Paul Montjoy Forti
Abogado por la Universidad de Piura
Dejemos una idea clara: Si entendemos el término derecho no como un conjunto de leyes sino como ‘justicia’ en un sentido moral, concluiremos que este está inmerso en casi toda la literatura. La literatura, como dice Reisz[1], es un conjunto de textos especiales, orales o escritos, que han preservados y trasmitidos en el tiempo porque la sociedad les ha otorgado valor. La mejor literatura es aquella que ha logrado que los lectores nos sintamos identificados por el conflicto moral que allí se desarrolla, sin tener, por supuesto, la intención de perpetrar dicha moral en el pensamiento lector (véase el fracaso del arte comprometido con determinadas agendas políticas).
En la Antígona de Sófocles el conflicto moral versa sobre la imposibilidad que tiene esta de enterrar a su hermano Polinices, luego de que este junto a su hermano Eteocles murieran en una batalla enfrentados por el trono de Tebas y Creonte, tío de Antígona, ordena que a Polinices, a diferencia de su hermano, no reciba los honores fúnebres que eran de suma importancia para los griegos. Antígona no podía permitir aquello porque iba contra la ley moral o la ley de sus dioses. Entonces se revela contra lo ordenado y decide enterrar a su hermano para que este pueda descansar en paz, siendo ella castigada por la propia muerte. La persecución de la justicia por parte de Antígona le lleva a concluir dos ideas poderosas: Primero, nadie está obligado a cumplir con una norma injusta y, segundo, la igualdad que tenemos todos ante la ley.
El mito moche de Naylamp también manifiesta una idea poderosa de justicia. Naylamp llegó del sur a la caleta de San José en Lambayeque acompañado con un séquito de funcionarios, su esposa Ceterni y varias concubinas. Dos kilómetros adentro fundó un templo de nombre Chot donde colocó una piedra de Jade a la que llamó Yampallec (que en la cosmogonía moche era una especie de dios decapitador que imponía una moral a sus pueblos). Naylamp, que era inmortal, decidió convertirse en ave y regresó a su lugar de origen. El décimo segundo señor del valle moche, Fempallec, quiso cambiar el sitio del templo Choc y de Yampallec, despertando la furia divina. Como castigo divino se le apareció una mujer que lo obligó a tener relaciones sexuales con él y lo maldijo con un gran diluvio que duró treinta días y después de ello una larga sequía que secaría el valle. Los sacerdotes, entendiendo que esto había sido culpa de Fempallec, lo ataron de pies y manos y lo echaron al mar. Es interesante cómo surge el conflicto moral del mito se centra en la desobediencia de este último gobernante, pero, a diferencia de Antígona que busca la justicia, este busca desconocerla de cierta forma, condenándose y condenando por consiguiente a todo su pueblo.
En el Ollantay de la mitología inca, el dilema moral se encuentra en el cumplimiento de las leyes del imperio que impide que Ollantay pueda casarse con Cusi Coyllur, hija de del inca Pachacutec, a pesar de ser un reconocido soldado. Pachacutec expulsa a Ollantay y encierra a su hija en un calabozo. Ollantay pensando que su amada había sido asesinada decide armar un ejército en Ollantaytambo para resistir las fuerzas del inca. Pasan diez años de la sublevación de Ollantay y el inca Pacahutec muere sin poder derrotarlo. Con Tupác Yupanqui en el poder, los rebeldes son derrotados y Ollantay es llevado al Cuzco donde es perdonado, luego libera a su hermana Cusi Coyllur y la desposa con Ollantay[2]. La noción de justicia está presente: Primero, existen leyes del imperio (al parecer injustas) que son respetadas el inca Pachacutec hasta las últimas consecuencias. Segundo, la figura del inca como juez que interpreta la norma. Tercero, el cambio de interpretación de lo que es justo y lo que no lo es. Y cuarto, la idea poderosa del perdón.
En la mitología cristiana, la Biblia tiene diversos personajes relacionados directamente con la justicia como es el caso Salomón y su famoso juicio[3], o del mismo Jesús de Nazaret cuando perdonó a la mujer adúltera[4]. Asimismo, la Biblia está llena de frases sobre la justicia: “El que va tras la justicia y el amor halla vida, prosperidad y honra”[5], “Practicar la justicia y el derecho lo prefiere el Señor a los sacrificios”[6], “El justo será siempre recordado; ciertamente nunca fracasará”[7], entre otras. Lo importante para nuestros fines es la transición de la noción de justicia del Antiguo Testamento, que era un justicia barbárica y salvaje parecida a la ley del talión, a la justicia del Nuevo Testamento impuesta por Jesús de Nazaret que parece un juez mucho más razonable.
Dejando de lado a la mitología. El Quijote, que además de ser el libro más citado del mundo en sentencias judiciales, tiene un pasaje jurídico en el cual un hombre que había vendido sus cerdos contrata los servicios de una prostituta, esta al ver que llevaba una bolsa llena de monedas quiere cobrarle más pero el hombre se niega. Entonces van donde Sancho Panza, que gobernaba la Ínsula Barataria, y la mujer acusa al hombre de haberla violado. Sancho le ordena al hombre a darle toda la bolsa a la mujer, quien se va contenta. Inmediatamente Sancho le ordena al hombre que corra y recupere la bolsa, lo que el intenta hacer, pero la mujer se defiende a capa y espada. Entonces vuelven a ir a donde Sancho y este le ordena a la mujer a darle la bolsa al señor argumentando lo siguiente: “si la violada hubiera defendido su cuerpo con la resolución y hasta valentía como defendió el dinero habría sido violada, como no lo hizo, fueron relaciones con consentimiento.” La idea de Sancho como un juez que ejerce una especie de justicia sin ser necesariamente un hombre letrado, sino todo lo contrario. Esto del juez Sancho que resuelve conflictos morales es una constante en la Ínsula Barataria (A partir del capítulo 45).
En Shakespeare existe una relación directa con el derecho de forma constante. En Henry VI, una obra poco conocida de dicho autor en la cual el conflicto moral versa sobre cómo imponer una sociedad autoritaria y se desliza la curiosa frase “Lo primero que haremos, matar a todos los abogados”, entendiendo a los abogados como personas que se comportan en base a lo justo y defienden los derechos (noción idealizada, por cierto). Otra frase curiosa es la que aparece en La fierecilla domada: “Actuad como los adversarios en Derecho, luchad ferozmente pero comed y bebed como amigos”. Así, existe en la obra de Shakespeare, como en la de Cervantes, una seguidilla de frases con respecto no solo a la justicia y los abogados sino también a los jueces y los gobernantes[8]. Se puede observar que en la obra de los fundadores de las tradiciones literarias española y anglosajona existe un fundamento conflicto moral de búsqueda de la justicia que genera personajes y situaciones extraordinarias.
En Crimen y castigo de Dostoyevski la conexión con el derecho es muy clara. Tenemos el personaje Rodión Raskólnikov que, envuelto por la miseria, decide asesinar a una anciana usurera en cuya casa empeñó algunos objetos de valor. No solo eso, también se ve obligado a asesinar a la hermana de la usurera. Raskólnikov es consciente de que está cometiendo un crimen y esta idea lo atormenta hasta el punto de la locura y por ello, aunque no existían pruebas en su contra, decide entregarse a las autoridades para que lo apresen. El conflicto moral de Raskólnikov es claro: él ha cometido una injusticia así no existan pruebas en su contra y la única posibilidad de acabar con ese tormento mental es entregarse a las autoridades, cumplir con la justicia.
Icónica es también El proceso de Kafka, novela en la cual Josef K. un día es apresado en su casa por tres hombres. Él no entiende por qué lo apresan y aquellos hombres no se lo explican. K. continúa un proceso a ciegas, sin saber por qué es procesado y enfrenta a una burocracia que no sabe darle respuesta. Un laberinto sin salida, la pesadilla kafkiana por excelencia. Al final, Josef K. es ejecutado por sus captores después de un largo proceso en el cual ha sido declarado culpable de algo que él no conoce ni se lo dicen. Muere sin saber porqué lo sentenciaron. El conflicto moral de El proceso radica justamente en la desesperación de no saber porqué se arresta ni se acusa a K. Al final la incógnita no tiene solución y el lector puede compartir parte de esa desesperanza.
La noción de justicia se encuentra impresa además en muchos de los cuentos de Borges sobre cuchilleros que están comprendidos en el libro Historia Universal de la infamia, en los cuales todos estos terribles personajes asesinos, bandoleros y tiranos son finalmente ejecutados como un acto de justicia. En La viuda Ching, pirata describe la historia de Ching Shih, despiada pirata que emite un reglamento para controlar el comportamiento de los piratas que tenía a mando, quienes no obedecían eran aniquilados. Otro cuento magnífico de Borges en el cual se puede observar la justicia como noción moral es en Los dos reyes y los dos laberintos de su libro El Aleph, en el cual el rey de Babilonia mandó a construir un laberinto. Cuando el rey de Arabia llega a su corte, hace que este último se adentre en laberinto. El rey de Arabia lleno de miedo imploró por su vida y las puertas del laberinto se abrieron. Así, cuando este regresó a su reino preparó un ejército con el que arrasó los reinos de Babilonia capturando a su rey. Al que le prometió llevarlo a un laberinto en Arabia donde no había muros ni escaleras. Así que lo dejó en medio del desierto y este murió de hambre y sed. Existe en Borges una idea cíclica de la justicia que es bastante interesante.
Las novelas de ciencia ficción no son ajenas a la noción de justicia. En 1984 de Orwell se hace una denuncia a la pérdida de la libertad de pensamiento, que es un derecho, en los regímenes totalitarios. Winston Smith se reconoce como un ser libre y empieza a cuestionar lo que realiza el gobierno llegando, incluso, a descifrar la falsedad de las informaciones de este. En Un mundo Feliz de Huxley también se hace un cuestionamiento a la pérdida de la libertad a través del control de la reproducción y acondicionamiento genético. Mientras que en Fahrenheit 45 de Bradbury existe un cuestionamiento moral a un régimen que prohibe la libertad de pensamiento y tiene brigadas de bomberos encargados de quemar libros. En las tres novelas se trata el derecho a la libertad física, a la libertad de información y a la libertad de pensamiento.
En el ámbito nacional vale la pena observar que en Redoble por Rancas de Manuel Scorza el juez Francisco Montenegro es temido por la población, tanto así que dice el libro que, si se le caía una moneda, nadie la recogía por años por temor a él. La idea de la injusticia generalizada está presente en la novela, puesto que un día amanecen las tierras de Rancas cercadas por alambres de púas impuestas por la Cerro de Pasco Corporation, empresa que despojó a los comuneros de sus tierras. Así, los comuneros se sublevan armados de palos, picos y piedras, pero los guardias logran reducirlos y asesinarlos. En El sueño del Celta de Mario Vargas Llosa, por su lado, narra la historia de Roger Casement, un hombre que se dedicó a denunciar los abusos de las explotaciones caucheras del Congo y del Amazonas, lugares donde para la explotación y exportación de caucho se esclavizó comunidades indígenas.
Los ejemplos son muchos y el espacio, lamentablemente, es corto. Vale la pena precisar que una moralidad estructurante es necesaria para escribir cualquier novela con verosimilitud, inclusive en los ejemplos de ciencia ficción que hemos observado se requieren de ciertas reglas morales que los personajes siguen. La noción de justicia siempre ha existido en los textos literarios y ha ido evolucionando a lo largo del tiempo. Se puede hacer un análisis de cualquier texto literario (con salvedad de cierta poesía) en relación con el derecho si entendemos el derecho como noción de lo justo, lo que le corresponde a cada cual y no meramente como un conjunto de normas ni mucho menos como un oficio solamente de abogados y de jueces.
Referencias
[1] Reisz Susana. Susana Reisz explica cuál es el rol de la literatura [PUCP]. Aula Abierta. 2012. https://www.youtube.com/watch?v=3AcRrwa-49M
[2] Pérez, Julio Calvo [ed.] (1998): Ollantay – Edición Crítica de la Obra Anónima Quechua [Anónimo]. Centro Bartolomé de las Casas: Cusco, Perú (original quechua y traducción castellana)
[3] Libro de los Reyes. 3: 16-28.
[4] Juan. 7:53-8:11.
[5] Romanos. 2:6.
[6] Proverbios. 21:3.
[7] Salmos. 112:6.
[8] JR CHAVES. Shakespeare y el Derecho: una relación tortuosa. Delajusticia.com. 2011