Ulises Bautista Quispe
Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Se desempeña como docente en el curso de Derecho Civil Patrimonial dentro del Centro de Educación Continua y como gestor de la Maestría en Derecho Civil de la misma casa de estudios.
Un presidente, un ministro, un integrante de la Junta Nacional de Justicia, un excandidato a presidente, un congresista y otros personajes que concursaban para cargos públicos acusados de plagio de sus tesis de maestría o doctorado. A lo que se suma proyectos de ley presentados por los congresistas y discursos del ejecutivo acusados de esta misma infracción. Una avalancha de plagios.
En un país como Alemania, un ministro, ante los rumores de plagio de su tesis doctoral, renuncia a su cargo. Eso es lo que aconteció con el ministro de Defensa y la ministra de Familia del gobierno de Angela Merkel: ¡dimitieron a su cargo! En cambio, en nuestro país, el plagio se cuenta como una anécdota que no desencadena ninguna consecuencia; incluso, cuando es descubierto durante el proceso de selección de un cargo público.
La poca reacción de sorpresa que tiene la población ante estos supuestos demuestra la <<normalización>> de estas faltas. El fraude académico de apropiarse de las ideas de otros autores y pasarlos como propios es percibido como un hecho de poca importancia, como si se tratara de distraer la atención de los asuntos públicos “importantes”. El robo o hurto de lo ajeno está siendo normalizado, de manera similar a la popular frase <<roba, pero hace obras>>.
Es más, se ha visto las defensas más ingeniosas en algunos casos para negar o mitigar el impacto negativo del plagio; el infractor o su abogado señalan que tan solo se olvidaron de las comillas, que hubo un error en el citado, que no hubo plagio, sino copia, entre otras frases. Se llega hasta el absurdo de sugerir la exoneración de responsabilidad del infractor debido a que no fue detectado por el asesor o jurado de la tesis.
Sin embargo, la <<normalización>> del plagio va más de la aquiescencia de la sociedad. También hay responsabilidad de algunas instituciones públicas y privadas; solo por mencionar el Congreso de la República y las universidades, en las que el plagio parece ser un tema menor que se debe combatir.
En el caso de las universidades se debe a la poca formación de los docentes en explicar a sus alumnos qué es el plagio y cómo citar correctamente; además, en el proceso de mercantilización de la educación universitaria, en la que se presta poca importancia a la originalidad en la producción del conocimiento y se invierte más en la publicidad y el marketing.
En algunos casos, las Escuelas de Posgrado, han dimitido su rol de formar alumnos con valores; es decir, alumnos que no cometan el plagio porque saben que plagiar está mal; en su lugar, prefieren que el graduando cumpla con el requisito formal de superar las observaciones de algún software que detecta duplicidad de textos, como Turnitin, como un modo de eximir su responsabilidad ante un cuestionamiento posterior.
Lo grave cuando se delega toda la responsabilidad a un software es que no son conscientes con sus limitaciones. Por ejemplo, el Turnitin, difícilmente, detecta traducciones de otros idiomas, no detecta libros antiguos o publicados recientemente, incluso no detecta toda información de la web. Además, es muy fácil engañar a este programa, basta modificar las palabras con sinónimos para que no aparezca la coincidencia con la información de su base de datos.
Como se puede apreciar, la responsabilidad de la <<normalización>> del plagio tiene varias agentes y causas. Entonces ¿qué hacer? Primero, como sociedad ser conscientes que plagiar está mal y exigir consecuencias para quienes cometan este tipo de fraude. Segundo, las instituciones, principalmente las universidades por su posición, asuman su responsabilidad en la formación integral de su comunidad e inviertan recursos en ello.
De lo contrario, contraeremos el <<síndrome de la rana hirviendo>>. Es decir, abriremos el camino a males mayores. Como lo narra una fábula popular. Si pones la rana cuando el agua está fría se quedará quieta; y si incrementas, gradualmente, la temperatura del agua, la rana se irá acomodando a los cambios. Sin embargo, llegado a cierto punto, la rana ya no podrá escapar y sucumbirá.
Si no queremos terminar como la rana, como sociedad, debemos reaccionar antes de que sea tarde. Debemos combatir el plagio, encontrar sus causas y proponer remedios. De lo contrario, <<normalizaremos>> lo males, como un mero incidente sin mayor impacto y relevancia. Y llegado a cierto punto, ya no existirá la opción de retornar al punto inicial, si no es a un costo muy alto.