Felipe Nitsche Villalobos[1]
No hay camino para la paz, la paz es el camino.
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Cuando hablamos de paz, es inevitable pensar en el valor de la vida y la dignidad de todos los seres humanos. Si bien, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), declaró esta fecha como un día dedicado al fortalecimiento de los ideales de paz, a través de la observación de 24 horas de no violencia y alto al fuego[2] en los diferentes puntos del planeta donde se llevan a cabo conflictos armados, el alcance de este día es mucho más amplio, más aún frente a los efectos de la pandemia global de COVID-19. La concentración de los esfuerzos de todos los Estados ante esta pandemia global sin precedentes, nos interpela a reflexionar sobre cómo “combatir” un virus juntos/as, unidos/as y conscientes de un hecho que nos afecta a todos y todas, y donde prima el autocuidado porque cada una/o de nosotros/a es o puede ser, un arma biológica latente. Pero, ¿qué significa esto en términos de paz? Quizás un buen ejemplo para abordarlo sea dirigirnos al Objetivo de Desarrollo Sostenible 16, bajo el título “Paz, justicia e instituciones sólidas”[3], que realiza un llamamiento a la promoción de sociedades pacíficas e inclusivas que fomenten un desarrollo sostenible a la vez que faciliten el acceso de todas las personas a la justicia, creando instituciones efectivas, responsables e inclusivas a todos los niveles.
Es evidente que la paz a nivel mundial está siendo amenazada en cada hogar y cada familia por la pandemia en términos de los objetivos de desarrollo sostenible, especialmente dentro de la óptica del bienestar social y económico, con especial énfasis en la crisis que enfrentan los sistemas sanitarios públicos, el acceso a agua potable, saneamiento, estabilidad laboral, movilidad humana y la creciente discriminación en la atención y exposición de las personas y grupos en situación de pobreza y exclusión[4].
El impacto concreto del COVID-19 en la población mundial se relaciona, entre otros, con el escaso acceso a la creciente modalidad de teletrabajo del quintil más pobre de la población. En México, por ejemplo, casi el 60% de la población trabaja en la economía informal[5], por lo tanto, es muy difícil pensar que las personas con menos recursos pueden acceder a actividades en modo remoto para generar ingresos y evitar la exposición a la transmisión del virus de la mano de la tecnología, ya que la mayor parte ellas realizan sus labores en la calle para sobrevivir sin tener, muchas veces, condiciones sanitarias, de distanciamiento y de seguridad adecuadas. Esta situación no es muy diferente en el resto de Latinoamérica, donde se han generado importantes focos de COVID-19 en las centrales de abastos y abarrotes[6] contagiando a miles personas, que al mismo tiempo constituyen la principal fuente de ingresos de la economía informal y del Producto Interno Bruto (PIB) de los países de la región.
Además, el acceso a la tecnología y la conectividad sigue siendo un reto para muchas personas y países durante esta pandemia, puesto que, pese a los avances en la cobertura de Internet en la región durante los últimos años, el 45% de las personas latinoamericanas no tiene acceso a los servicios derivados de la conectividad digital. Sólo 4 de cada 10 hogares cuentan con una conexión de banda ancha fija y los accesos individuales a Internet móvil no superan el 50%[7].
Por otro lado, las ciudades más desarrolladas no han permanecido ajenas a las gravosas consecuencias de la pandemia. En Nueva York[8], se ha evidenciado la enorme disparidad reflejada en las desigualdades económicas de larga data entre las diferentes zonas de la gran urbe. Así, mientras el Bronx concentra la mayor tasa de contagios de COVID-19 por cada 100.000 habitantes, en zonas con mayores recursos económicos, como Manhattan, la tasa es casi 3 veces menor. Lo preocupante de esta situación, es que la mayor incidencia del virus afecta principalmente a población latina y afrodescendiente que, en muchos casos, no cuenta con un seguro médico para hacer frente a los cuidamos mínimos de salud. Al final del camino o de cada jornada se repite el mismo patrón: el COVID-19 tiene una mayor incidencia y golpea con mayor fuerza en los segmentos de población en situación de extrema vulnerabilidad prexistente, donde la premisa sigue siendo morir de hambre o morir enfermo.
Sin embargo, esto no es una sorpresa. Antes de la llegada de la pandemia diversos estudios económicos aplicados en la población de Latinoamérica indicaban que entre los años 2013 y 2016 el endeudamiento de las/los consumidores creció del 15% al 20%, según el Fondo Monetario Internacional (FMI)[9]. En este recuadro aparecían Chile, Panamá y Costa Rica como los tres países con mayor nivel de endeudamiento por hogar de la región[10], sacudiendo a las familias de más bajos ingresos que han perdido toda posibilidad de ahorrar. Es claro que la actual coyuntura agudiza aún más las desigualdades a raíz de la pandemia, y que el nivel de endeudamiento de las familias latinoamericanas más vulnerables ha crecido al compás de la merma en los ingresos que genera la extensión de las medidas de confinamiento social[11] y de libertad de movimiento por razones sanitarias.
¿Podemos decir entonces que el coronavirus tiene un comportamiento desigual y que el derecho a vivir en paz o de un futuro próspero es solo es para algunos/as y no para otros/as?
La pandemia aun nos sigue dejando muchas interrogantes y dudas, pero también nos pone frente a una realidad indiscutible: la construcción de un futuro pacífico dependerá de la voluntad y responsabilidad de los Estados, pero también de cada una uno/a de nosotros/as para lograr sociedades más inclusivas, justas, saludables y compasivas y, tal vez, implique sin que todavía nos percatemos, en una nueva evolución de la noción del ser humano y de la aspiración universal a una vida en paz.
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REFERENCIAS:
[1] Ingeniero. Universidad Tecnológica de Chile. Diplomado programa Máster en Bioética de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Especialista en Medios de Vida y desarrollo de proyectos de intervención social, inclusión económica y cooperación internacional para el desarrollo en materia de refugio, migración y desplazamiento forzado en América Latina, África y Asia. Director Proyecto Red Interdisciplinaria de Derechos Humanos (REDii ex REDLAIDH).
[2] UN, “Día Internacional de la Paz: Forjando la paz juntos”, 21 de septiembre 2020, disponible en: https://www.un.org/es/observances/international-day-peace
[3] UNODC, “Oficina de enlace y partenariado en México”, 18 de septiembre 2020, disponible en: https://www.unodc.org/mexicoandcentralamerica/es/romex/ODS16.html
[4] UN News, “Los pobres e indígenas tienen más probabilidad de morir si se enferman de COVID-19, advierte la OMS”, 6 Agosto 2020, disponible en: https://news.un.org/es/story/2020/08/1478482
[5] Fortune en español, “El 56.2% de la población ocupada en México está en el sector informal”, 1 Mayo 2020, disponible en: https://www.fortuneenespanol.com/finanzas/el-56-2-de-la-poblacion-ocupada-en-mexico-esta-en-el-sector-informal/
[6] LA Network, “Así podrían ser las plazas de mercado o abastos en Latinoamérica luego del COVID-19”, 2 Mayo 2020, disponible en: https://la.network/asi-podrian-ser-las-plazas-de-mercado-o-abastos-en-latinoamerica-luego-del-covid-19/
[7] CAF – Banco de Desarrollo de América Latina, “Cerrar la brecha digital en América Latina y el Caribe depende críticamente de la transformación de los Fondos de Servicio Universal”, 5 Julio 2019, disponible en: https://www.caf.com/es/actualidad/noticias/2019/07/cerrar-la-brecha-digital-en-america-latina-y-el-caribe-depende-criticamente-de-la-transformacion-de-los-fondos-de-servicio-universal/
[8] New York Times, “Virus Is Twice as Deadly for Black and Latino People Than Whites in N.Y.C.”, April 8, 2020 Updated June 26, 2020, disponible en: https://www.nytimes.com/2020/04/08/nyregion/coronavirus-race-deaths.html
NYC Department of Health and Mental Hygiene, “COVID-19: Data”, September 18, 2020, , disponible en: https://www1.nyc.gov/site/doh/covid/covid-19-data.page
[9] PQS, “¿En qué países de América Latina, las personas se endeudan más?”, 13 Octubre 2017, disponible en: https://www.pqs.pe/economia/en-que-paises-de-america-latina-las-personas-se-endeudan-mas
[10] Vergara, F. “¿En qué países están más endeudadas las personas?”, en BLOGS PORTAFOLIO, 28 Septiembre 2019, disponible en: http://blogs.portafolio.co/paises-estan-mas-endeudadas-las-personas
[11] Furlong, S. “Pandemia y desigualdades en América Latina”, en Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), 7 Junio 2020, disponible en: https://www.celag.org/pandemia-y-desigualdades-en-america-latina/#_edn14