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«Perú: Agonía y Resistencia» de Ricardo Falla y Gonzalo Gamio (2025)

por PÓLEMOS
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Alessandro Caviglia

Dr. en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Profesor Asociado del Departamento Académico de Teología de la PUCP. Profesor de las cátedras «Ciencia, Ética y Religión» y «Ciencia, Ética y Cristianismo» en la PUCP.


El libro Perú: Agonía y Resistencia de Ricardo Falla y Gonzalo Gamio es una obra escrita a dos manos, por lo que resulta ser un trabajo encomiable desde un principio, porque libros como estos no son habituales entre nosotros. En obras académicas colaborativas en humanidades, lo más común es la recopilación de artículos o ensayos de diferentes autores, pero no un libro escrito a dos manos. Así, el libro que los autores nos entregan está compuesto de tres partes. En la primera, encontramos cinco ensayos escritos al alimón, seguidos por dieciocho divididos en dos grupos: los primeros nueve, obra de Ricardo Falla; los nueve restantes a cargo de Gonzalo Gamio. Con el detalle de que el último de los escritos de Ricardo está dedicado a comentar brevemente el trabajo intelectual de Gonzalo, y a su vez, Gonzalo hace lo propio al final de su sección, lo que aporta un cierre muy logrado a la obra como trabajo colaborativo. Asimismo, el libro se encuentra prolongado por Joseph Dager, quien abre la puerta al libro con el comentario lúcido al que nos tiene acostumbrados.

Este trabajo fue madurando durante los años duros de la Pandemia del COVID 19, en el que los autores se proponen aunar sus pensamientos sobre el Perú en el mundo contemporáneo. En esos años, Gonzalo me comentaba con entusiasmo de las conversaciones y los planes que tenía con Ricardo. El resultado de dicho intercambio está marcado por el signo de la agonía y la resistencia. Se trata de un país que, desde una perspectiva global, se bate entre la agonía y la resistencia. Ciertamente, el marco de la Pandemia nos puede conducir a la metáfora clínica de un paciente que agoniza y resiste, es decir, que resiste ante la agonía, pero que no muere. La raíz griega de “agonía” –agón–, nos desplaza a la confrontación, al antagonismo entre un Perú contra otro Perú, o entre un Perú y las fuerzas de las que se defiende.

1.- El contexto mundial

El libro se ha concebido en un contexto mundial inmediato, el del COVID-19. Pero se presenta en un contexto más amplio: el contexto del hundimiento de lo que Michael Hardt y Antonio Negri denominan «Imperio» (2017/2001, p. 21 ss.), fenómeno que podemos llamar también el orden político liberal de la posguerra, orden que había superado al constituido por La Paz de Westfalia de 1648. Lo que Hardt y Negri denominan «Imperio» consiste en que la soberanía ha adquirido una nueva forma compuesta por una serie de organismos nacionales y supranacionales articulados por una lógica de dominio global y deslocalizada (Hardt & Negri, 2017, p. 14). En este contexto, el orden liberal de la posguerra tuvo como centro político-jurídico a la Organización de las Naciones Unidas (Hardt & Negri, 2017, p. 21 ss.).”

Dicho orden liberal se ha encontrado desafiado por las crisis económicas que se sucedieron después del cambio de siglo. Estos fenómenos, como la caída del bloque soviético, han ido generando un progresivo ascenso de la extrema derecha en Europa y en Estados Unidos y de la extrema izquierda en otras regiones, como en América Latina (el México de AMLO, la Venezuela de Chávez y Maduro, y el Perú de Pedro Castillo y Vladimir Cerrón). Se trata, en resumidas cuentas, del ascenso de los populismos en el mundo entero (Mudde, 2017, 2021; Mudde & Rovira Kaltwasser, 2019). Dicho fenómeno ha modificado las dinámicas políticas del mundo contemporáneo, produciendo el socavamiento del centro político mundial. Se trata de un mundo en el que las instancias internacionales como la ONU, la Comunidad Europea y el orden internacional de los Derechos Humanos (instituciones propugnadas en su momento por Hans Kelsen) han terminado devaluados. En ese nuevo orden mundial, han tomado la posta los oligarcas tecnológicos que Baruphakis denomina como “technofeudalismo” (2023) y también el fenómeno denominado «Ilustración Oscura» (Land, 2022). Se trate de fenómenos pasajeros o permanentes, estos representan un desafío al orden de las democracias liberales. En este contexto se escribe «Perú: agonía y resistencia», una radiografía de un país inmerso en dichos cambios mundiales que terminan por configurar un mundo cada vez más turbulento.

2.- Intelectual público

El libro se presenta como escrito por dos intelectuales públicos que se entienden como participantes de la discusión nacional, ofreciendo, sin lugar a duda, un aporte valioso. Como lo señala Gonzalo:

El intelectual es un ciudadano, y su acercamiento a la sociedad en la que vive, sus normas e instituciones no pueden ser “neutrales”, en términos éticos y espirituales. Como agente y forjador de saber, está constituido por una historia —tanto biográfica como comunitaria—, ha crecido en una cultura y razona desde horizontes que puede examinar en términos de un proceso crítico, pero no como si fuese un “objeto” exterior. Cuando discute en torno al “fenómeno político”, recurre al trabajo del concepto y del análisis empírico, pero no hace abstracción del propósito de fortalecer las instituciones democráticas y mejorar la práctica política (Gamio, 2021, p. 11)[1].

Y respecto del «intelectual público», señala que:

El intelectual público es un académico que está comprometido con el logro del conocimiento y el ejercicio del pensamiento crítico, pero también es un ciudadano involucrado en el desarrollo de la esfera pública. Abriga la esperanza de que las discusiones en las que participa contribuyan a la construcción de una cultura política basada en el cuidado del argumento y la evidencia, así como en el cultivo de los derechos y las libertades individuales (Gamio, 2021, p. 11)[2].

Se trata, entonces, de un intelectual comprometido que no asume un punto de vista neutral, sino que es plenamente consciente de su momento histórico y de su inserción en su sociedad frente a la cual mantiene una mirada crítica, aunque no objetivante. La mirada de la sociedad en la que se encuentra no está marcada con la concepción epistemológica moderna de la representación, donde las cosas se convierten en un objeto de estudio, sino que el intelectual público asume una epistemología falibilista en la que él mismo es un agente dentro del proceso social. Aborda el fenómeno político a través del trabajo del concepto y del análisis de la realidad, pero no hace abstracción de su compromiso por el fortalecimiento de las instituciones democráticas. El intelectual público es un académico comprometido con el logro del conocimiento y el pensamiento crítico, pero también un ciudadano que se involucra en la sociedad y cobra interés por los asuntos públicos. Alberga la esperanza de que su aporte contribuya a articular una cultura política y el cultivo de los derechos. Se haya comprometido con la perspectiva de la primera persona (del yo vinculado) y está dispuesto a participar en el debate público dando y recibiendo razones, en lugar de pretender detentar la Razón. Por tal, se trata de un intelectual que forma opinión pública, ejerce la crítica y desafía el status quo.

Los orígenes del intelectual público se remontan a inicios del siglo XX y se trata de un intelectual cuyas actividades tenían un impacto positivo en la esfera pública. El término “intelectual” tiene su antecedente antes. Surge a fines del siglo XIX, en el contexto del debate en torno al «Caso Dreyfus» que sacudió los cimientos de la «Tercera República Francesa» y en la que participaron periodistas antisemitas y no antisemitas. En este contexto, el escritor Émile Zola intervino con su carta abierta “J’accuse” (Yo acuso), en defensa del oficial Alfred Dreyfus que fue acusado falsamente de traición por parte de intelectuales y periodistas antisemitas. La carta de Zola fue dirigida directamente al presidente de la República Félix Faure en 1898.

La figura del intelectual se presenta como defensor de la vanguardia cultural y política que desafía el status quo. En el Perú, han destacado Manuel Gonzales Prada, José Carlos Mariátegui, César Vallejo, Jorge Basadre y Mario Vargas Llosa, entre muchos otros. Un modelo de intelectual público se encuentra encarnado en el progresismo del filósofo pragmatista estadounidense John Dewey, quien mantuvo un compromiso con el desarrollo de la filosofía y la pedagogía. Su labor estuvo orientada a la mejora de la sociedad a través del compromiso cívico y la promoción de la democracia. Para Dewey, la democracia, no es solamente una forma de gobierno, sino un modo de vida que requiere del compromiso de todos. Se trata, en su visión, del mejor régimen político y de la mejor forma de vida, en la que la inteligencia social, es decir, la inteligencia de los miembros de la sociedad, se puede aplicar a la resolución de problemas prácticos. Con Dewey, aparece con claridad la figura del intelectual público, progresista y que aplica la filosofía a las cuestiones prácticas de la vida social. Así, sostienen que el principio pragmatista de que una creencia o idea, es un instrumento para poder orientarse en la experiencia en general, especialmente en la experiencia política y social.

3.- El intelectual público y la escena contemporánea

Los autores del libro que esta noche presentamos buscan seguir el camino de los intelectuales públicos, aportando al debate socio político nacional y mundial en una Escena contemporánea particular. Ricardo Falla nos presenta algunos elementos de dicho contexto, justamente en la segunda sección del libro titulada “Escenas contemporáneas: sociedad, política y conocimiento”, en la que alude una clara referencia a uno de nuestros grandes intelectuales públicos: José Carlos Mariátegui, quien hace exactamente cien años (en 1925) publicó su primer libro La escena contemporánea, gracias a la imprenta Minerva, fundada con su hermano Julio César.

En su primera entrega, Mariátegui reunió una serie de artículos publicados en Europa, desde su exilio en Roma. Así, Mariátegui publicó en su momento, bajo la columna titulada «Figuras y aspectos de la vida mundial», diversos artículos en las revistas Variedades y Mundial, textos que luego reunirá en su primera gran obra. Allí, realiza un análisis sesudo de la política europea posterior a la Primera Guerra Mundial: el ascenso del fascismo en una Italia que tan bien conocía. La compleja relación entre Gabriele D’Annunzio y los fascistas, así como la relación entre los intelectuales y el fascismo en una brillante entrega titulada La inteligencia y el aceite de ricino (Mariátegui, 2025, p. 21 ss.), en la que analiza cómo la burdas formas de los fascistas terminan por seducir a los intelectuales italianos, especialmente a los futuristas. Similarmente, se aborda el análisis sobre la política inglesa con el ascenso del Partido Laborista (Mariátegui, 2025, p. 63 ss.) o las figuras de Woodrow Wilson en EE.UU. y de David Lloyd George como Primer Ministro inglés (Mariátegui, 2025, p. 46 ss. y 56 ss.), y , de manera especial, la crisis de La Sociedad de las Naciones (Mariátegui, 2025, pp. 50-55). Asimismo, dedica reflexiones sobre el arte y la política francesa e italiana, la crisis del socialismo, los movimientos en oriente y la cuestión del antisemitismo.

Ese libro de Mariátegui inspiró sin duda a Ricardo Falla a escribir los ensayos que nos entrega esta noche, aunque con un temperamento político y filosófico diferente. Mientras que, el intelectual del siglo XX recurre al marxismo heterodoxo cultivado en Italia bajo la estela de Gramsci, nuestro autor, utiliza las herramientas conceptuales de un liberalismo mediado por un halo cientificista heredado de Popper. Así, trata en breves ensayos, cuestiones de actualidad como la discusión sobre la ciencia, la sociedad y la política, como la cuestión del poder actual que tienen los oligarcas tecnológicos (el llamado «tecnofeudalismo»), la IA y la extracción mineral en Marte, además de apuntes geopolíticos respecto del desplazamiento de occidente en el tablero mundial actual. En dichos contextos, realiza breves apuntes sobre cómo estos avances tecnológicos influyen en las relaciones de poder. No empero, en este punto el análisis se queda corto, no recurre al antecedente conceptual de la primera generación de la Escuela de Fráncfort, especialmente el realizado por Max Horkheimer y Theodor Adorno en Dialéctica de la Ilustración (Horkheimer & Adorno, 1998) ni cómo este fenómeno genera formas de vida dañada, tal como lo hizo Adorno en Minima Moralia (Adorno, 2006). Parece que los fenómenos tecnológicos generan en Ricardo más admiración y fascinación que motivos para la crítica, como sucedió con Michel Foucault cuando estudia al neoliberalismo en Nacimiento de la biopolítica (Foucault, 2009). En principio, no hay nada de malo en sentir admiración sobre los avances tecnológicos, pero si uno los describe en el contexto de un libro donde trata de la agonía de la democracia peruana, se genera cierta disonancia cognitiva.

Ciertamente, las entregas de Ricardo Falla van más allá de ello y también presenta algunas anotaciones sobre la crisis política en Perú como el problema de la academia actual, la cleptocracia que eclipsa la política y la incertidumbre política y social nacional. Pero estas preocupaciones no tienen una clara conexión con los artículos sobre el lugar de la tecnología en el escenario mundial. Quizás esto se deba a que nos encontramos ante una primera aproximación que requiere de una mayor reflexión.

4.- El liberalismo

Cada uno de los autores encarna la idea de intelectual público desde su propia cantera política y filosófica. Como señala Joseph Dager en el prólogo, el liberalismo que defienden los autores:

Es un liberalismo que rechaza el conservadurismo reaccionario y el marxismo ortodoxo, que reclama para sí el centro político. Un liberalismo que defiende la cultura de los derechos humanos, y también la autonomía de las esferas, como, por ejemplo, el Estado de la Iglesia, autonomías que aseguran las libertades; de ahí que ese liberalismo tenga como máxima defender la secularización de la vida política, la laicización del Estado. Para ese liberalismo resulta inaceptable cualquier censura, más aún la censura previa de obras culturales por parte del Poder Ejecutivo o Legislativo, ni, aunque el pretexto sea la defensa de valores religiosos. Y es que, además, el liberalismo que profesan respeta la diversidad de concepciones de la vida en la medida en que se cumpla con la ley, la justicia y los principios de convivencia. Una sociedad será más rica y más «abierta» en tanto más valores puedan admitir bajo un régimen de coherencia y respeto (2025, p. 18).

Aunque ambos se reivindican liberales, el lector atento puede advertir que representan dos vertientes distintas del liberalismo, que en ciertos momentos incluso colisionan entre sí. Ricardo Falla se adscribe a un liberalismo inspirado en Ludwig von Mises y Karl Popper, cuyas raíces se encuentran en la escuela austriaca. En cambio, Gonzalo Gamio se ubica en un liberalismo influido por Isaiah Berlin y mediado por las ideas de Hegel, Michael Walzer y Charles Taylor. El primero, se encuentra más orientado hacia la ciencia y la economía, mientras que, el segundo se encuentra centrado en lo que se conoce como «republicanismo cívico». Ciertamente, se trata de una cuestión de énfasis. Ambos defienden tres elementos básicos: los derechos humanos, la democracia y el libre mercado, pero los interpretan de formas diferentes. Respecto de la relación entre la relación entre el mercado, la sociedad y el Estado, los autores parecen asumir la creencia de que después de la caída del Muro de Berlín, ya no hay lugar para una crítica a la economía de mercado ni a la economía política que le es subyacente, una posición que es debatible.

Otro de los aspectos que queda pendiente en esta discusión sobre el liberalismo es la consideración al trabajo de John Rawls, mencionado únicamente de forma incidental, en las páginas 188 y 192. El trabajo del filósofo estadounidense, constituye un verdadero parteaguas en el debate de la filosofía política, y su renovación del liberalismo es de suma importancia. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con él, pero difícilmente se le puede ignorar. De hecho, Gonzalo lo sabe muy bien, porque sin Teoría de la justicia (2012/1971/1999) que Rawls publica en 1971 no se habrían desarrollado las críticas de Michael Sandel, Charles Taylor, Michael Walzer y Alasdair MacIntyre, autores que nuestro intelectual ha leído frecuentemente.

Gonzalo Gamio recurre a las herramientas liberales que recoge de Berlin, Walzer y Taylor para analizar la coyuntura nacional reciente. Se trata de un aporte sugerente y articulado que gana fuerza con algunos giros retóricos moderados.

Su propuesta de apostar por una ciudadanía activa se alinea con la figura del intelectual público que busca encarnar. Sus ensayos abordan la situación peruana actual y se presentan como un llamado de emergencia, ante una democracia que parece estar a la deriva. Y, no es para menos: vivimos en un país donde el régimen político, impuesto desde el Congreso, con un pie en la democracia y otro en la dictadura, ha generado una profunda crisis política pese a la relativa estabilidad económica. El hecho de que más de tres millones de peruanos estén viviendo fuera del país (Instituto Nacional de Estadística e Informática, 2024) constituye un indicador evidente de dicha crisis política.

De esta manera, los «ensayos urgentes» que Gonzalo nos presenta constituyen una llamada a poner manos a la obra en la reconstrucción de la democracia. El 2022, nos entregó un libro sobre la crisis perpetua en la que se encuentra el país. En una elegante prosa filosófico-periodística, Gonzalo nos advierte una y otra vez acerca de la importancia de que las ciudadanas y los ciudadanos se involucren en la política desde una sociedad civil activa. Sin embargo, al parecer, la invocación no es suficiente. Parece ser que, es necesario un mayor esfuerzo hermenéutico de interpretar tanto el grito (en el estallido social) como el silencio (la apatía política). Todo ello, da la impresión de que los intelectuales públicos tenemos muchas tareas por delante, entre ellas la de afinar nuestras interpretaciones sobre lo que sucede en el país y el mundo.


Referencias: 

Adorno, T. (2006). Minima moralia. Reflexiones desde la vida dañada. Akal. (Obra original publicada en 1951).

Baruphakēs, G. (2023). Technofeudalism: What killed capitalism. The Bodley Head.

Falla, R., & Gamio, G. (2025). Perú: Agonía y resistencia. Escritos desde la filosofía pública, el conocimiento social y la historia reciente. Acuedi.

Foucault, M. (2009). Nacimiento de la biopolítica. Akal.

Gamio, G. (2021). El experimento democrático. Reflexiones sobre teoría política y ética cívica. UARM.

Gamio Gehri, G. (2022). La crisis perpetua: Reflexiones sobre el bicentenario y la baja política. Universidad Antonio Ruiz de Montoya.

Hardt, M., & Negri, A. (2017). Imperio (Cuarta reimpresión). Paidós.

Horkheimer, M., & Adorno, T. (1998). Dialéctica de la ilustración. Fragmentos filosóficos. Trotta. (Obra original publicada en 1944).

Instituto Nacional de Estadística e Informática. (2024, diciembre). Más de 3 millones 500 mil peruanos viven en el extranjero. https://www.gob.pe/institucion/inei/noticias/1077153-mas-de-3-millones-500-mil-peruanos-viven-en-el-extranjero

Land, N. (2022). La Ilustración oscura: Y otros ensayos sobre la Neorreacción. La Tía Eva Editores.

Mariátegui, J. C. (2025). La escena contemporánea. Minerva.

Mudde, C. (2017). Populism. An Ideaciational Appoach. En The Oxford Handbook of Populism (pp. 46-70). Oxford University Press.

Mudde, C. (2021). La ultraderecha hoy (1a edición). Editorial Planeta. (Obra original publicada en 2019).

Mudde, C., & Rovira Kaltwasser, C. (2019). Populismo. Una breve introducción. Alianza Editorial. (Obra original publicada en 2017).

Rawls, J. (2012). Teoría de la justicia. Fondo de Cultura Económica. (Obra original publicada en 1971; versión revisada en 1999).

  1. Citado en Falla & Gamio, 2025, p. 119.
  2. Citado en Falla & Gamio, 2025, p. 120.

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