambiente elaboró el Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero, en el cual se identificó un aumento significativo en la cantidad total de emisiones de GEI. Estas pasaron de 74 950,75 Gg CO₂eq en 2005 a 210 404,42 Gg CO₂eq en 2019, por lo que se evidencia un incremento sustancial.
En 2019, las emisiones estuvieron dominadas por las categorías de Agricultura y Energía, que representaron el 61% y el 30% del total de emisiones, respectivamente. Por otro lado, las categorías de Procesos Industriales y Desechos tuvieron una menor incidencia, por lo que generan en conjunto apenas el 9% del total de emisiones.
Así, con relación a este límite planetario, los impactos esperados, en la medida que el Perú se mantenga en un escenario base, definido este como aquel en que no se toma ninguna acción de mitigación, serán negativos en todas las actividades económicas en el país.
De acuerdo con lo concluido por Paola Vargas en el documento de trabajo “El Cambio Climático y Sus Efectos en el Perú”, un aumento de 2 grados Celsius en la temperatura máxima y un 20% en la variabilidad de las precipitaciones al 2050, generaría una pérdida de 6% respecto al PBI potencial en el año 2030, mientras que en el año 2050 estas pérdidas serían superiores al 20%.
De otro lado, de acuerdo con el estudio elaborado en colaboración entre la Universidad del Pacífico, la descarbonización de la economía del Perú brindaría un beneficio neto acumulado de US$140.000 millones entre 2021 y 2050. Sin embargo, el propio estudio señala que la transformación, en un lapso de cinco años, requiere una inversión de US$18.000 millones, contra un beneficio total del periodo de US$9.000 millones, lo cual se traduciría en un beneficio neto negativo (un costo neto) de US$9.000 millones, situación que dificulta el alcance de un escenario carbono-neutral.
III.2 Cambios en el agua dulce
La escasez de agua en el Perú se refleja en el estrés hídrico, entendido como la discrepancia entre la demanda y la disponibilidad del recurso. Según datos de la Autoridad Nacional del Agua, entre 2015 y 2021, el nivel de estrés hídrico en el país experimentó variaciones significativas. En 2021, este indicador se situó en 2,31%, lo que representa una reducción de 0,58 puntos porcentuales en comparación con el 2,89% registrado en 2015. Sin embargo, el periodo comprendido entre 2018 y 2020 evidenció un aumento sostenido, pasando de 2,07% a 2,41%.
Sin embargo, la nueva data de Aqueduct del World Resource Institute (WRI) revela que, en 2023, el Perú registró un nivel de estrés hídrico de 3,72, ocupando el puesto 32 de los países con mayor estrés hídrico en el mundo y el tercer lugar en América Latina y el Caribe. Esta cifra implica un retroceso de 34 puestos desde el 2019 y un incremento de la brecha entre la oferta y la demanda de agua.
El Perú ocupa el octavo lugar a nivel mundial en cuanto a abundancia de agua dulce, lo que evidencia su considerable riqueza hídrica. No obstante, esta disponibilidad se caracteriza por una distribución territorial desigual, particularmente en la región costera, donde se concentra la mayor parte de la población y las actividades económicas. Esta disparidad plantea importantes desafíos para garantizar un acceso equitativo y sostenible al recurso, especialmente en zonas con alta demanda y limitada disponibilidad.
De otro lado, de acuerdo con lo identificado por la Autoridad Nacional del Agua se presenta problemas en la calidad el agua en el Perú debido a diversas fuentes contaminantes. La primera fuente son los residuos sólidos, (basura, madera, plásticos, etc.), la segunda fuente contaminante son las aguas residuales provenientes de la actividad agrícola y los distritos que no hacen tratamiento, y la tercera fuente, son los relaves mineros antiguos que mineralizan las aguas del río.
Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), si esta situación del Perú en este límite planetario empeora va a generar consecuencias negativas para la economía y la sociedad peruana, lo cual va a afectar directamente al sector agropecuario – agricultura y ganadería- y a la producción industrial. Particularmente Lima podría enfrentar riesgos considerables debido a su dependencia de diversas cuencas, siendo la del Rímac la más vulnerable a la sequía.
La conclusión del IPCC resulta ser coherente con la realidad, tomando en cuenta que la agricultura y la ganadera son dos de las actividades que más utilizan agua dulce. Según el Informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estimó en 2021 que a escala mundial, la agricultura representa el 72% de todas las extracciones de aguas para fines de riego.
III.3 Integridad de la biosfera:
La degradación de ecosistemas en los últimos años ha tenido un comportamiento creciente. La superficie de ecosistemas degradados se ha incrementado sostenidamente en 14,4 % en el periodo 2015-2022, pues pasó de 16,86 millones de hectáreas en el 2015 a 19,28 millones de hectáreas en el 2022.
En el 2023, la pérdida de cobertura vegetal registró 21 206 hectáreas, lo que evidencia una caída significativa de 34,5 % con respecto al año 2015 que registró una pérdida de cobertura vegetal de 32 364,2 hectáreas.
La pérdida acumulada de 14 millones de hectáreas de bosques y el incumplimiento de metas de restauración previstas en la Estrategia Nacional de Restauración, evidencian la falta de avances significativos para combatir la pérdida de la biodiversidad y degradación de ecosistemas.
Actividades como la minería ilegal y otras prácticas extractivas continuaron acelerando el deterioro ambiental, mientras que los esfuerzos para mitigar el impacto fueron insuficientes, lo que subraya la necesidad de acciones urgentes para conservar los ecosistemas y su biodiversidad.
Con relación a este límite planetario, la agricultura es la actividad que mayor conlleva a la desertificación, lo que impacta el entorno físico y ambiental de tierras económicamente activas; respecto de lo cual son factores determinantes de la degradación del suelo, el empleo desmesurado de pesticidas, la omisión de la rotación de cultivos y la carencia de una planificación adecuada en los cronogramas de producción. Esta práctica conlleva una disminución significativa en la capacidad productiva de las tierras, ya que sus elementos minerales sufren un impacto negativo.
No obstante, en un escenario potencial de restauración de la tierra, aunque la biodiversidad continuaría disminuyendo, lo haría a un ritmo más lento. Este enfoque permitiría evitar una pérdida del 11 % de la biodiversidad mediante la implementación de prácticas sostenibles como la agrosilvicultura, la gestión del pastoreo y las plantaciones forestales. Con un esfuerzo adicional en prevención, el escenario de restauración y protección podría evitar hasta un tercio de la pérdida proyectada en el escenario de referencia.
IV. Recomendaciones para reducir los impactos negativos de los problemas ambientales
Para estos problemas ambientales, la contribución individual no hace el cambio. El problema es a una escala que si el esfuerzo y la solución no es colectiva, se diluye como una partícula de arena en la inmensidad del litoral. Con base en ello, se presentan las siguientes propuestas de soluciones, recogidas de la literatura especializada:
Límites planetarios | Recomendaciones | ||
Cambio climático | Electrificar la flota vehicular pública y de carga e incrementar el teletrabajo para reducir la demanda de pasajeros. | Implementación de los sistemas silvopastoriles (SSP). | Aumentar el tratamiento de vertidos de origen residencial, comercial e industrial. |
Cambios en el agua dulce | Implementar tecnologías de riego eficientes (como riego por goteo). | Promover cultivos resistentes a la sequía y estrategias de manejo sostenible del suelo. | Garantizar una asignación equitativa y sostenible entre los diferentes sectores. |
Integridad de la biosfera | Fomentar la participación del sector privado a través de prácticas sostenibles como el etiquetado de productos y la trazabilidad de estos. | Implementar estrategias integrales que incluyan la creación y fortalecimiento de áreas protegidas, promoviendo prácticas agrícolas sostenibles y restaurando ecosistemas degradados. | Combatir las especies exóticas invasoras y reducir la contaminación, ya que ambas representan amenazas significativas para los ecosistemas locales. |
V. Conclusiones:
- La aceleración de procesos como el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero, la deforestación y la acidificación de los océanos plantea representan una amenaza existencial, ya que las capacidades naturales de adaptación, tanto humanas como de los ecosistemas, son insuficientes para enfrentar estas transformaciones.
- El análisis del Perú evidencia una correlación directa entre el modelo económico extractivista y la degradación ambiental. Sectores como la agricultura, la minería y la construcción, aunque esenciales para el PIB y la ocupación laboral, generan impactos ambientales significativos que trascienden sus beneficios económicos.
- El deterioro de la integridad de la biosfera, reflejado en la pérdida de ecosistemas y especies, se vincula directamente con actividades humanas insostenibles. Para revertir esta tendencia no solo es vital para conservar la diversidad biológica, sino también para garantizar la funcionalidad de los servicios ecosistémicos que sustentan la vida humana.
- Un enfoque colaborativo es el camino viable para abordar la crisis ambiental. La alineación de intereses políticos, económicos y sociales, junto con inversiones significativas, resulta indispensable.
Referencias:
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