Nicole Oré Kovacs
Psicóloga y docente en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.
La tarea de la filosofía es tranquilizar el espíritu con respecto a preguntas carentes de significado. Quien no es propenso a tales preguntas no necesita la filosofía (Wittgenstein, 1913).
El ruido incesante de nuestra vida cotidiana y las tragedias que la componen, nos alejan del silencio y la quietud que necesitamos para realizar aquel examen al que nos exhorta el aforismo griego en el templo de Apollo en Delfos: Conócete a ti mismo.
El acto y la tarea reflexiva de “Conocerse a uno mismo” toma tiempo, implica transitar múltiples caminos y, contra todo pronóstico, tener en la mira el proyecto futuro. Es decir, poder decir algo respecto a uno mismo exige hacer referencia a lo que uno aspira ser. En términos del proceso de construcción de la identidad, la respuesta a la pregunta: ¿Quién soy yo? Implica responder desde una posición que de cuenta del horizonte de significación que se ha contemplado como principio ontológico de la propia vida. En términos más sencillos:
Lo que responde a esa pregunta es entender lo que es sumamente importante para nosotros. Saber quién soy es como conocer dónde me encuentro. Mi identidad se define por los compromisos e identificaciones que proporcionan el marco u horizonte dentro del cual yo intento determinar, caso a caso, lo que es bueno, valioso, lo que se debe hacer, lo que apruebo o a lo que me opongo. En otras palabras, es el horizonte dentro del cual puedo adoptar una postura (Taylor, 2018a, p. 52).
La pregunta por la identidad se responde en el espacio público, pues alude a un ‘¿Quién?’, como agente responsable de la articulación de una respuesta coherente ante un escucha. Sin embargo, nuestra época carece de espacios genuinos de articulación de esta clase de sentidos. El ruido, el constante desencanto y la fuerza de las imposturas nos exigen asumir rápidamente una máscara, lo suficientemente funcional para responder a las demandas impuestas por la tradición moderna. Los ideales de éxito, alta productividad, status social y corrección moral impregnan nuestra vida pública de discursos que traen consigo identidades express, como máscaras pre-fabricadas, de fácil identificación, que evitan las explicaciones más profundas en torno a lo que uno desea ser. De ahí que responder a esta pregunta sea tan difícil en nuestros tiempos.
La máscara es silenciosa porque detiene el ruido de aquel que no se atreve a enfrentarse al enigma de sí mismo. Es decir, silencia la posibilidad, a través de la palabra, de asumir la responsabilidad de articular para sí un proyecto que le permita constituirse como agente decisorio de su identidad. Limita la voz de aquel que puede declarar frente a otros lo que fue, lo que es y, sobre todo, lo que será. En términos fenomenológicos: Lo que está siendo. Aquel silencio perverso, el de la máscara, se resume bien en esta pregunta: “¿Hay contradicción más escalofriante que la de los ojos humanos detrás de una máscara que imita la cara humana?” (Biguenet, 2015, p. 102-103).
Apollo, dios al que llevo explorando los últimos meses, tiene bajo su responsabilidad al don de la adivinación (Graf, 2009). La inscripción de su templo es un especial indicador de nuestro insaciable deseo por articular el sentido de nuestra propia identidad. De ahí que la adivinación implique siempre una pregunta respecto a las crisis presentes y a la exploración futura. La historia ha demostrado que la respuesta del Oráculo, si bien muchas veces directa y de aparente claridad, interpela al agente, despojándolo de sus máscaras. De hecho, que Sócrates se tomara muy en serio la respuesta del Oráculo en torno a su cualidad como “El más sabio de todos los hombres” le permitió preguntarse: ¿Qué dice realmente el dios y qué indica el enigma? Y así, todo auto-examen exige, poco a poco, poner en cuestión la máscara explícita y disponerse a observar el enigma del ser de frente, el enigma que se revela paulatinamente en nuestra identidad.
Referencias bibliográficas
Biguenet, J. (2015). Silencio. Godot.
Graf, F. (2009). Apollo. Gods and Heroes of the Ancient World. Routledge.
Taylor, C. (2018a). Fuentes del yo. La construcción de la identidad moderna. Paidós.
Wittgenstein, L. (1913). Movimientos del pensar. Diarios. Gredos.