Jorge Valencia Corominas
Abogado por la Universidad de Lima, egresado de la maestría en Ciencia Política de la Universidad Católica del Perú. Con experiencia en el desarrollo de proyectos sociales de cooperación internacional en Radda Barnen de Suecia, Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo. Autor de libros sobre infancia y familia, ha participado en numerosas conferencias nacionales e internacionales.
Es indudable que los cambios ocurridos en la vida de los niños y las niñas en las últimas décadas están vinculados a los cambios originados por el fenómeno de la globalización, originado en las últimas décadas del siglo XX, por los cambios ocurridos en las relaciones familiares y por el reconocimiento por la comunidad internacional de los derechos humanos específicos para la infancia, que alcanzó su más alto nivel con la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 1989, que marca un quiebre epistémico, doctrinal y práctico en la historia de las infancias y su relación con la sociedad y el Estado. Dicho instrumento internacional marca un antes y después en la historia contemporánea de la infancia.
Posteriormente, los Estados incorporaron los derechos reconocidos en sus legislaciones nacionales, hecho que trajo –como lógica consecuencia– la modificación de algunas Constituciones de América del Sur y la aprobación de legislaciones especiales sobre infancia a partir de la década de los noventa. Así, en el caso del Perú, el Código de los Niños y Adolescentes fue aprobado en el año 1992.
Los cambios ocurridos en las vidas de los niños son parte de un proceso histórico de inclusión democrática de todos los seres humanos, que se inició con el reconocimiento de sus derechos para su posterior inclusión en un espacio público de mayor participación. Con este hecho se aprecia la relevancia del tema que nos ocupa, toda vez que relaciona transformación social, política, cultural y económica con la imagen y rol asignado a las infancias en el tejido colectivo, sea familiar, comunitario, escolar o territorial.
Actualmente, se puede observar que los menores de edad conocen que tienen derechos. Dicho conocimiento resulta de gran importancia para una sociedad democrática porque desarrolla el concepto de ciudadanía y participación desde la infancia.
Una de las fuentes de la investigación fue una encuesta[1] dirigida a niños, niñas y adolescentes en edad escolar, referida a temas de derechos, ciudadanía, maltrato y medios de comunicación que demuestran los cambios en las vidas de los infantes del siglo XXI. Los resultados de la encuesta demuestran los cambios que vienen ocurriendo en la relación de poder entre los adultos y los niños. A continuación, se presentará algunos resultados de la investigación vinculados al conocimiento de derechos, maltrato y castigo; y las recomendaciones de los mismos chicos para corregir las malas conductas.
Conocimiento de Derechos
El 97.3% de los niños, niñas y adolescentes encuestados señalaron conocer que tenían derechos y es que, actualmente, los menores de edad reciben información sobre sus derechos a través del colegio, los medios de comunicación y sus padres o responsables de su cuidado.
Los niños son seres humanos y sujetos de derechos específicos. La Convención sobre los Derechos del Niño reconoce para la infancia derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Amartya Sen señala la importancia del empoderamiento en el desarrollo de toda persona, el cual es definido como el “proceso de adquirir poder, tanto para el control de fuerzas externas como para el aumento de la confianza propia y las capacidades individuales”. (Amartya Sen, 2000: 43).
Tomando en cuenta esta definición, es importante señalar que los niños, niñas y adolescentes deben conocer que tienen derechos. En la actualidad, este conocimiento resulta de importancia para el desarrollo de una sociedad democrática porque amplía el concepto de ciudadanía sin tener en cuenta la edad y sugiere un interesante proceso de inclusión para la infancia.
Derechos que Menos se Respetan
Casi la mitad de los niños y adolescentes encuestados manifestó que entre los derechos que menos se respetan está el derecho a la opinión, en tanto que un tercio consideró el derecho a la integridad física y psicológica como el menos respetado. El 19.8% el derecho a la recreación, el 9.8% el derecho a la vivienda, el 5.1% el de educación, el 5.1% el derecho a la alimentación, el 4.1% el derecho a la salud, y el 3.9% opinó que no se respeta ningún derecho.
Se observa que el derecho a la opinión de los niños y adolescentes es uno de los derechos que menos se respeta, se deja de lado su cumplimiento, no se le permite expresarse y ser parte de las decisiones relacionadas a su desarrollo. Esto se evidencia en que casi la mitad de los alumnos de colegios estatales y más de la mitad de alumnos de colegios particulares opinan que este derecho no se respeta; en tanto que un 49.7% de varones y un 45.4% de mujeres opinaron que este derecho también no se respeta.
Maltrato en la Casa
El 86% de los niños y adolescentes encuestados manifestó que en su casa no existe maltrato que los afecte, mientras que el 13.5% manifestó que sí son objeto de maltrato.
Según los resultados de los focus groups, los participantes opinan que en sus hogares no son maltratados físicamente, pero sí mencionan los insultos y los gritos, por lo que se interpreta que existe mayor maltrato psicológico que físico en el hogar. Sin embargo, este resultado no es percibido como una forma de castigo por los niños, niñas y adolescentes, pues ellos opinan que estos insultos y gritos son parte de la disciplina para corregirlos.
Los alumnos de colegios estatales opinaron en un 83.2% que no existe maltrato que los afecte en el hogar, mientras que los de colegios particulares lo manifestaron en un 89.4%. De este modo, se observa que el maltrato es más común en los hogares de los alumnos de colegios estatales. Por otro lado, los varones encuestados manifestaron en un 86.5% que en sus hogares no hay situaciones de maltrato que los afecten, mientras que el 85.5% de las mujeres manifestó lo mismo. Se evidencia que ambos grupos reconocen, casi por igual, las situaciones de maltrato.
Opinión sobre el Maltrato y Castigo Físico
La mayoría de los niños y adolescentes considera que el castigo físico o las amenazas por parte de sus padres no son una forma adecuada de corregir una mala conducta, mientras que la minoría considera que sí lo es.
Estos resultados se contrastan con los obtenidos en el focus group, donde los entrevistados cuestionan seriamente el castigo de los adultos. Algunos niños del nivel medio alto consideran que: “ningún adulto normal le pega a sus hijos”..” Los entrevistados consideran que los padres que golpean a sus hijos, han sido también golpeados, por lo que estiman que el castigo no es una manera adecuada de corregir sus conductas negativas.
En los focus groups, los niños de nivel medio alto opinan que el golpe afecta la autoestima, “sientes que nadie te quiere, te sientes rechazado”. Asimismo, ellos consideran que si te pegan, vas a pegar a tus hijos. Es decir, para ellos el castigo físico genera un ciclo de violencia. Los niños de nivel medio bajo opinan que los adultos les pegan a los niños porque: “Están amargados, tienen problemas, están frustrados y se desquitan con los niños”.
Se observa que los niños de nivel medio bajo coinciden con los niños de nivel medio alto en el hecho de que el golpe enseña a los niños a ser más agresivos y que ellos podrían repetir el ciclo de violencia cuando sean adultos. Es por eso que frente a la pregunta: ¿Hay otra manera de resolver las cosas en lugar de golpear a un niño?, los entrevistados responden: “Los adultos deberían resolver las cosas hablando, explicando, conversando con nosotros”, revelándose que los entrevistados rechazan el castigo físico como una medida de corrección.
Estas percepciones de los niños entrevistados sobre que los “padres que golpean han sido golpeados”, se reflejan en las opiniones de los adultos en el focus group, donde el grupo de nivel medio bajo manifestó que antiguamente los padres eran muy abusivos con sus hijos, siendo la autoridad vertical y los hijos solo estaban para obedecer. Los adultos entrevistados del grupo de nivel medio alto y del grupo de nivel medio bajo coinciden en que, en la actualidad, la autoridad se forja al interior de una relación más horizontal entre padres e hijos, lo que se ve reflejado en los resultados porcentuales de la encuesta.
La mayoría de alumnos de colegios estatales respondió que no cree que el castigo físico o las amenazas sean una forma adecuada para corregir malas conductas, en tanto que casi todos los alumnos de colegios particulares opinaron en el mismo sentido. Se evidencia que todavía hay alumnos de colegios estatales que perciben el castigo físico o las amenazas como correctivos para sus conductas.
Tanto los varones como las mujeres respondieron que no creen que el castigo físico o las amenazas sean formas adecuadas para corregir malas conductas, por lo que hay un pensamiento similar entre varones y mujeres en cuanto a este tipo de situación.
Los resultados del focus group son similares a los resultados de las encuestas. Los niños cuestionan seriamente el castigo de los adultos. Los niños de nivel medio alto opinan que los adultos que golpean a los niños lo hacen porque: “Han tenido una mala infancia, son corruptos o tienen mucho estrés” son “alcohólicos o quemados”.
Según los Menores de Edad ¿Cuál es la Mejor Forma para Corregir una Mala Conducta?
Más de la mitad de los niños y adolescentes encuestados considera que la mejor manera de corregir una mala conducta en la casa es llamándoles la atención y/o amonestándolos, el 12.5% prohibiéndoles salir a jugar con sus amigos, el 12% prohibiéndoles ver televisión, el 8.8% prohibiéndoles usar la computadora, el 4.5% suspendiéndoles temporalmente la propina, y solo el 0.8% aplicándoles un castigo físico.
Se aprecia que los niños y adolescentes, sobre la base del conocimiento de sus derechos, consideran que la mejor manera de corregir una mala conducta en casa es a través de medidas correctivas que sus padres le pueden dar sin la necesidad de utilizar el castigo físico y/o psicológico.
En lo concerniente a que los padres corrijan una mala conducta llamándoles la atención, más de la mitad de alumnos de colegios estatales manifestó que es una medida adecuada, mientras que los alumnos de colegios particulares, en mayor porcentaje, opinó de igual forma. Se evidencia que son los alumnos de colegios particulares quienes prefieren este tipo de medida correctiva. El 63% de varones y el 57% de mujeres manifestaron que esta es una medida adecuada, por lo que se demuestra que son los varones quienes estiman, en mayor número, que no se deben utilizar castigos físicos ni amenazas. El 60% de los niños y el 58% de los adolescentes consideran que esta es una medida adecuada para corregir sus malas conductas.
En lo que respecta a que los padres corrijan una mala conducta prohibiéndoles salir a jugar con sus amigos, el 15.5% de alumnos de colegios estatales manifestó que es una medida adecuada, al igual que el 9% de alumnos de colegios particulares. Así, se observa que son los alumnos de colegios estatales quienes prefieren este tipo de medida correctiva. El 14.5% de varones y el 10.5% de mujeres manifestaron que esta es una medida adecuada. De lo expuesto, se advierte que son los varones quienes consideran, en mayor número, que no se deben utilizar castigos físicos ni amenazas.
Por otro lado, el 24% de los niños y el 34.5% de los adolescentes considera que esta es una medida adecuada para corregir sus malas conductas, percibiéndose que son los adolescentes quienes prefieren que este tipo de situaciones sean comunicadas a sus padres para luego ser corregidas en el hogar.
Una sociedad democrática debe asegurar el reconocimiento de derechos para todos los seres humanos, sin distinción alguna. Para el desarrollo de políticas contra el castigo o maltrato infantil se debe tener presente el desarrollo de programas para la prevención de la vulneración de los derechos. Y esto se inicia con el conocimiento por los mismos actores de sus derechos, en este caso los niños, niñas y adolescentes.