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Una mirada desde la Amazonía: Día mundial de la diversidad cultural para el diálogo y el desarrollo

por PÓLEMOS
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Gabel Daniel Sotil García
Egresado de la  Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Facultad de Educación con especialidad en Filosofía y Ciencias Sociales. Ex director del Instituto Superior Pedagógico Público “Loreto”. Ex director regional de Educación de Loreto..

Aunque tardíamente, la humanidad recién está tomando conciencia de algunos aspectos de su esencia como especie. Concretamente, me estoy refiriendo a la diversidad cultural, que le es consustancial. Han tenido que suceder hecatombes de destrucción cultural en todo nuestro mundo, para darnos cuenta de que el etnocidio es un atentado contra la misma humanidad.

Aquí, en nuestra Amazonía, luego de casi medio milenio de un pertinaz proceso de destrucción de nuestra riqueza y diversidad culturales por parte de la cultura oficial y políticamente dominante, hoy subsiste parte de dicha riqueza aunque debilitada en algunos de sus logros.

Por ello es que el contenido doctrinal de documentos normativos tales como el Convenio 169 – OIT (1989), la Resolución sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (1998), la Declaración Universal de la UNESCO sobre diversidad cultural (2001), la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007) y el Informe Mundial de la UNESCO: Invertir en la Diversidad Cultural y el Diálogo Intercultural (2009), adquiere primordial importancia como expresiones de una nueva visión acerca de nuestra especie.

Y es que, nuestra región tiene una característica de la mayor importancia: SU PLURICULTURALIDAD: dicho a grosso modo, doce familias etnolingüísticas, o lenguas madres se vierten en más de sesenta culturas reales, dinámicas, efervescentes, de las cuales más de cuarenta están en Loreto, cuyo legado, hasta el presente, es todo un dechado de creatividad y todo un desafío para quienes pertenecemos a la cultura mestiza.

¿Qué significa esta DIVERSIDAD CULTURAL?

Dejemos que la UNESCO nos lo diga:

“Artículo 1 – La diversidad cultural, patrimonio común de la humanidad

La cultura adquiere formas diversas a través del tiempo y del espacio. Esta diversidad se manifiesta en la originalidad y la pluralidad de las identidades que caracterizan a los grupos y las sociedades que componen la humanidad. Fuente de intercambios, de innovación y de creatividad, la diversidad cultural es tan necesaria para el género humano como la diversidad biológica para los organismos vivos. En este sentido, constituye el patrimonio común de la humanidad y debe ser reconocida y consolidada en beneficio de las generaciones presentes y futuras”. (Documento fuente: Declaración Universal de la unesco sobre diversidaD cultural, 2-11-2001)

Ocho años después la misma UNESCO elabora un Informe Mundial que denomina “Invertir en la diversidad cultural y el diálogo intercultural” en el cual, luego de insistir en el significado de la diversidad cultural (entre seis mil y siete mil culturas) para la humanidad como especie, nos pone sobre aviso acerca de la globalización o mundialización, favorecida por los espectaculares avances científicos y tecnológicos, e insta a los gobiernos a que desplieguen los más grandes esfuerzos para fortalecer dicha condición promoviendo el denominado diálogo intercultural entre los miembros de las culturas dominantes en cada país y los pueblos originarios, por ser esenciales para el desarrollo y la convivencia pacífica.

Diálogo intercultural que implica respeto y tolerancia que deberían ser objeto de permanente búsqueda y praxis social, acerca de los cuales las autoridades, tanto nacionales como regionales, vienen evidenciando nula vocación, pues sus decisiones no superan el nivel del impacto declaratorio.

En consecuencia, este documento, de tan trascendente importancia para reconstruir nuestra sociedad, debe ser motivo de un profundo y reflexivo análisis en las instancias en que se toman decisiones de política educativa, tanto en el nivel nacional como regional e institucional, habida cuenta que “Las políticas en el ámbito de la educación tienen una repercusión muy importante en el florecimiento o el declive de la diversidad cultural, y deben intentar promover la educación por conducto de la diversidad y en favor de esta. Con ello se garantiza el derecho a la educación, reconociendo al mismo tiempo la diversidad de las necesidades de los educandos (especialmente las de aquellos que pertenecen a grupos minoritarios, indígenas o nómadas) y la variedad de métodos y contenidos conexa. En sociedades multiculturales cada vez más complejas, la educación debe ayudarnos a adquirir las competencias interculturales que nos permitan convivir con nuestras diferencias culturales, y no a pesar de estas. Los cuatro principios de una educación de calidad definidos en el informe de la Comisión Mundial sobre Educación para el siglo XXI (“aprender a ser”, “aprender a saber”, “aprender a hacer” y “aprender a vivir juntos”) sólo pueden aplicarse con éxito si la diversidad cultural es un elemento central de los mismos” (pág. 15), pues, “Si no se tiene en cuenta la diversidad cultural, la educación no puede cumplir su función de enseñar a vivir juntos”. (pág. 32)

Todo este trasfondo normativo internacional que, si bien no tiene un carácter vinculante para nosotros, sin embargo debe ser tenido en cuenta por cuanto representa los consensos supranacionales logrados hasta el presente en beneficio de la humanidad como especie. Es el caso que en nuestra región se vienen produciendo diversidad de situaciones nada favorables  para la preservación de nuestra diversidad cultural. Varios son los factores que contribuyen a esta característica nuestra se vaya debilitando, causando grave deterioro en los diversos pueblos originarios que aún subsisten.

Entre esos factores atentatorios contra nuestra riqueza cultural-espiritual se encuentran la educación misma, que sigue siendo un instrumento de imposición de la cultura mestiza, a través de la cual se imponen mensajes culturales ajenos a los intereses y logros de los Pueblos Indígenas, muy lejos de la necesaria interculturalidad que debería tener tanto en nuestra región como en todo el país.Los medios de comunicación social, predominantemente monolingües y de extracción urbana, sirven de instrumentos de imposición de los patrones comportamentales citadinos, imponiendo el habla castellana y difundiendo el consumismo y demás normas de actuación ajenos a los intereses de los pueblos originarios.

El sistema jurídico que dinamiza criterios de juzgamiento ajenos a los patrones de vida vigentes en el mundo indígena.La dinámica económica, planteada dentro de la perspectiva capitalista, que obliga a los miembros de los pueblos indígenas a someterse a las normas y leyes del mercado. La actividad extractiva de los recursos naturales, que impone mecanismos de interrelación que modifican los patrones tradicionales de los pueblos.

En fin, todos estos factores vienen atentando, con diferente grado de consecuencias, en la estructura y dinámica de los pueblos indígenas de nuestra región amazónica, posibilitando que la diversidad de manifestaciones culturales se vaya debilitando en pro de una homogeneización cultural que, a la larga, se produciría de no mediar una acción decidida del Estado e instituciones civiles para preservar esta riqueza, sustentada en el reconocimiento de que “La diversidad cultural es la riqueza de la humanidad”, tal y como lo declara la UNESCO.

En consecuencia, debemos sentirnos urgidos socialmente a adoptar nuevas estrategias para facilitar el diálogo intercultural, visibilizar con mayor nitidez nuestra riqueza cultural, mejorar la pertinencia de los contenidos de la educación, aplicar políticas lingüísticas para garantizar el multilingüismo, contrarrestar la difusión de estereotipos citadinos en los medios de comunicación e información y propiciar los intercambios de producciones artísticas y la circulación de los artistas, en el entendido de que nuestro país y región requieren conservar su diversidad cultural y propiciar el diálogo intercultural, para no perder nuestra esencia nacional, según lo propone el mencionado Informe Mundial.

Podríamos afirmar, finalmente que, si bien se reconoce la pluriculturalidad de nuestra región y, por ende, su multilingüismo, estas características todavía no son motivo de decisiones políticas de mayor trascendencia para preservarlas, con el énfasis y necesidad que tenemos. Es verdad que  existen diversos documentos, tanto del nivel nacional como internacional estableciendo normas orientadores y reguladoras de la dinámica intercultural, sin embargo, en nuestra Amazonía no se delinean con la claridad que deberían tener para lograr los efectos que, en estos momentos, se requiere para enfrentar con mayor decisión los problemas que afectan a este aspecto de nuestra realidad socio-cultural.

Tenemos, pues, aún una deuda pendiente con el proceso de visibilización de nuestra diversidad cultural amazónica, para ponerla en un primer plano en las decisiones de política, tanto nacionales como regionales.

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