Bettina Valdez Carrasco
Abogada, Magistra en Estudios de Género y Gerencia Social. Pontificia Universidad Católica del Perú.
I. Introducción
Mi trabajo me ha permitido escuchar muchas excusas para justificar la inacción estatal frente a la desigualdad de género, la exclusión, la discriminación, y la violencia. Comentarios como “la igualdad genera desigualdad porque ahora se les favorece a las mujeres y se deja de lado a los hombres”; “las mujeres son las culpables de su situación porque crían a hombres machistas”; “con esas políticas la tortilla se está volteando en contra del hombre”, entre otras.
Desde mi punto de vista, estos comentarios realmente encierran una resistencia personal, una sensación de no sentirse parte del problema, y menos de la solución; y, sobre todo, un desconocimiento respecto a nuestra posición frente al sistema de género que nos bombardea con mensajes sobre los modelos de feminidad y masculinidad universales a los que tenemos que encajar y que nos amenaza constantemente con sus múltiples formas de sanción social desde la burla hasta los crímenes de odio, lo cual genera múltiples situaciones de desigualdad y vulneración de los derechos humanos.
En este artículo voy a analizar la lógica detrás de las resistencias frente a la implementación de las políticas de igualdad de género y expondré una propuesta de estrategia para promover una responsabilidad consciente de todos y todas frente a la igualdad de género
II. La lógica picapiedra
La lógica picapiedra es la muestra más común de inacción y falta de compromiso frente a las políticas de igualdad de género. Esta idea se basa en la fábula atribuida a Charles Péguy. Es la historia de un peregrino que vio a tres personas que estaban picando piedras al borde de un camino. Se acercó al primero y le preguntó ¿qué estás haciendo? Éste le respondió que estaba picando una piedra. Le preguntó lo mismo al segundo y respondió que estaba modelando la base de un arco de piedra. Se acercó a la tercera persona, le hizo la misma pregunta y éste respondió “Estamos construyendo una catedral”.
La lógica picapiedra consiste en creer que nuestro trabajo es “picar la piedra”. Es decir, prima el fetiche a la norma, las guías, herramientas, manuales, matrices; en otras palabras, le dan mucha relevancia a cumplir con la norma al pie de la letra, buscando recetas a ciegas, pero se pierde el ideal y compromiso frente a la igualdad de género. Además, se cree que los cambios dependen de la decisión de los/las jefes/as, y que los/las trabajadores/as no tienen el poder para generar cambios. Esto se relaciona con la creencia de que los cambios dependen de procesos muy largos, casi interminables y hasta casi imposibles de culminar. Bajo esta lógica, trabajan por ghettos, se preocupan por su institución, sus responsabilidades específicas, y la idea de articular, de generar alianzas, de coordinar entre ellos/as esta poco desarrollada.
Esto es lo que hay: Muchas personas trabajando en temas de igualdad de género pero desde la lógica picapiedra, haciendo su trabajo, cumpliendo su contrato, pensando en su sueldo de fin de mes y produciendo documentos picapiedra también. Se irritan si se ponen ejemplos cotidianos o si se analizan situaciones que tocan sus realidades personales desde el enfoque de género, porque, como dice Marcela Lagarde, “molesta, indudablemente, a quienes piensan que la perspectiva de género no les toca: que deben modificarse las mujeres objeto de los análisis o de las políticas”[1].Además, cuando se generan espacios de discusión y participación voluntaria en contra la desigualdad y la violencia, situaciones que van más allá de sus contratos, brillan por su ausencia.
La lógica picapiedra se difunde rápidamente porque es el camino corto, el fácil, el mecánico, irreflexivo, muchas veces respecto al impacto de los patrones de género heteronormativos en nuestras vidas. Lo peor es que muchas veces la lógica picapiedra se articula con un discurso picapiedra que apela a las estadísticas, a las normas, a las competencias funcionales, y con eso lo único que se consigue es mantenernos en la lógica picapiedra.
III. La estrategia del puntillismo para la igualdad de género
Ante la imperante lógica picapiedra propongo la estrategia del puntillismo. Se basa en el arte de Georges-Pierre Seurat que, a través de miles de puntos de colores, completaba su obra sobre el lienzo, que para comprenderse necesitaba verse a distancia.
En esa misma lógica, la estrategia del puntillismo para la igualdad de género, implica asumir la analogía de que cada persona es un puntito, porque reconoce que está inmersa en un sistema de género que la socializa desde la infancia con modelos uniformizantes de feminidad y masculinidad, y, sobre todo, porque comprende que la igualdad de género, como lienzo final, sólo se logrará con la suma de miles de puntos, es decir, del aporte de todas y de todos, por ello se siente responsable también del cambio. Como dice Alda Facio se “visibilizan los distintos efectos de la construcción social de los géneros. Ponen al descubierto cómo el hombre y lo masculino son el referente de la mayoría de las explicaciones de la realidad en detrimento de las mujeres y de los valores asociados con lo femenino, y sugieren nuevas formas de construir los géneros que no estén basadas en la discriminación”[2].
La estrategia del puntillismo no es fácil de comprender, aplicar o explicar. La forma que he encontrado de motivar el compromiso y la actuación hacia el puntillismo de igualdad de género es tocar las fibras emocionales, las más vitales, lo más personal, mediante ejemplos cotidianos en que se vulneran derechos humanos, se generan discriminaciones y violencia. Estos ejemplos confrontan muchas veces a la audiencia por la posibilidad de verse reflejados en la situación expuesta. Mi objetivo es cuestionar sus verdades, analizar sus prejuicios naturalizados. Generar pequeños quiebres. Seguro muchas/os se agarraran duro al status quo que les da significado a sus vidas y la sostenibilidad del mundo futuro. Pero estoy segura que otros iniciarán cambios personales.
Como dice Marta Lamas “sólo así podrán empezar, mujeres y hombres, a establecer opciones de vida más flexibles, no arraigadas en rígidos -y anticuados papeles sociales y a compartir equitativamente responsabilidades políticas y domésticas”[3].Por ello, mi lema cuando explico el tema de las políticas de igualdad de género es: tocando corazones, cambiando vidas. La idea es comprender que el género es vivencia cotidiana, personal y contextual, culturalmente hablando, y que el enfoque de género también debe ser cotidiano, de aplicación constante, en todo momento y en todo espacio de nuestras vidas. Lo cual implica estar preparadas/os para enfrentar posibles conflictos con aquellas personas e instituciones que se resisten a los cambios y que no soportan la rebeldía y la desobediencia a las reglas sociales de género que nos tratan de imponer día a día.
[1] LAGARDE, Marcela La perspectiva de género. En: http://catedraunescodh.unam.mx/catedra/CONACYT/08_EducDHyMediacionEscolar/Contenidos/Biblioteca/Lecturas-Complementarias/Lagarde_Genero.pdf
[2]FACIO, Alda. Feminismo, género y patriarcado. En: http://centreantigona.uab.es/docs/articulos/feminismo,%20g%c3%a9nero%20y%20patriarcado.%20Alda%20Facio.pdf
[3]LAMAS Marta. La perspectiva de género. En: http://yolodecido.com/assets/15-la-perspectiva-de-genero.pdf