Carlos Magallanes
Director de Seguimiento y Evaluación de Políticas de la Dirección General de Seguimiento y Evaluación de Políticas del Despacho Viceministerial de Políticas Agrarias del Ministerio de Agricultura y Riego.
Los efectos del Fenómeno El Niño (FEN) en el Perú muestran una diversidad de eventos que van desde lluvias intensas e inundaciones en el norte del país y la baja amazonia, derrumbes (aludes) en la zona centro, bajas precipitaciones pluviales (sequias) en la zona altiplánica, friajes en selva hasta marejadas en diversos departamentos de la costa. Dentro de ese contexto, por ejemplo, el FEN ocurrido entre los años 1982-1983 se caracterizó principalmente por presentar inundaciones, derrumbes, sequías, vientos huracanados, heladas y marejadas; mientras que lo ocurrido en 1997-1998 registró, además, granizadas, deshielo de glaciares y friajes; por lo que su intensidad fue mayor no solo en el número de eventos de riesgo sino también a nivel de los ámbitos geográficos afectados.
En contraste con la intensidad del fenómeno, la evidencia muestra que la inversión pública realizada en acciones y obras de prevención permitió que durante los sucesos de 1997-1998 se mitiguen las vulnerabilidades y daños del desastre natural, logrando evitar pérdidas materiales y de vidas humanas en mayor cuantía en comparación con lo ocurrido en 1982-1983. Así, la inversión realizada durante la fase previa al FEN de 1997-1998 alcanzó los USD 220 millones, aproximadamente (2.2% del gasto total del gobierno central de aquel entonces), aspecto que contribuyó a mitigar pérdidas en alrededor de USD 2,500 millones[1]. De lo anterior, se desprende una relación inversa entre prevención y pérdidas donde por USD 1.0 dólar americano gastado en acciones y obras de prevención equivale a evitar pérdidas económicas de hasta USD 13.0 dólares americanos.
Sobre la base de esta experiencia, la visión de la prevención ha sido modificada drásticamente. En comparación a la década de los ochenta, se empezó a poner énfasis en el riesgo, la complejidad de sus causas y sus fundamentos sociales y ya no en los daños y/o pérdidas ocasionadas por un desastre. Bajo este enfoque, el riesgo es visto como una condición latente, en permanente cambio y evolución, a partir de lo cual hay la necesidad de implementar estrategias y acciones para prevenirlo, reducirlo y controlarlo, así como para responder de manera oportuna durante y después de un suceso de desastre, en un marco de desarrollo sostenible.
En este contexto, el Ministerio de Agricultura y Riego (MINAGRI) aprobó el “Plan de Gestión de Riesgos y Adaptación al Cambio Climático del Sector Agrario del Período 2012-2021 – PLANGRACC-A”[2], como una estrategia general -consensuada en los tres niveles de gobierno- orientada a la reducción de los riesgos climáticos, vulnerabilidades y disminución de los efectos negativos del cambio climático en el Sector Agrario. El PLANGRACC-A, como instrumento de gestión del riesgo, muestra las zonas expuestas a peligros de origen climático, según tipo de fenómeno, presentando una estimación de la vulnerabilidad agrícola bajo un enfoque económico, productivo y social; priorizando cultivos y crianzas de importancia nacional.
De otra parte, el MINAGRI aprobó también el “Plan de Prevención y/o Mitigación por los Efectos Adversos del Fenómeno El Niño para el Sector Agrario: 2012-2021”[3], por medio del cual estableció los procedimientos para reducir los daños que pudieran causar a los bienes del sector agrario ante la ocurrencia del FEN, considerando la planificación de las intervenciones para su ejecución oportuna por parte de los organismos responsables en las cuencas hidrográficas respectivas; así como los mecanismos de intervención para apoyar a los gobiernos regionales o locales en la reducción de vulnerabilidades ante la ocurrencia de eventos adversos por precipitaciones pluviales de alta intensidad.
Este Plan se encuentra en concordancia con las acciones previstas en el marco del “Plan Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres: 2014–2021 – PLANAGERD”[4], aprobado por la Secretaría de Gestión del Riesgo de Desastres de la Presidencia del Consejo de Ministros, el mismo que tiene como objetivo nacional el “reducir la vulnerabilidad de la población y sus medios de vida ante el riesgo de desastres” y que, dentro de su alcance, identifica al FEN como un tipo de peligro climático cuyo nivel de exposición comprende una población de 7 millones de personas de 21 departamentos a nivel nacional.
En este marco, y sobre la base del Informe del Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI)[5] que señalaba que los impactos negativos del FEN previstos para el 2015-2016 comenzarían recién a manifestarse de manera significativa a partir del mes de diciembre de 2015, teniendo un máximo en los meses de enero, febrero y marzo, para luego disminuir progresivamente hasta el mes de junio de 2016, pudiendo –inclusive- registrarse déficit de precipitaciones en la zona sur del país; el MINAGRI adoptó una estrategia destinada a fortalecer sus acciones permanentes en materia de gestión del riesgo a fin de: (i) mejorar las condiciones de prevención y preparación a nivel del Sector Agrario para afrontar las emergencias y reducir el impacto negativo de los eventos climáticos extremos asociados a la presencia del FEN; (ii) optimizar la atención durante la ocurrencia del FEN en calidad y oportunidad, con medidas de respuesta, de reparación y rehabilitación; y, (iii) reconstruir oportunamente los activos agrarios afectados post FEN.
Al respecto, el MINAGRI dispuso un presupuesto de S/. 648 millones a fin de llevar a cabo medidas de prevención para mitigar los efectos de las lluvias e inundaciones derivados del FEN de los cuales S/. 126 millones han sido transferidos a los gobiernos locales y regionales para su ejecución directa. Este presupuesto, solo en el caso del MINAGRI permitió realizar acciones de descolmatación de cauces de ríos y limpieza de quebradas (3,000 kilómetros), así como beneficiar a alrededor de 226 mil hectáreas de superficie agrícola y 190 mil productores con trabajos de protección con rocas al volteo en los márgenes de los ríos con mayor exposición al riesgo.
Además, ante el probable incremento de vectores, roedores y enfermedades prevalentes, emergentes y/o reemergentes por el lado vegetal, el MINAGRI a través del Servicio Nacional de Sanidad Agraria (SENASA) tiene previsto la conformación de brigadas de control para la desinsectación de animales domésticos y crianzas, así como, para la limpieza de canales de regadío y la aplicación de rodenticidas. Asimismo, ante el posible traslado de plagas cuarentenarias dentro del territorio nacional (Tecia, HLB), se prevé la aplicación de plaguicidas para el control de los posibles focos infecciosos que se presenten ex post al evento climático adverso. En cuanto a sanidad animal, se tiene previsto realizar campañas de vacunación contra ántrax, enfermedad de Newcastle, peste porcina clásica, carbunco sintomático, fiebre aftosa; así como acciones de desparasitación. Finalmente, en materia de inocuidad agroalimentaria el SENASA tiene previsto realizar inspecciones sanitarias en establecimientos de procesamiento primario de alimentos agropecuarios, mataderos, centros de faenamiento, entre otros.
Sin perjuicio de lo anterior, se ha venido desarrollando también acciones de prevención ante la eventualidad de un escenario de ausencia de lluvias en la zona centro y sur del país. En esa dirección, el MINAGRI a través de Programa de Desarrollo Productivo Agrario Rural (AGRORURAL), dispone actualmente de un stock de 315 mil pacas de heno a los cuales se sumaran otras 536 mil unidades adicionales que viene produciendo el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) y que estarán disponibles ante cualquier contingente. Asimismo, durante la campaña 2014-2015, se realizaron acciones de instalación de pastos en alrededor de 17 mil hectáreas como medida de aseguramiento de alimento para ganado y trabajos de conservación de agua en 2,000 hectáreas de las partes altas de cuencas, además, de haber realizado acciones de difusión y sensibilización a los productores para promover la siembra de cultivos que se adapten a las características propias del fenómeno en sus zonas de influencia.
De otra parte, con el propósito de lograr una mayor seguridad hídrica que permita proteger las líneas de cultivo, el MINAGRI, como parte de trabajo permanente, ha realizado acciones sobre manejo y conservación de suelos en partes altas de las cuencas. Así, se han construido 5,800 hectáreas de zanjas de infiltración, 1,700 hectáreas de terrazas de formación lenta, 7,100 diques en cárcavas y 150 hectáreas de terrazas de banco, además de la rehabilitación de otras 150 hectáreas de andenes. Además, ante la eventualidad de afrontar un escenario extremo como consecuencia de las bajas precipitaciones pluviales, se dispone de más de 1,000 microreservorios, lo cual beneficiara a alrededor de 65 mil familias dedicadas a la actividad agraria.
Adicionalmente, el MINAGRI a través del Fondo de Garantía para el Campo y Seguro Agropecuario, con el propósito de reducir los posibles daños derivados de acontecimientos catastróficos como sequías, bajas temperaturas, granizadas, altas temperaturas, exceso de humedad, inundaciones, incendios, helada, vientos fuertes y avalancha, plagas y enfermedades, ha logrado el aseguramiento de 550 mil hectáreas de cultivos transitorios en 08 departamentos del país (Apurímac, Ayacucho, Cajamarca, Cusco, Huancavelica, Huánuco, Pasco y Puno), aspecto que permitirá cubrir hasta 12 tipos de eventos de riesgos de origen climáticos y biológicos[6].
Finalmente, mencionar que el MINAGRI a través del Sistema de Abastecimiento y Precios (SISAP) lleva a cabo, diariamente, el monitoreo de ingreso de productos de primera necesidad a los principales mercados mayoristas de Lima Metropolitana, a fin de informar oportunamente la evolución del abastecimiento y los precios de los alimentos, coadyuvando de esta manera a reducir la especulación.